Por las noches, las lamparitas siguen atravesando las calles de Pichincha, pero en los últimos meses, el mayor enclave gastronómico de Rosario fue perdiendo fulgor. Pandemia mediante, cerró todo durante abril. Y luego, pudieron reabrir los bares y restaurantes, con protocolos sanitarios, cambios de horario y límites en el factor ocupacional, como prevención para los contagios de covid. Con menos gente y terminando todo más temprano, la noche ya no es lo que era. En este contexto, se estima que la facturación es del 35 por ciento respecto a años buenos y así cada semana es noticia el cierre definitivo de alguno de los locales. Este miércoles, el que bajó sus persianas fue Johnny B Good, que funcionaba desde hace ocho años en la esquina de Oroño y Güemes. Poco antes, había cerrado Queen’s, en la misma ochava. Postales de una ciudad con coronavirus, que agravó una economía que ya venía castigada.
“Entre el límite de horario y el factor ocupacional, más el valor del alquiler, fue imposible continuar. Se vencía el contrato y renovar en este contexto era demasiado arriesgado. Johnny era un lugar al que muchos iban a tomar algo después de comer y a esa hora ya teníamos que estar cerrando”, señala Franco Ridolfo, titular de JBG, en diálogo con El Ciudadano.
En Buenos Aires están peor
Como todos sus colegas en la actualidad, el empresario gastronómico destaca el compromiso de la Municipalidad de Rosario con el sector. En la ciudad, cabe recordar, bares y restaurantes reabrieron mucho antes que en Buenos Aires ante el COVID. “Nosotros tenemos otros locales en Capital y acá la verdad es muy distinta la posibilidad que tuvimos”, asegura Ridolfo, propietario a través de la firma EFES M.G. de los bares Peñón del Águila y Negroni, también en Pichincha. En esos dos comercios, donde tienen otros 50 empleados, se reabsorberá a la mitad del personal que tenía JBG.
“Ya igual llegamos a este contexto con 23 empleados, menos de los que tuvimos siempre. En enero habíamos eliminado un turno, habíamos empezado a abrir solamente por la noche, porque la mañana no rendía. Y eso fue antes de la pandemia”, agrega Ridolfo.
En el sector señalan que con la pandemia están trabajando a pérdida. Y piensan que vendría bien poder abrir más horas por la noche. Por estas horas, no obstante, el gobernador Perotti amenaza con un retroceso de fase y cierre de bares. “Sería catastrófico si pasa eso”, responde el secretario general del Sindicato Gastronómico, Sergio Ricúpero. Y desde la Municipalidad, explican que la situación sanitaria hace imposible que en lo inmediato haya nuevas flexibilizaciones. “La nocturnidad y la gastronomía están siendo, no sólo aquí sino a nivel mundial, lamentablemente de los más castigados por el avance del coronavirus”, señaló Sebastián Chale, secretario de Desarrollo Económico y Empleo de Rosario, en diálogo con LT8.
Los alquileres por las nubes
Ricupero planteó a El Ciudadano: “En Johnny B Good lo definitivo fue el contrato de alquiler, que era muy caro. Uno ve lo que pasa con los dueños de los locales y creo que mucho no colaboran. Ahí enfrente estaba Queen’s que cerró hace poco y ahora están ofreciendo el mismo salón a la mitad de precio que lo tenían hasta el mes pasado. ¿Si podían hacerlo así, por qué no se lo ofrecieron a los que tenían el bar abierto? Esto ya pasó en 2001. Y lo vimos con el macrismo, profundizado con la pandemia. Lamentablemente, si cuando hay viento a favor, no establecés ninguna regulación, cuando aparece la crisis empiezan a caer como moscas. El diagnóstico lo tenemos, el tema es encontrar las soluciones. El sector estaba sobredimensionado, con parte de los locales funcionando con personal precarizado y funcionando de manera muy irregular”.
Franco Ridolfo finalizó: “Nosotros somos de cumplir, así lo hemos hecho con los empleados y con todos nuestros compromisos. Cuando te dicen que la gastronomía tiene un factor ocupacional del 50 por ciento, tenés que sumarle el recorte horario y la menor capacidad de consumo. Estamos trabajando todos al 35 por ciento respecto de otros años. Y para los que trabajamos con un turno extra para los que van a tomar algo después de comer es tremendo. Tampoco hay margen para remarcar los precios, porque la situación económica no lo permite. Respecto de los alquileres, hemos planteado de buena fe que si tenemos horario recortado y factor ocupacional no puede cobrarse lo mismo que en términos normales. En los otros locales lo hemos podido acordar. Respecto de Johnny, nos quedamos con la marca para reabrir eventualmente en un futuro post COVID, en otro local. El propietario hizo un acomodo en abril con la cuarentena, pero el resto de los meses nos siguió cobrando el precio pleno, como si estuviéramos trabajando a full. Sostuvimos ocho años de contrato, cuatro iniciales con una renovación de otros cuatro. La relación quedó en buenos términos, pero así no se podía seguir”.
Las próximas gestiones del sector
Otro de los que dio su testimonio fue Alejandro Pastore, presidente de la Asociación que nuclea a los bares y restaurantes de Paseo Pellegrini: “La extensión horaria sería un paliativo para los próximos meses, por eso la pedimos. En el comercio, se lo reguló para no chocarse con el horario de los bancos y no saturar el transporte público. En el caso de los bares, cerrar una hora más tarde, no tendría ese problema. El gobernador ahora nos amenaza con cerrar bares por los aumentos de los casos, pero con todo respeto consideramos que no tiene asidero, cuando hace dos semanas nos explicaron que los contagios se daban más en reuniones afectivas. Un tema que sí podríamos hablar a nivel provincial es el de Ingresos Brutos, que nos lo siguen reteniendo de manera automática. Y a nivel municipal, hay un componente del DREI que se podría reducir. También tenemos pendiente un reclamo que hicimos a la EPE sobre los costos imponentes impositivos y tasas, que vienen con la factura. Y lo mismo vamos a pedir en Litoral Gas y Aguas Santafesinas. Todo lo que se pueda hacer para equilibrar y sobrevivir, hay que hacerlo”.
Para el secretario de Desarrollo y Empleo municipal, Sebastian Chale, la gastronomía es de los sectores más afectados en el mundo por la pandemia. «Sin turismo, sin viajes, con restricciones sanitarias, sin salones de fiestas y sin boliches, el panorama general del sector servicios de la ciudad, es muy complicado. No tenemos cines ni teatros, tampoco. Y a nivel familiar, por la recesión, el consumo se ha restringido y se redujeron gastos de esparcimiento».
Y agregó en declaraciones a LT8: «Nosotros llevamos dos meses con bares y restaurantes reabiertos, con protocolos. Y sabíamos, desde el momento de la reapertura, que los más chicos iban a tener problemas, o los que necesitan más rotación. Respecto al pedido de abrir durante más horas a la noche, en forma permanente venimos dialogando con los titulares de la gastronomía. En este marco, atravesando agosto con los peores números de contagios en Rosario desde la llegada del coronavirus, es imposible pensar ese objetivo. Hicimos un seguimiento temprano de los indicadores, teniendo la industria, el comercio y los servicios en funcionamiento casi en su totalidad. Pero no veo la posibilidad de mayores aperturas, sino de conservar lo que ya tenemos, hasta que bajen los casos».
Para Chale, «ante la idea que se pueda retroceder de fase, siempre hemos buscado un equilibrio. No pensamos, ni siquiera cuando no hubo ningún caso por día durante varias semanas, que esa fuera una realidad que podría seguir de manera sostenida, teniendo tan cerca ciudades con circulación del virus y tanta actividad aquí en la ciudad. Pero lo que hacemos es monitorear permanentemente junto con la provincia y respetamos las decisiones que se van tomando. Desde mi perspectiva, no veo igualmente un crecimiento exponencial que implique cerrar nuevamente actividades que volvieron».
Los empleados desmienten a la empresa y el sindicato
Varios de los trabajadores despedidos de Johnny B Good se comunicaron con El Ciudadano al ver la publicación de la noticia del cierre del bar en la web del diario. «No es tan color de rosa como lo pintan la empresa y el sindicato. Fue sin previo aviso, no nos quieren pagar la doble indemnización correspondiente y ya antes venían pagando de menos, con horas de trabajo en negro», señalaron.