El FMI negó acusaciones sobre una supuesta política laxa en temas de acoso sexual en el seno de la institución, que habría permitido a altos cargos como el exdirector gerente Dominique Strauss-Kahn explotar a mujeres de menor rango en el organismo. «La política del fondo en temas de acoso, incluido en acoso sexual, es estricta y está de acuerdo con las mejores directrices», dijo el portavoz William Murray.
Sus palabras eran una reacción a un artículo del diario «The New York Times» en el que se detallaba el bajo número de mujeres en las cúpulas directivas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y se citaba a empleadas y ex empleadas de la institución hablando de su vulnerabilidad frente al acoso sexual.
«Es una especie de ‘Piratas del Caribe’: las reglas son más como pautas», dijo al rotativo Carmen Reinhardt, vicedirectora de investigación entre 2001 y 2003. «Eso crea el escenario, creo, para que se asuman más riesgos». Otras antiguas empleadas del organismos dijeron al «Times» que preferían llevar pantalones en lugar de faldas para evitar insinuaciones sexuales y se quejaron de que el acoso no era tomado en serio por sus superiores.
Strauss-Kahn renunció esta semana a su cargo de director del FMI, en medio de un escándalo por haber intentado presuntamente violar a una empleada de un hotel en Manhattan. El político francés está siendo procesado en Estados Unidos y se encuentra en libertad bajo fianza.
En 2008, pocos meses después de asumir el cargo, Strauss-Kahn tuvo una relación con una economista húngara del FMI, Piroska Nagy, que saltó a la esfera pública. Una investigación independiente llevada a cabo entonces por una firma jurídica externa determinó que Strauss-Kahn no había cometido abuso de poder. En un correo electrónico dirigido a su equipo, el francés negó también ese extremo y admitió únicamente un «error de juicio».
Las antiguas normas del FMI no excluían automáticamente relaciones íntimas entre superiores y subordinados. Pocos días antes del arresto de Strauss-Kahn en Nueva York, el organismo había adoptado un nuevo código de conducta. Las nuevas directrices especifican que las relaciones con subordinados pueden «derivar en conflictos de intereses» y que éstas tienen que ser reportadas a la cúpula del FMI.
El lugar descrito por el «Times», señaló Murray en su declaración, no es el que «conocemos y en el que trabajamos». «¿Es un lugar perfecto?», se preguntaba luego.»No. Pero ese reportaje da la impresión de un acoso y la falta de respeto institucionalizados. Ése no es el caso. El acoso no es tolerado en esta institución», agregó.
Las nuevas normas dejan claro que el acoso o el hostigamiento constituyen una conducta errónea y que tendrán como consecuencia medidas disciplinarias, incluso el despido, señaló. El código de conducta prevé que una relación personal entre un superior y un subordinado sea «reportada y resuelta por lo general con la reubicación de una de las dos personas», indicó Murray.