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Trabajo social y familia: nuevas formas de organización en el ámbito de lo jurídico

Las situaciones que ingresan al sub-equipo territorial son, entre otras, las de violencia familiar o de género, protección de personas, reintegro de menor, control de legalidad en medidas excepcionales, carátulas que dan cuenta de complejidades, e historias de vulnerabilidad y de inequidad

Por Colegio de Profesionales de Trabajo Social Santa Fe Segunda Circunscripción

Los trabajadorxs sociales nos desempeñamos en el ámbito del Poder Judicial de la provincia de Santa Fe, y dentro de éste en los Tribunales Colegiados de Familia.  Históricamente, lxs profesionales que integrábamos este fuero lo hacíamos al interior de cada uno de los 4 Juzgados de Familia. De este modo, la inserción era más bien individual, respondiendo a los requerimientos, estilos y modos de cada Juez, auxiliándolo (por esto nuestra denominación era la de auxiliares sociales) con nuestro saber disciplinar a través de los informes sociales.

        Vale aclarar aquí que “Ordenar”, “Su Señoría”, “Excelentísima Corte Suprema”, son sólo algunas de las palabras que condensan los modos de organizar simbólica y físicamente el trabajo, los lugares de cada unx, los espacios de poder. Si bien éstos se manifiestan como estructuras rígidas, sabemos de matices, rupturas, disputas, negociaciones, flexibilidades que nos permiten encontrar condiciones de posibilidad, coyunturas favorables o participar de escenarios de disputas, para lograr o proponer intervenciones disruptivas distintas, las cuales, entendemos, podrían producir efectos diferentes en las situaciones que abordamos. Y es aquí donde contamos con un sinfín de estrategias artesanales y vericuetos para plantear nuestra posición y nuestro aporte en situaciones singulares, que quizás por el peso de la repetición o por su eficacia logran establecerse por un tiempo.

        Asimismo, hay que reconocer que es la misma estructura la que nos ofrece un lugar reconocido dentro de los procesos de la administración de la justicia: EL INFORME SOCIO AMBIENTAL, como les gusta llamarlo en este ámbito, o informe social, tal como lo llamamos.  Si bien, los usos, significados y contenidos que estos pueden revestir son diferentes de acuerdo con la posición política, epistemológica y ética de cada profesional, es el espacio asignado que se nos otorga como disciplina. Es nuestro continente, escenario en donde se nos da lugar formal a la palabra. Si bien nuestra intervención puede empezar mucho antes (lectura de un expediente, entrevistas informales con colegxs, con lxs personas involucradxs en la situación abordada, discusiones con secretarixs e incluso con el/la  mismx juez/a) y continuar después de la entrega del informe social, éste es el único espacio visible, explicito, requerido, de nuestra intervención y en donde, al menos, el tiempo que dure, tenemos el poder para decir, sugerir, describir, ampliar, discutir, mostrar la situación abordada desde nuestro saber.

        Sin embargo, las condiciones de posibilidad que permiten estas intervenciones singulares únicas aparecen cuando logramos detenernos (por los mismos enojos, cansancio, fracaso, desilusión) y desde ahí repensarlas, rediseñar los “modos”, los “mecanismos”, los “cómo”, que trascienden lo singular y comienzan a interpelar y proponer más bien en los contextos en los que se producen, en sus particularidades

Fue así, que en “lo particular”, de nuestro espacio de intervención, empezamos a vislumbrar la necesidad y la posibilidad de una modificación

        Hace un año y medio logramos un cambio en la organización de nuestro espacio laboral. Ya no trabajamos al interior de los Juzgados de Familia sino como Equipo Único de Trabajo Social. Este cambio (y por eso capitalizado como logro) impensable para las rigideces con las que se muestra el aparato ideológico de estado, implicó pensar, diseñar, argumentar nuestra propuesta, leer el momento y con quienes comenzar a dialogarla, debiendo realizar lecturas del contexto en el mismo devenir de los acontecimientos, disputas de poder, relaciones de fuerzas implicadas, para poder instalar allí nuestra discusión. 

        Este proceso logrado implicó muchos fracasos, desgastes, miedos, porque si bien la apuesta fue grande, la resistencia a ésta fue aún mayor. El disciplinamiento, el temor instalado por la desobediencia, y el tener que sostener a pesar de los embates la posición asumida contando solo con el apoyo de algunos colegas, no fue sin costos y sin heridas.  

        Finalmente, esta propuesta fue discutida y acordada en el ámbito de mayor decisión con el que cuenta el Poder Judicial, la reunión de lxs 6 Ministrxs de la Corte Suprema de Justicia, (La Acordada N° 3- 12/02/19- bajo la presidencia de la Dra. María Angélica Gastaldi) desde donde surgen las “normas internas” o acordadas, como se las denomina, que organizan el sistema judicial en toda la provincia. Además, la reglamentación interna de este nuevo dispositivo profesional, debió ser votada en este mismo espacio asignado únicamente a lxs ministrxs de la Corte. Este reglamento, previamente discutido al interior del grupo de profesionales, se aprobó siguiendo las sugerencias escritas por dicho equipo, en donde se disponía, entre otras cuestiones innegociables, que la dirección o coordinación de dicho espacio esté a cargo de un o una profesional de la misma disciplina para poder así despejar los fantasmas de una dirección ejercida por un o una profesional del derecho.

        Sabedores que la ley y reglamentación son necesarias, pero no garantizan de por sí  que esto se sostenga, sin el riesgo de que otrxs lo llenen de significación y contenido, la apuesta es diaria: tanto al interior del equipo como para con los otros espacios con los cuales nos vinculamos dentro y fuera del Poder Judicial. 

        Quizás estemos ahora en un momento más retrospectivo de trabajo al interior del equipo. Tan duro y desgastante como lo otro, e incluso más doloroso porque se evidencian otras luchas, ambiciones y poderes, en un ámbito más cercano y familiar.

        Uno de los fundamentos del mencionado equipo radica en la posibilidad de organizar la intervención profesional desde otra perspectiva. Si bien se sigue respondiendo a las solicitudes de intervención de los Tribunales Colegiados de Familia, la constitución de la “autonomía relativa” que adquiere dicho Equipo, ha posibilitado organizar el trabajo a su interior en dos sub-equipos: 1- Supervisados, que  aborda los encuentros supervisados en relación directa a los regímenes de adecuada comunicación, y 2-Territorio,   que aborda el resto de las demandas de intervención. Este último recibe las solicitudes de intervención de acuerdo con zonas territoriales, en que hemos dividido la ciudad de Rosario y las localidades vecinas. 

        En este último, cumplimos funciones nueve trabajadores sociales divididxs en tres grupos de tres profesionales cada uno. Dividimos el territorio de la ciudad de Rosario en tres, tomando cada uno de estos equipos dos distritos municipales y las localidades aledañas. De este modo, en los mapas quedan determinados los recorridos y pernanencia de lxs colegxs en cada una de las instituciones locales  del mismo territorio  (con más frecuencia, ya que tenemos un territorio más acotado) Dentro de éstas instituciones, lxs colegxs y equipos; los pasillos de los barrios, las diferentes entradas a las zonas comenzaron a ser parte, y a resignificar nuestro hacer y nuestro pensar, como entre otros, el “adentro y el afuera” del poder judicial.

        Los encuentros, o llamados informes socioambientales, para algunos siempre territoriales, son los que nos permiten recoger las voces de todos aquellos que lo conforman , el cual, a su vez, contiene la situación abordada. Con esta forma de abordaje, se complejizan las situaciones o denuncias iniciales, donde se solicita la intervención de la justicia y luego la de lxs trabajadores sociales por orden del Juez. En algunas ocasiones, esta intervención entorpece la búsqueda de la solución anhelada por aquellxs que pudieron realizar una “denuncia” o exposición de violencia. Entre una y otra forma y sus consecuentes efectos se abre un gran abanico de opciones, posiciones que bien valdría la pena desentrañar.

        Las situaciones que ingresan, al sub-equipo territorial son, entre otras, las de violencia familiar o de género, protección de personas, reintegro de menor, control de legalidad en medidas excepcionales, carátulas que dan cuenta de complejidades, e historias de vulnerabilidad y de inequidad en el acceso a los programas y políticas del Estado. Esto, que excede los escritos y decretos del juez, demuestra los límites de un trabajo fragmentado y disociado, lo cual nos obliga a repensar y rediseñar cotidianamente los vínculos y acuerdos con otras instituciones estatales de otros poderes como ser el legislativo o ejecutivo. 

        Lo cierto es que con la conformación del EUTS (Equipo Único de Trabajo Social) logramos una autonomía (siempre relativa, por supuesto) que nos retorna con una interpelación, ¿qué autonomía estamos dispuestos a resignificar, negociar, resistir o resignar? Ésta ahora es nuestra propia batalla, la que seguirá siendo porque estamos y porque hay “otrxs”

EQUIPO UNICO DE TRABAJO SOCIAL 

SUB- EQUIPO TERRITORIO:

°Zona Centro, Sudoeste, Oeste y localidades aledañas (Lic. Silvana Martino,  Lic. Viviana Pascual, Lic. Albana Sole Hernández,)

 °Zona Sur y localidades aledañas (Lic. Guadalupe Checcucci, Lic. Irina Vacs, Lic. Eleonora Vismara) 

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