Un policía y un ladrón murieron ayer por la mañana durante un enfrentamiento armado dentro de un taller mecánico de zona sur, de acuerdo con voceros oficiales. El tiroteo ocurrió alrededor de las 14 de ayer, cuando un trío armado ingresó con fines de robo al establecimiento oficial de Renault, ubicado en Paraguay casi Uriburu, y logró reducir a uno de sus dueños. Según esta versión, el oficial que se encontraba franco de servicio llegaba al lugar y al percatarse del asalto ingresó arma en mano. Un asaltante que estaba escondido detrás de un auto asomó la cabeza y recibió un disparo en la frente que le quitó la vida al instante. Otros dos que al parecer el policía no había visto salieron de atrás y abrieron fuego. El efectivo recibió dos disparos, en el mentón y el hemotórax, que le causaron la muerte casi en el acto.
En pocos minutos decenas de policías y patrulleros coparon el lugar, que fue cercado por el fiscal de Homicidios Dolosos, Miguel Moreno.
El funcionario dijo que las muertes se produjeron en el marco de un robo calificado del que participaron tres personas, una de las cuales resultó muerta y las otras dos huyeron a pie. Según Moreno, el policía Lucas Sánchez, de 35 años, buscaba lugar para estacionar el Ford Siena blanco que conducía. En esas circunstancias observó un movimiento extraño y se percató de que el taller era asaltado, por lo que ingresó con su arma en la mano y se enfrentó a tiros con los ladrones, que habían maniatado a Miguel, una de las “tres o cuatro” personas que se encontraban en el taller y resultaron ilesas.
El fiscal dijo además que el policía se encontraba franco de servicio y que trabajaba de mecánico a pocos metros de ese taller, con lo que desmintió algunas versiones que circularon por el barrio. Una refería que Sánchez hacía adicionales en ese taller, otra que trabajaba allí de mecánico y una tercera que el taller pertenecía a su padre. No obstante, Moreno no descartó que el policía haya tenido “alguna vinculación ocasional con el taller”, ya que se dedicaba a la mecánica.
El fiscal agregó que había impactos de bala en paredes y portones y que fueron secuestradas dos armas de fuego y varias vainas servidas. También confirmó la detención de cuatro personas cuyas identidades no trascendieron: “Tenemos gente demorada que, por distintas circunstancias, estamos chequeando si tienen vinculación o no con el hecho y paulatinamente se definirá la situación de esta gente”, dijo.
Fuentes policiales ampliaron más tarde esos datos. Agregaron que en poder del sindicado ladrón fallecido, identificado como Martín Leonel Taborda, secuestraron una pistola 11.25 sin numeración ni marca visible, y en otro lugar del taller una pistola calibre 22 largo marca Bersa. “La pistola de Sánchez, aparentemente, se la robaron”, confió un vocero tras referir que en la escena del crimen fueron incautadas casi una docena de vainas 9 milímetros, que se presumen salieron del arma oficial del policía asesinado.
También fue secuestrado un equipo de comunicación tipo handy con frecuencia policial que, según la versión oficial, Taborda tenía entre su ropa. El joven, cuya edad no se informó, tenía un pedido de captura de un juzgado de Ejecución penal, al parecer por no regresar de una salida transitoria. En relación con las detenciones, sólo dijeron que se trata de tres mayores y un menor.
Sánchez era oficial auxiliar y su último destino había sido en la seccional 33ª de barrio Hume. Un vecino dijo a <El Ciudadano> que el policía vestía de civil y había pasado por el taller minutos antes de que ingresaran los ladrones. Como no encontraba lugar para estacionar le dijo a Miguel, el dueño, que daba una vuelta a la manzana y volvía. Cuando regresó, vio algo raro, dejó su auto mal estacionado y entró. Allí descubrió a un ladrón que se asomaba detrás de un vehículo y le disparó, sin percatarse de que había otros dos que tiraron. El fuego cruzado dejó rastros en puertas, portones y también en el auto del policía, que quedó con una rueda delantera pinchada y un vidrio lateral estallado.
Uniformado y mecánico
Lucas Sánchez tenía 35 años y además de policía era mecánico. Su muerte causó un profundo malestar en la fuerza, en el barrio donde fue asesinado y también en el seno de su familia. Según trascendidos, el uniformado tenía cinco hijos pequeños, el más chico un bebé con pocos meses de vida, y hacía poco se había separado de su primera esposa y vuelto a formar pareja con otra mujer.