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Tips para un matrimonio feliz

Por María José Mancino.- La unidad verdadera que se produce en el matrimonio nace de la propia voluntad de las partes y del donde entrega. Este darse al otro requiere un paso previo, que es reconocerse en sí mismo para entregarse a un otro y ser en el otro.

Los fines del matrimonio: dentro de las propuestas de compromiso personal más importantes son aquellas que involucran la unión de una mujer y un varón que decidan compartir  o unir sus vidas, y me refiero especialmente a los fines de la unión marital. El fin, como meta u objetivo a alcanzar, es algo que ya está presente en lo que intrínsecamente el matrimonio es. Por ejemplo: “Un martillo recién fabricado es un martillo aun así no haya clavado ningún clavo”. En ese sentido, el fin del martillo está presente desde el inicio y será servir para ese fin; independientemente que uno lo quiera “usar” para algo que no sea eso.

En líneas generales, el matrimonio es una entidad en sí misma, es la entrega total, mutua, generosa de estar muy bien juntos y de pensar ambos en el otro.

“La complementariedad sexual en el matrimonio establece una relación personal entre  el varón y la mujer (dedicación amorosa, tiempo, ayuda recíproca) que por naturaleza, tiene  la potencia de generar nuevas vidas”. Evidentemente la unión de los esposos y el fin procreativo son necesarios en sí mismos, diría que están unidos y se pertenecen. No es plena entrega y aceptación si se excluye al otro como cónyuge o si se le rechaza en su potencial posibilidad de ejercer su maternidad o paternidad, propios de su naturaleza y complementariedad sexual. Si el fin procreativo por alguna causa no pudiera ser llevado a cabo, el matrimonio no perdería su bella esencia ni su verdadera unión.

De adentro hacia afuera

La unidad verdadera que se produce en el matrimonio nace de la propia voluntad de las partes y del donde entrega. Este darse completamente al otro requiere un paso previo de reconocerse en sí mismo para poder entregarse a un otro y poder ser en el otro. Éste es el caso ideal (por demás de saludable) e hipotético de dos personas maduras psicológica y espiritualmente.

Ahora bien, dicho esto, nos enfocamos en resumir las diez principales acciones a considerar para lograr un matrimonio razonablemente bueno.

Los principales tips:

1) Un proyecto común.

2) Vocación matrimonial, descubrirla haciendo y dando amor.

3) Buscar un espacio íntimo para el matrimonio y una buena  cantidad de tiempo para destinarse.

4) Hacer menos por sí mismo, y más por el otro. Ejemplo: una buena comida, una linda sonrisa al llegar, un llamado cariñoso desde la oficina, un comentario afectuoso y seductor del hombre hacia la mujer.

5) El modo de demostrar afecto, las palabras y el respeto de cómo usar esas palabras. Serán dardos al corazón o suave bálsamo para el alma.

6) Cómo gestionar decisiones, personales, laborales y todas aquellas que influirán tanto en el matrimonio.

7) En relación con sus hijos, sentarse a dialogar sobre ellos, repasar  las edades y sus actividades, cómo invertir en el tiempo de ocio y  repartir las tareas de la casa.

8) Aflorar la humildad, la ternura y la generosidad.

9) Frenarse a reflexionar la relación entre unidad matrimonial y autonomía personal. ¿Qué es ser el uno para el otro?, ¿qué tanto espacio “propio” necesito?

10) ¡A disfrutar y disfrutarse juntos!

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