Los trabajadores y las trabajadoras de la salud del ámbito público y privado, se declararon en estado de Asamblea permanente debido al altísimo grado de preocupación por el crecimiento exponencial de contagios de coronavirus, producto de la flexibilización del aislamiento dispuesto por las autoridades municipales y provinciales. En ese marco, con La Florida y las plazas llenas, salones de fiestas que abren como restaurantes y una marcha de protesta prevista para esta tarde, piden que se tomen medidas urgentes: “botón rojo intermitente ya, cerrar para no contagiar, abrir para trabajar”, sostienen en un comunicado. “No queremos ser testigos de muertes que son totalmente evitables. Cuál es el número de muertos que estamos dispuestos a tolerar?”, se preguntan
“Advertimos que ante un sistema de salud saturado, tanto las complicaciones por Covid, como todas las otras patologías y situaciones críticas no-Covid, no tendrían atención ni contención. Asimismo, las muertes producto de la Covid y las que se producen por la falta de acceso al sistema de salud, constituyen las dos caras de la misma moneda”, explican.
Los trabajadores y las trabajadoras advierten que estamos ante una enfermedad de la que se conoce muy poco y no se cuenta ni con un tratamiento específico ni vacuna. “La única estrategia para enfrentar la pandemia es el aislamiento social, y es el Estado a través de la definición de políticas económicas y sociales, el que debe acompañar a la gente para poder sostener ese aislamiento. En los barrios más vulnerados hay una dificultad objetiva de hacer el aislamiento en los domicilios ya que las condiciones de vida no lo permiten”.
Además consideran que para que se cumpla la consigna “Quedate en casa”, el Estado –desde una coordinación interjurisdiccional- debe garantizar, no sólo el acceso a la atención sanitaria, sino los servicios básicos como la alimentación y la subsistencia en general.
También analizaron que la estrategia general implementada no ha sido adecuada. Si bien los servicios de salud se adaptaron incorporando diferente tecnología (camas, respiradores) y reestructurando sus procesos de trabajo, las medidas tendientes a garantizar políticas de protección social y económica han sido insuficientes.
“La pandemia implica una crisis social ya que el virus se transmite a través de la socialización. Por lo tanto la respuesta pública estatal, no puede diseñarse en base a la apelación a la “responsabilidad individual”. Las pandemias no se resuelven con acciones individuales, porque no son problemas individuales. Son esencialmente, problemas sociales. Por otra parte, si la sobrevivencia de la gente está puesta del lado de que “cada uno se las arregle” es entendible que la gente quiera y necesite trabajar”, sostienen.
Agregan que no hay dicotomía entre salud y economía, es falso ese planteo: eso nos ubica en una situación de enfrentamiento con la gente que quiere trabajar.
Y destacan que la pandemia ha profundizado las malas condiciones de trabajo del personal de salud: bajos salarios, paritarias por debajo del índice inflacionario con escasas e insuficientes sumas en negro (que no aumentan nuestro salario básico, con las consecuencias que eso tiene para los aportes jubilatorios, asignaciones familiares, etc), precariedad laboral, falta de EPP (elementos de protección personal), trabajo a destajo.
“Los trabajadores y las trabajadoras de la salud hemos sido felicitados por la inmensa labor; nos han aplaudido desde sus balcones unos minutos cada noche; se ha reforzado la metáfora de guerra utilizando palabras como batalla, héroes, soldados, enemigo… y lo cierto es que lo que necesitamos es que se mejoren nuestras condiciones de trabajo: que se refuercen los servicios con más personal, que se gestionen las licencias por Covid y las licencias preventivas por riesgo, que se contrate personal especializado para los servicios críticos, que se destine presupuesto para desarrollar políticas preventivas y de asistencia en los territorios, que se fortalezca la Atención Primaria de la Salud, y que se garantice una recomposición salarial digna”, agregan.
Sobre su situación laboral, afirman que muchos cuentan con varios empleos, trabajan 12 horas diarias porque el salario no les alcanza, lo cual afecta la capacidad de trabajo y la salud mental. Y afirman que las condiciones en las que trabajamos repercuten en las condiciones de asistencia.
“Entre la salud y la enfermedad están las políticas públicas, y entre la enfermedad y la muerte estamos nosotros, los servicios de salud. La solución ya no es sanitaria, sino política. Estamos convencidos que el crecimiento descontrolado de la curva, sólo se frena con políticas públicas integrales asentadas en estrategias poblacionales. No se trata de mantener equilibrios, ni de responsabilidades individuales. Se trata de la vida y la muerte de las personas. Una pandemia no es un problema individual, es una crisis social y sanitaria sin precedentes y requiere medidas que estén a la altura de las circunstancias”.