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Toniolli: “Hay un intento por poner a los argentinos de rodillas y de atacar a la comunidad”

El legislador nacional de Unión por la Patria analizó los primeros meses del gobierno de Milei y aseguró que el límite a las medidas económicas y políticas que encontró en el Congreso estuvo marcado por el termómetro social

El diputado nacional de Unión por la Patria Eduardo Toniolli analizó los primeros meses de la gestión del gobierno de Javier Milei. Señaló que busca continuar un proceso que se inició con Martínez de Hoz y continuó en la década del 90, que las medidas políticas y económicas atacan los derechos conquistados y buscan fragmentar la sociedad. Para el legislador, el freno está en la movilización social. 

—De todas las medidas del gobierno de Milei, ¿cuáles te parecen las más peligrosas en términos políticos, institucionales y sociales? 

–Hay un eje que atraviesa tanto al DNU como a la ley Ómnibus que es la pretensión de darle un mayor poder local al capital financiero internacional y a las corporaciones transnacionales que se dedican fundamentalmente a la extracción y a la explotación de nuestros recursos estratégicos. Todas las reformas de las leyes ambientales persiguen el mismo objetivo, incluso el régimen que se intentaba crear de incentivo de las grandes inversiones, que es básicamente una especie de régimen de excepción para el capital concentrado nacional, pero sobre todo extranjero. Cuando uno analiza el rol que se le pretende dar a estos sectores del capital concentrado se encuentra con que ahí está el corazón de la gestión de Milei, lo otro es un poco de cartón pintado. Después hay un carancheo de distintos actores y sectores del poder económico local o alguna corporación. 

En términos históricos viene a conducir un proceso que se cortó en diciembre de 2001 producto del rechazo del pueblo argentino a esas políticas liberales y sus consecuencias. Néstor Kirchner recuperó la idea de que la gobernabilidad era responder a los intereses de los sectores populares que con su voto lo pusieron en determinado lugar, que después llamaron populismo, y no ser condescendientes con determinados factores de poder o sectores económicos concentrados.  

—Este gobierno ¿cumple con esa definición de gobernabilidad si afecta directamente los intereses de la sociedad?

—Afecta los intereses del 90% de la sociedad, incluida su base electoral. El día que asumió Milei, que le dio la espalda al Congreso, me crucé a la plaza y no estaban las señoras de Recoleta sino que había muchas familias del conurbano con su heladerita. ¿Cómo puede estar sintiéndose la persona que ahora tiene que pagar tres veces más para hacer ese mismo viaje? ¿Van a ir corriendo a abrazarse a otra opción política como el peronismo? No. Hay heridas que se han construido con el tiempo y que tienen que ver con la insatisfacción con respecto a un sistema político que evidentemente no ha resuelto los problemas principales de Argentina y la aparición de un outsider generó una opción para castigar a todo ese sistema político. 

—¿Cómo crees que va a evolucionar políticamente la situación? 

—Milei sigue en campaña y encuentra en la polarización con toda la dirigencia política preexistente una fortaleza y no va a tener un especial cuidado en tejer algún algún acuerdo político. Es un mesiánico y el que no se somete pasa a ser un enemigo. Él sólo conoce de súbditos o enemigos. Es de rodilla o es de pie. Nunca reptando. No hay un término medio. Y así va a seguir siendo porque no parece ser alguien con capacidad ni con voluntad de negociación. En su ideario sólo hay santos, héroes y demonios, entonces va por todo. La posibilidad de ponerle un freno no va a venir de la política, sino de la economía y de la sociedad. Un buen termómetro fue el 24 de enero que fue un hecho histórico. En mi vida política no recuerdo un intento tan agresivo de conculcación de derechos y de ataque contra las economías regionales, los trabajadores, los jubilados, las provincias, los municipios, los sectores populares como el de este gobierno. Es inédito. Habla también de cuál es el límite que puede tener este gobierno que es la comunidad y los niveles de conciencia y de organización que tienen los argentinos, que son muy distintos a los de otros lugares del mundo. Creo que Milei lo sabe y, por eso, la ley Ómnibus y todos estos dispositivos tienen esta especie de multiplicidad de temas que van desde la liquidación de empresas públicas estatales hasta el intento de destrucción de todas las instituciones de la cultura. Hay un intento por poner a los argentinos de rodillas materialmente pero también espiritualmente y de atacar no sólo el Estado sino también a la comunidad. Es un intento de fragmentarla, de destruirla aún más. 

—¿Cómo se materializan esos límites de la sociedad? 

—El ejemplo es el 24 de enero porque tuvo consecuencias sobre la ley Ómnibus. No cayó producto del libre juego de los actores legislativos, ni por una genialidad nuestra, ni por la impericia del bloque de la Libertad Avanza o por la impericia de los negociadores del Ejecutivo, sino porque hubo un pueblo que se movilizó un 24 de enero masivamente, no sólo en la ciudad de Buenos Aires, sino en todo el país. Eso tuvo efecto en el tratamiento legislativo abriendo la discusión en comisiones a las organizaciones de la comunidad donde participaron una multiplicidad de actores. El 85% de los que intervinieron lo hicieron críticamente, algunos con críticas integrales y otros parciales. Nosotros como bloque habíamos invitado sólo al 30%. Incluso algunos de los críticos de esa ley habían sido invitados por el bloque del oficialismo o del PRO. Por otra parte, nos encontramos con que de las cámaras empresarias la única que fue a defender esta ley fue la Unión Industrial Argentina (UIA) y sólo la reforma laboral que está incluida. 

—Entonces el gobierno encontraría un límite en la movilización de la gente en la calle… 

—En la movilización en un sentido amplio. Tomo dos referencias en los sectores de la cultura y de los trabajadores de las empresas públicas que esta gestión pretende privatizar. Desarrollaron un enorme trabajo de movilización, no sólo en la calle, sino yendo a interpelar a los legisladores. En la votación no es casualidad que se empantane el tratamiento, primero en algunos incisos de los primeros artículos que le daban un poder omnímodo al gobierno nacional para deshacerse o para fusionar entes autárquicos, y segundo cuando íbamos de cara al artículo de privatización. Los jefes de bloque de alguno de estos sectores de la oposición que se autodenomina amigable podían acordar algo por arriba súper estructuralmente y negociar el apoyo, pero después tenían enormes dificultades para unificar a sus bloques porque muchos de esos legisladores tienen compromisos con estos sectores. Por ejemplo, los radicales son todos hijos de la universidad pública y muchos deben ser docentes en la universidad y tienen que volver a dar clases. ¿Cómo pueden poner su voto para liquidar organismos científicos? De alguna manera la política mesiánica de este gobierno y ese intento de reforma estructural choca con distintos sectores sociales que encuentran en muchos de esos legisladores a sus representantes o en representantes que encuentran en algunos sectores sociales a lo que ellos quieren expresar. Los límites con los que se encontró en el Congreso tienen mucho más que ver con lo que pasa en la calle que con el libre juego legislativo o los alineamientos en función de definiciones políticas súper estructurales. 

—Muchos se preguntan si este gobierno va a finalizar su mandato ¿qué opinás? 

—Yo no hago futurología. Creo que este gobierno está generando una tormenta perfecta de la cual no puede salir nada bueno. Me preocupa la salud institucional y mucho más la salud social. ¿Qué va a pasar con nuestro pueblo? Porque cada vez que hubo una alteración del orden público y una crisis política en Argentina la pagó nuestro pueblo con sufrimiento económico, social y con vidas humanas. Nuestro rol como dirigentes políticos, ya no solamente como legisladores, es tratar de estar espalda con espalda con nuestro pueblo para tratar de evitar que este gobierno se lleve puesto derechos, conquistas históricas, capacidades nacionales y la posibilidad de salir adelante. Lamentablemente vemos cómo un gobierno que responde a intereses muy minoritarios nos está cortando esa posibilidad. 

—Surgen versiones de un supuesto juicio político ¿el Congreso es un lugar donde dirimir una disputa?

—Es un gobierno que tiene intenciones claras de llevarse puesta la Constitución por lo que causales de juicio político van a aparecer seguramente. Un gobierno que arranca con un DNU y con una ley Ómnibus, que básicamente intenta llevarse puesta la idea de justicia social, indudablemente va a utilizar herramientas de carácter inconstitucional pero no sólo en la forma, sino en el contenido. Milei puede aborrecer la idea de justicia social pero está incorporada a la Constitución porque describe un Estado social de derecho. Van a aparecer elementos que van a ser causales de impugnaciones fuertes desde lo institucional y tendrán la fuerza de la opinión pública. No depende sólo de la decisión de los legisladores. La política y la Justicia también son grandes esponjas que absorben lo que pasa alrededor. Tenemos que mirar qué pasa con nuestro pueblo durante esta etapa, estar muy cerca, acompañar, no intentar liderar ni hegemonizar. Los liderazgos nacen solos de la acción social y de la política gremial. Tenemos que confiar mucho en cómo podemos salir adelante mirando a nuestro pueblo

—¿Qué tiene que hacer el peronismo como movimiento frente a lo que está pasando?

—El peronismo hoy tiene que acompañar al movimiento obrero organizado, a las organizaciones sociales y de la comunidad. No tiene que tener ninguna pretensión de liderazgo en esta etapa sobre el conflicto social porque son los mismos actores que lo protagonizan los que tienen que liderarlo. El peronismo político viene de perder las elecciones en noviembre del año pasado, en parte por responsabilidades propias, por incapacidad de generar circuito de toma de decisión claro, por internismo inconducente durante la etapa anterior. Lo importante es no caer nuevamente en el error. Hay que acompañar a nuestro pueblo en su organización y empezar con un sentido muy horizontal a reconstruir la esperanza. De ese proceso van a nacer nuevos liderazgos que condensen las expectativas de mejora y de salida del pueblo argentino.

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