El conflicto que estalló en la Facultad de Arquitectura por denuncias de actitudes misóginas por parte de los docentes parece apenas la punta de un iceberg: un clamor de equidad que excede las aulas y se da en toda la sociedad. Este jueves, trascendió en las redes sociales una serie de carteles pegados por alumnas en la sede de esa casa de estudios con dichos machistas atribuidos a profesores en los últimos años. Una señal de hartazgo luego de que distintas acusaciones a nivel administrativo no hubieran llegado a sanción alguna, en una facultad donde, como recordó ayer en las redes sociales una alumna, el 70 por ciento del alumnado está compuesto por mujeres, mientras que quienes dan cátedra allí son en un porcentaje similar hombres. De fondo, un debate creciente no sólo en esta facultad sino en todas las de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que propugna el tratamiento por parte del Rectorado de un protoloco de violencia de género al interior de los claustros universitarios.
En cinco facultades hay aprobados procedimientos para la atención de casos de violencia de género que rigen sólo para esas instituciones. No existe, sin embargo, un protocolo a nivel de la UNR, que es desde donde se pueden aplicar sanciones. El cauce jurídico de las causas que se gestionan en cada una de las facultades en general está destinado al reposo. “Se elaboran los expedientes, se mandan a secretaría jurídica y ahí duermen el sueño eterno. Básicamente porque no hay celeridad, no hay perspectiva de género en la asesoría jurídica y no se siguen los criterios básicos que están dentro de las normativas internacionales vinculados con los derechos básicos de una vida libre de violencia”, se quejó Florencia Rovetto, directora del Cifeg, Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género, e investigadora del Conicet. Para ella, el protocolo de violencia de género vendría a ocupar ese limbo jurídico. “Hace un año que nosotras, referentes de los procedimientos aprobados desde 2014, más el área de genero de Coad (gremio de docentes universitarios), presentamos un protocolo que incluye atención de demandas y denuncias, que llegan desde las facultades o que van directo a la universidad, por parte de un equipo de abogadas con perspectiva de género; y además presentamos un plan de acción que tiene que ver con tareas de prevención, sensibilización y concientización. No sirve tener solamente un equipo jurídico con perspectiva para aplicar sanciones en una lógica punitivista, sino que hay que generar acciones que tengan que ver con prevenir”, expresó Rovetto, quien junto con Noelia Figueroa bregan por la aprobación de ese proyecto integral para el abordaje de las violencias machistas. “Todavía no fuimos convocadas por el Consejo Superior para debatirlo”, se lamentó Rovetto.
“Es evidente que el nivel de tolerancia de las prácticas machistas es mucho menor que hace 10 o 20 años, o incluso 5. La universidad tiene que estar a la altura de las circunstancias y del contexto que vivimos como sociedad. Tenemos instrumentos legales como la ley 26.485 que prevé todos los tipos de violencia, simbólica, verbal, institucional, y la universidad no adecuó estatuto a esa ley pero tampoco aprueba políticas públicas para aplicar leyes de protección. La universidad no está a la altura del contexto, ni siquiera del legal”, describió.
Entre las manifestaciones de violencia sexista más comunes que se viven en las aulas de la universidad se encuentran las expresiones misóginas por parte de profesores que pueden tener un gran prestigio académico pero adolecen de perspectiva de género. “Hay profesores que abiertamente dicen barbaridades desde la misoginia más absurda. También son comunes las situaciones de acoso y la discriminación basada en la homofobia. Se piden favores sexuales o se insinúa generar alguna práctica docente fuera del espacio académico. Por ejemplo, «te invito a tomar un café y te cuento de qué se trata tal unidad», o propuestas como «vení a buscar un libro a mi casa». La estudiante que tiene que rechazar una propuesta de ese tipo empieza a vivir en un clima muy hostil”, analizó Rovetto. “Por otro lado si tenemos una estudiante, una docente, una no docente que tiene situaciones de violencia por fuera del ámbito académico tenemos la obligación de asesorar y acompañar por una cuestión ética. Hay que romper con la lógica de la universidad como una isla”, detalló.
En Arquitectura el hartazgo que ya se evidenciaba en las redes sociales se materializó en las paredes del edificio. Alumnas de esa casa de estudios escracharon a cuatro profesores citando las frases misóginas y machistas que sufrieron. Desde el consejo directivo de la facultad tomaron nota y presentaron este viernes la propuesta de procedimiento interno para la atención de situaciones de violencia sexual y discriminación basada en el género. Se prevé que ese procedimiento, que ya rige en las facultades de Ciencia Política, Humanidades, Derecho, Ingeniería y Psicología, sea aplicado en Arquitectura, una iniciativa que tiene en apoyo del decano Adolfo del Río y la vicedecana Ana Valderrama, según un comunicado difundido por el Facebook oficial que incluye una cita de la periodista y referente feminista Luciana Peker. Eso sí, tomaron distancia de la modalidad escrache. “Tenemos diferencias en la forma que ha tomado” el reclamo, se leyó
Para Rovetto, lo que pasó en Arquitectura “pone en evidencia la ausencia de herramientas indispensables” para afrontar este tipo de demandas, que siempre surgen desde las bases y no de los docentes y la gestión. “La universidad está compuesta por una sociedad que reclama. Es cierto que por el tipo de institución que es, se maneja con lógicas clientelares, con rosca política y burocracia, minimizando y pateando estos temas hacia adelante. El problema es que cuanto más lo patea, para autopreservarse, autoprotegerse y no se interpela, las situaciones le estallan en la cara”, graficó.
En el comunicado donde el Cifeg pide que las autoridades de la UNR debatan de una vez el proyecto de protocolo se afirma: “Porque las mujeres somos más del 60% de la comunidad universitaria y no podemos seguir padeciendo violencias que nos afectan en nuestra capacidad laboral, en nuestra carrera académica, en nuestros vínculos personales. Porque la educación superior históricamente ha sido una institución patriarcal, diseñada desde la mirada de los varones blancos, de clase media, heterosexuales. Porque el mundo se está transformando al ritmo del movimiento de mujeres que, desde hace años está interpelando los pilares del machismo en todos los espacios. Porque el machismo tiene que terminarse y para eso el protocolo es una herramienta fundamental”.
#CuentaloFapyd
A partir del hashtag #CuentaloFapyd que estalló rápidamente en redes sociales, alumnas de la facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) escracharon a cuatro profesores por casos de violencia de género y presunto acoso sexual.
Las alumnas pegaron cartelitos en los ventanales de la facultad –aludiendo a frases machistas que habrían sido proferidas por cuatro profesores– y publicaron fotos en redes sociales para que se viralizaran los mensajes en contra de la violencia de género. “Mandame un mail y adjuntame una fotito tuya, así me acuerdo de quién sos. Pero ojito, una en la que no estés desnuda”, describieron las estudiantes de arquitectura.
Un profesor de materialidad apareció escrachado en dos leyendas. “Te aseguro que si te meto esto por el culo te dolería mucho más que un rombo”, denunciaron. “Si vamos a hablar de lo que les conviene, a las mujeres les conviene llevar la pollerita bien corta y a los hombres jugar al fútbol”, compartieron en otra de las frases tristemente célebres que habría pronunciado este mismo catedrático.
Otros profesores de la clase de materialidad fueron blanco de escraches. “¿Acaso en el sexo ustedes empiezan por lo más difícil, o no empiezan por lo más fácil y luego suman posturas más difíciles? Como las del kamasutra por ejemplo”, expresaron las alumnas de Arquitectura. “Te tenés que portar bien… Es más, quería verte”, escracharon a un cuarto profesor.
Desde la Secretaría Jurídica de Arquitectura confirmaron que existen dos denuncias contra dos profesores, en tanto que otras acusaciones recayeron un tercer catedrático.