Despidos. Esa sin dudas ha sido la palabra que más se repite en Argentina en los últimos meses. Y este 2018 comenzó con cesantías que sacuden a varios puntos del país. Este lunes, el ingenio azcarero salteño San Isidro, el más antiguo de Argentina, confirmó el cierre de su planta y así unos 730 trabajadores quedaron al borde de perder su fuente laboral, mientras que la empresa estadounidense Bunge Ltd. anunció que echó a otros 30 operarios y sumó así 165 cesantías en lo que va del año en medio del «proceso de readecuación» en su planta en Campana.
Salta, golpeada
Un duro mazazo recibió el pueblo de Salta este lunes. Justo cuando el gobernador de dicha provincia, Juan Manuel Urtubey, se encuentra en Rusia junto al presidente Mauricio Macri, una de las empresas más históricas de la ‘Linda’ bajó las persianas y así unos 730 trabajadores perderán su puestos de trabajos. Es que el ingenio azucarero San Isidro anunció el cierre definitivo de sus puertas en la localidad de Campo Santo, departamento de General Güemes, a 45 kilómetros de la capital provincial.
Con un cartel en la puerta de entrada, la compañía comunicó a todos sus empleados que presentó ante el ministerio de Trabajo su Procedimiento Preventivo de Crisis (CPP), orientados a permitir las acciones que resulten necesarias para «cesar las operaciones de la empresa».
Voceros del Sindicato de Trabajadores del Azúcar dijeron a la agencia Noticias Argentinas que pedirán al gobierno nacional y provincial que intervengan para frenar el cierre dado que, entienden, se trata de una maniobra de la empresa para reducir el personal y presionar de cara a las próximas paritarias.
Pero Carlos Montalvo, gerente general del ingenio, descartó esas afirmaciones al asegurar que es una «determinación irrevocable» y que el proceso para «el cierre definitivo de la planta ya está en marcha».
«No es la primera vez que hacemos un anuncio de aplicación de procedimiento, pero bueno, los resultados del ingenio simplemente no dan para más», afirmó el directivo en declaraciones al diario El Tribuno.
El Grupo Gloria, la empresa de capitales peruanos que desde 2011 controlaba el ingenio, dijo que existen «poderosas razones» de orden económico, financiero y laboral que determinaron «la imposibilidad» de continuar con las operaciones.
Tras una inversión de 50 millones de dólares hace siete años, Montalvo consideró que «claramente el modelo de negocio está muy deprimido por una plataforma que afecta no solo a San Isidro sino a la industria azucarera argentina».
«Y más allá de la industria argentina, en la Bolsa de Nueva York, donde cotizan los commodities, hay una guerra en la defensa de los precios. Es una situación de amenaza permanente para la industria. Tenemos un tema estructural que hace que esta actividad no sea viable, por eso la decisión», apuntó.
Este ingenio azucarero, el más antiguo del país, contaba con 11.000 hectáreas de tierras, de las cuales 3.500 hectáreas se encontraban destinadas a la producción de caña de azúcar, y el resto eran bosques naturales y tierras aptas para el desarrollo de proyectos ganaderos.
La Fábrica de Azúcar tiene una capacidad instalada para procesar entre 3.400 a 3.700 toneladas de caña por día, con una producción diaria de 340 a 370 toneladas de azúcar.
La compañía exportaba a mercados exigentes como Estados Unidos, Canadá, Suiza, Belgica, Italia, España, Alemania, Holanda, Japón Israel y Nueva Zelanda.
El Grupo Gloria es un conglomerado industrial de capitales peruanos con negocios en Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Argentina y Puerto Rico.
Sus actividades se desarrollan en los sectores de lácteos y alimentos, en cemento, papeles, agroindustria, transporte y servicios.
Al ser consultado sobre si el holding tiene previsto cerrar otros ingenios en otros países, Montalvo fue tajante: «Definitivamente no».
Campana, otra vez jaqueada
La empresa estadounidense Bunge Ltd. anunció el despido de otros 30 operarios y sumó así 165 cesantías en lo que va del año, en medio del «proceso de readecuación» en su planta en Campana.
Los trabajadores despedidos hicieron este lunes una caravana a bordo de un micro y vehículos particulares hasta la sede que el ministerio de Trabajo tiene en esa ciudad del norte bonaerense, donde realizaron quema de gomas a la espera de que los atiendan.
Tras una hora de protesta, funcionarios de la cartera laboral reunieron en una oficina a representantes gremiales y abogados de la multinacional.
En principio estaba previsto que la caravana vaya desde la puerta de la planta hasta el ministerio de Trabajo de la Nación, en Leandro N. Alem 650 de la Capital Federal, pero hubo cambio de planes por las vacaciones del ministro Jorge Triaca.
Según dijeron a la prensa local, los trabajadores piden la intermediación de Triaca, quien la semana pasada adelantó sus vacaciones en medio del escándalo desatado por la demanda que le hizo una empleada a la que habría tenido sin registrarla ante el fisco durante al menos tres años.
Trabajadores de otros gremios como la Unión Obrera Metalúrgica, Suteba y Plásticos, junto a vecinos y estudiantes acompañaron la concentración.
Bunge paralizó líneas de producción de fertilizantes en un contexto -dijo la firma- de falta de competitividad de la planta, producto de la suba de costos para producir y un mercado internacional altamente competitivo, que produce los mismos productos a más bajo precio.
En el Sindicato Químico y Petroquímico de Zárate consideran que los despidos son «una presión directa» que podría haber sido acordad por la multinacional con otras compañías químicas y petroquímicas que quieren avanzar sobre el convenio colectivo del sector.
La Cámara que nuclea a las empresas de la Industria Química y Petroquímica presentó en diciembre una propuesta para modificar el convenio colectivo de trabajo que abarca a los trabajadores de la zona Zárate-Campana.
Esa zona viene siendo muy golpeada por los despidos desde 2016, con el cierre de empresas como Carboclor, Latinoquímica, TFL, Lanxess y Quipro.
El gigante agropecuario estadounidense Bunge Ltd había informado en noviembre pasado que reorganizaría su estructura comercial y corporativa, lo cual contemplaba una reducción en la cantidad de unidades operativas que pasarían de cinco a tres en Norteamérica, Sudamérica y Europa y Asia.