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Todo vuelve a la normalidad



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Por Ana Laura Piccolo.- Minutos después de las 20, con la salida de gran cantidad de patrulleros y motos, se destrabó el conflicto que tuvo a gran parte de la policía rosarina acuartelada durante casi 96 horas en la Jefatura ubicada en Ovidio Lagos al 5200.

uniformadosdentro

Luego de una jornada de extrema tensión en la puerta de la Jefatura de Policía, y cuando la medida de fuerza estaba por cumplir su cuarto día consecutivo con piquetes y quema de gomas en todos los ingresos del edificio ubicado en Ovidio Lagos al 5200, anoche se destrabó el conflicto que llevaron adelante efectivos de la fuerza, junto a familiares y compañeros retirados. El clima de la protesta se había intensificado durante la tarde de ayer y tuvo como epicentro la hora 16, cuando se conoció que el gobernador Antonio Bonfatti había firmado por decreto la propuesta no aceptada el día anterior, dando lugar a posiciones encontradas. Mientras que en la asamblea montada en la puerta de la Jefatura crecía el espíritu de continuar con la medida e incluso intensificarla, los rumores de futuras sanciones disciplinarias y sumarios administrativos terminaron por disolver la unidad que se había visto hasta ese momento. Las luces azules de una caravana de móviles del Comando Radioeléctrico y de la Sección Motorizada, a las 20 de ayer, marcaron el cese del conflicto. Todavía ardían las gomas y el núcleo más duro de la protesta, con los rostros tapados, expresaba su bronca con lágrimas en los ojos, pero igualmente dejaron salir a sus compañeros, que de esta manera volvieron a patrullar las calles de la ciudad.

El conflicto había comenzado la noche del viernes por un reclamo de recomposición salarial de 13 mil pesos, y esa misma madrugada se realizó una suerte de acuartelamiento en la Jefatura, donde bloquearon los ingresos, prohibieron la salida de patrulleros y enviaron un petitorio con 11 puntos dirigido al gobernador Antonio Bonfatti, como una suerte de efecto dominó que comenzó días antes en la provincia de Córdoba y que se fue repitiendo en distintas provincias (algunos de los cuales, al cierre de esta edición todavía no había llegado a buen término).

Desde entonces, las negociaciones parecían trabadas, hasta la tarde de ayer, luego que en una asamblea realizada en la puerta de Jefatura, se había decidido aceptar la oferta del gobierno –dos cuotas fijas de dos mil pesos en los sueldos de diciembre y enero; y luego un incremento salarial según la jerarquía con un piso de 8.100 a partir de febrero de 2014– siempre y cuando pudieran obtener el mismo resultado de las paritarias que los otros trabajadores del estado comenzarán a discutir sobre ese básico en febrero del año próximo.

Ese reclamo fue el punto de tensión por el cual no se destrabó el conflicto durante toda la tarde de ayer.

A las 18 llegó al pico de máxima tensión con la llegada a la puerta de Jefatura de los abogados que conformaron la mesa de diálogo con el gobierno santafesino en representación de los uniformados.

Problemas de representación

“Se aceptó la propuesta. Y de la paritaria se discute con lo que queda de remanente”, dijo el abogado Luis Tomasevich que despertó de forma instantánea una cadena de insultos.

Primero se le increpó al letrado (conocido por ser defensor de policías en causas penales) el por qué había aceptado un acuerdo sin el consentimiento de la asamblea y en pocos minutos se terminó el diálogo con insultos varios, entre ellos los de “Devolvé el título”; “¿Cuánto te llevaste viejo choto?” o “Nos entregaste”.

Más allá del fuerte malestar que en principio parecía postergar el conflicto con el refuerzo en los piquetes y más quemas de gomas, ese momento marcó un quiebre dentro de la fuerza, ya que comenzaron las acusaciones a efectivos del Comando Radioeléctrico por “poner” a ese abogado como representante de todos los policías.

“Que nos saquen a patadas”

“No nos vamos nada, que nos saquen a patadas”, fue el canto que se escuchó hasta poco antes de las 19, mientas celebraban estar “al borde de lograr nuestros objetivos por lo tanto hoy no nos movemos ninguno”.

Sin embargo, en menos de una hora la protesta perdió fuerza ya que muchos que decían “ir hasta el final” comenzaron a retirarse, y algunos efectivos del Comando Radioeléctrico que estaban de turno dentro de la Jefatura manifestaron que querían salir a trabajar, porque tenían una fuerte presión por parte de sus superiores entre los que estaba el jefe de Cuerpos, Juan Pablo Bengoechea, que también cosechó insultos y pintadas de “traidor” en las paredes de la Jefatura.   

La jornada estuvo plagada de falsos rumores que cada vez que se desmentían eran celebrados. Entre ellos que había una orden impartida a Gendarmería para reprimir la protesta policial, y en segundo término que la orden no fue aceptada por dicha tropa.

Lo mismo pasó con los Bomberos Zapadores, que llegaron cerca de las 19 a “apagar las gomas porque se había destrabado el conflicto”, y luego se fueron diciendo que apoyaban la medida.

Más controvertido fue el apoyo del personal del Comando, que se mostró acorde a la protesta hasta que finalmente cedió. A las 20.05 se vieron las primeras luces intermitentes de los móviles que como una suerte de caravana iluminaron las calles aledañas  a Jefatura, y con su salida dieron por acabado u conflicto que duró casi 96 horas y tuvo casi dos días de intensas negociaciones en la sede local de Gobernación.

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