Los restos de los cuerpos, divididos en 20 bolsas, llegaron a la morgue y los peritos comenzaron a trabajar sobre ellos, mientras los familiares se efectuaban extracciones de sangre con el fin de sacar su ADN.
«Es que los restos quedaron en un estado irreconocible y se debe cotejar el ADN de cada familiar para poder identificarlos, un proceso que demandará al menos un mes», informó una fuente judicial.
El secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, quien estuvo presente en la Base Aérea de El Palomar para recibir los restos de las víctimas, señaló que en esta situación «el Estado está presente» e informó que «hay un equipo del Ministerio de Salud a disposición de los familiares».
Por su parte el juez federal Leónides Moldes todavía no levantó el cerco perimetral en torno al lugar en el que se precipitó el avión, en el paraje de Prahuaniyeu, en el centro de la provincia de Río Negro y a unos 500 kilómetros de la ciudad de Bariloche.
Fuentes judiciales dijeron que «es muy probable que se levante el cerco, cuando los técnicos y peritos finalicen con la recolección de todas las partes del avión que quedaron esparcidas».
Moldes, en declaraciones a la prensa, manifestó que ordenó secuestrar «toda la documentación que ilustra las condiciones y las circunstancias» del siniestro, y agregó que en esa recopilación de información «se incluyen los antecedentes del avión y del vuelo».
El juez explicó «que en el lugar del accidente hay un vallado para que no se altere» nada y para evitar que haya una intromisión de alguien ajeno a la instrucción.
Moldes también solicitó hoy que los familiares le informen su relación con las víctimas y cómo se conforma el parentesco, mientras que les pidió que le remitan documentación que acredite su vínculo con los fallecidos.
Algunos familiares fueron a la Morgue Judicial para sacarse sangre e iniciar así el proceso de identificación de sus seres queridos a través del ADN, mientras que equipos de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud trabajaron en la contención psicológica.
El viceministro de Salud, Eduardo Bustos Villar, pidió a la prensa «respetar el dolor de los familiares, permitirles elegir si quieren dar declaraciones o no».
Bustos Villar señaló que «uno de los momentos más traumáticos es el reconocimiento de los restos, por lo cual pedimos especial respeto por el resguardo a la intimidad y tratar de no vulnerar en forma alguna el derecho de las personas que están atravesando esta situación de extremo dolor».
Por su parte, el vicepresidente de Sol Líneas Aéreas, Juan Nyffenegger, reiteró que el avión estaba en condiciones de volar y descartó la existencia de denuncias de irregularidades en las condiciones de trabajo de los empleados de esa compañía.
Nyffenegger al ser consultado por la prensa en el aeroparque metropolitano sobre si el avión siniestrado el miércoles estaba en condiciones de volar indicó: «Totalmente aseguramos eso».
Añadió que «eso está demostrado con los papeles de despacho del avión y también con la decisión del comandante de salir».
En cuanto a la afirmación del dirigente Ricardo Freccia de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, en el sentido de que la azafata rosarina Jésica Fontán, una de las víctimas, había denunciado irregularidades en las condiciones de trabajo, precisó que «no tenemos constancia de esas denuncias en la empresa».
El avión Saab340 de la empresa Sol Líneas Aéreas se precipitó a tierra el miércoles alrededor de las 21 en una paraje cercano a la localidad rionegrina de Los Menucos, en el centro de la provincia, y murieron sus 22 ocupantes, 19 pasajeros -entre ellos un menor-y tres tripulantes.
La máquina había partido de Córdoba y tenía como destino final la ciudad de Comodoro Rivadavia con escalas en Mendoza y en Neuquén, pero al partir de esta última ciudad, dio un aviso de emergencia a las 20.50 y diez minutos después cayó a tierra, donde explotó y se incendió.