En la madrugada de este lunes otra vez volvieron a sonar disparos en el complejo Fonavi de Lola Mora e Hipócrates, al sur de barrio Tablada. Un departamento de la planta baja del núcleo 17 fue blanco de un ataque a balazos que hirió a su morador, un hombre de 38 años que tomaba una cerveza acompañado de un amigo. La víctima recibió un tiro en el hombro y otro el pecho, y quedó internada en el hospital Provincial. Su padre asegura que no tiene explicaciones para justificar la agresión.
Según fuentes policiales, el ataque ocurrió minutos antes de la 1 de la madrugada. En ese momento Andrés «Pollo» M., de 38 años, empleado de maestranza en una dependencia de la Universidad Nacional de Rosario y conocido hincha leproso del barrio, pasaba la noche junto con un amigo en el departamento que heredó de su abuelo. De repente un ataque a tiros cortó abruptamente la reunión. Según pudo averiguar Ramón, padre de Andrés, un solitario atacante detuvo su marcha en la pasarela frente a la torre y aprovechó que la ventana estaba abierta. Los disparos atravesaron el mosquitero y alcanzaron a Andrés en un hombro y en el pecho. A los pocos minutos un móvil de Gendarmería que patrullaba la zona lo llevó al hospital Provincial. A su vez, el tirador escapó.
Por la tarde, confió su padre, el pronóstico era alentador: «Está estable, parece que zafó».
En diálogo con El Ciudadano el padre de la víctima sostuvo que no encuentra explicaciones para el ataque, aunque intuyó que podría tratarse de un intento de usurpación. “No sé por qué ocurrió esto, mi hijo es un pibe que lo conoce todo el barrio, piola y laburador. Camina la zona tranquilo y no se mete con nadie”, explicó.
Sin embargo un dato que despertó el interés de los investigadores que esa misma vivienda fue rociada de balas el pasado 25 de febrero. Fueron cinco impactos sobre la puerta, y en el suelo, informó la Policía, se encontraron ocho vainas servidas. En esa oportunidad nadie salió a recibir a los uniformados. “Mi hijo estaba haciendo una changa, ayudando como plomo a una banda de rock local que esa noche tocó en San Jorge; en ese momento pensamos era un ataque equivocado, pero como ahora balearon otra vez no sabemos qué pensar”, justificó Ramón, aún perplejo y agradeciendo que su hijo alcanzó a contarla.
A su vez, otra hipótesis surgió a partir del relato de un vecino que vive a metros de los monoblocks de zona sur. Según contó a El Ciudadano, el ataque tendría origen en un conflicto interpersonal que surgió en un partido de fútbol barrial, tras lo cual el rival de Pollo quiso dirimir la pelea con el uso de arma de fuego. “Hace un mes jugando a la pelota se peleó con un personaje del barrio que vende droga. Pollo lo cagó a piñas, pero al día siguiente el otro lo fue a buscar con una faca. Esa vez lo agarraron y lo separaron y de ahí quedó una bronca bárbara. Quizá el quilombo venga por ahí”, especuló la fuente consultada sobre la agresión, de la cual los voceros oficiales no aportaron mayores detalles.