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Tras Brexit, a seguro se lo llevaron preso

Es difícil imaginarse unos dos mil billones de dólares, pero en esa cifra se calculan las pérdidas que tuvieron el viernes pasado los papeles que se comercian en las Bolsas de todo el mundo, luego de que los británicos decidieran avanzar hacia su salida de la Unión Europea.

Es difícil imaginarse unos dos mil billones de dólares, pero en esa cifra se calculan las pérdidas que tuvieron el viernes pasado los papeles que se comercian en las Bolsas de todo el mundo, luego de que los británicos decidieran avanzar hacia su salida de la Unión Europea.

Sólo ese dato, calculado por la agencia Reuters, indica que, si bien no se está ante un nuevo episodio como el de Lehman Brothers en 2008, la “nueva normalidad” que buscaba la economía global estará en el corto plazo lejos de alcanzarse.

Las primeras informaciones son conocidas, con la caída del valor de la libra a sus niveles de mediados de los 80, bajas en el precios de commodities y el refugio de los inversores en el oro, los bonos del Tesoro estadounidense y el yen.

Los datos se acumulan: en el corto plazo, señala un análisis de la agencia Bloomberg, China se vería perjudicada por este nuevo sacudón.

Es que la Unión Europea es el segundo socio comercial del gigante asiático e inicialmente eso significaría malas noticias para la industria que comanda Beijing, aunque quizás en una segunda etapa la novedad sería buena para un país que aspira, algún día, a ser la máxima potencia económica mundial.

No conviene tener una mirada parroquial desde la Argentina y sacar conclusiones apresuradas, pero a grandes rasgos, si los mercados emergentes se ven afectados, la apuesta del gobierno nacional a la “reconexión” del país con el mundo financiero no parece un camino simple.

Por algo el ministro de Finanzas, Alfonso Prat Gay, dijo en Nueva York ante inversores que la Argentina es “un faro de estabilidad” en el actual contexto.

Si la idea es acceder a dólares frescos, uno de los atractivos del país, más que las medidas ahora adoptadas, será una de las políticas –o limitaciones– del gobierno anterior: la persistencia en mantener bajos los niveles de deuda pública y privada, una rareza a nivel mundial.

Mientras Prat Gay realizaba esas afirmaciones, las acciones de las compañías de mercados emergentes sufrían su mayor caída en un día desde el pasado mes de agosto.

Al mismo tiempo, se ampliaba el riesgo país de los países del Sur. De igual modo, el yuan chino caía a sus niveles más bajos en cinco años y lo mismo ocurrió con el peso mexicano, una moneda que los operadores miran para tener un termómetro rápido de qué ocurre en América latina.

En ese contexto, se habrá alegrado una vez más el magnate Paul Singer, dueño del fondo buitre que ganó el litigio judicial por la deuda pública contra la Argentina.

Tras cobrar cash en una moneda que se revaluó, recomendó comprar oro para protegerse de turbulencias globales. Salvo con su apuesta contra la candidatura republicana del multimillonario Donald Trump, Singer parece haber acertado este año todas sus previsiones.

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