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Tras las huellas de los pasos de Pochi reynoso

Pochi fue, en realidad es, uno de esos tipos no sólo queribles, sino que realmente te hacía sentir bien. Un anfitrión notable que ofrecía todo al visitante para que estuviera cómodo, sin pedir nada a cambio. Un militante de la vida, de la ufología, de la política.

Luis Reynoso fue parte de esa generación rebelde, combativa, comprometida, de los 70. Más aún, estuvo en aquella trágica jornada de Ezeiza, el 20 de junio de 1972 en el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina. Justamente podemos recordar un detalle que también lo marca, pues su nacimiento ocurrió un 4 de junio de 1952, cuando el general Perón asumía por segunda vez la Presidencia.

Siempre compartió su tiempo entre la política y la investigación del fenómeno Ovni (Objeto Volador No Identificado). Sobre esto último, creó en los 60 su querido Edovni, siendo unos de los pioneros en el estudio de la temática, no sólo en Rosario, sino en el país.

Podemos decir que vivió su juventud plenamente, luchando por sus ideales.

En la época dura, comenzó a estudiar Abogacía en la Universidad Católica. Era momento de retirarse a “cuarteles de invierno”; colegas y amigos eran “cazados” por las fuerzas represoras.

Sus salidas nocturnas le permitían hacer amigos distintos y fue entonces cuando un suceso lo hizo recapacitar y estar más alerta. Una anécdota comentada por Luis refiere a que uno de esos amigos de la noche le contó que hacía mucho tiempo que venía siguiéndolo y vigilándolo. Estaba en la mira. ¡El tipo era un servicio! Desde luego esto lo dejó pasmado y entró nuevamente de lleno al tema Ovni.

En 1977 fue parte de la creación de una Federación que intentó unificar a grupos e investigadores de la temática Ovni. Nació así la Federación Argentina de Estudio de la Ciencia Extraterrestre (Faece) un año después, de la cual fue presidente en los 80.

La llegada de la democracia lo encontró de nuevo en la política, esta vez desde el socialismo –en las filas del Partido Socialista Popular–, regido en ese entonces por Guillermo Estévez Boero. Diferentes motivos y sucesos harían que vuelva a militar años después en el peronismo.

Paralelamente siguió con sus investigaciones del tema Ovni a través del país y también se dio el gusto de recorrer lugares en el exterior junto a sus amigos Néstor Berlanda y Guillermo Aldunati.

El tiempo hizo que pudiera editar sus libros dedicados tanto a la política como a los Ovnis, siempre a pulmón, porque nadie le regaló nunca nada, ni siquiera en política, donde jamás tuvo un cargo ni dependió de ello, pues siempre vivió pensando en los demás.

La llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada abrió una nueva etapa en su vida y en toda esa “maravillosa juventud” de los 70. Los tiempos de cambios llegaron y la militancia recuperó esa energía perdida. Y Pochi comenzó a ser parte de este nuevo movimiento.

Mi relación personal con Luis comenzó a consolidarse. El pensamiento político es algo común en nosotros, donde el ideal por un nuevo país confluye con el pensamiento de Néstor y Cristina Kirchner. También la pasión por el tema Ovni nos llevó a conformar junto a otros colegas una nueva etapa, la creación de los denominados Café Ufológicos. Allí diversos investigadores comenzaron a juntarse una vez al mes para debatir justamente en un bar, o café, en nuestro caso es una heladería de avenida Pellegrini que reúne esas condiciones; una idea que trajo al país otro compañero y amigo, Rubén Morales, quien lo instaló primero en Capital Federal, reeditando los originarios de Francia.

Pero también de ese lugar volvíamos generalmente juntos, pues me acercaba a mi casa y nos quedábamos debatiendo, en este caso de la realidad política.

La última etapa lo vi militando fuertemente en Funes, su ciudad de residencia; siendo fundador y líder político de la Corriente Dignidad Justicialista; pensando en sus semejantes; luchando por las causas de los más necesitados, y dando prioridad a los jóvenes. Ello lo llevó postularse como concejal.

Nuestros últimos contactos fueron su invitación a ver a Ignacio Copani, y la presentación de su reciente libro, Montoneros, Columna José Sabino Navarro: Los Disidentes.

Hace unos días, un amigo común, Sergio Rinaldi, se comunicó conmigo y me dio la triste noticia, el querido Luis Alberto Reinoso había colapsado en uno de sus tantos viajes, esta vez en México.

Quedé pasmado, sin reacción. Una muerte por ataque al corazón, cuando él tenia un corazón tan grande y tanto por dar todavía.

Las malas noticias llegan rápido y tardan en ser digeridas.

El querido amigo, el amigo de sus amigos, el colega, el kumpa; partió hacia rumbo desconocido aun para nosotros, al cosmos, al infinito, más allá de las fronteras conocidas por el ser humano.

Desde ese lugar nos estará mirando y seguramente fue recibido por otros investigadores, que le dirán que se adelantó a su tiempo y luchó continuamente por la investigación seria del fenómeno Ovni, y casi con seguridad se encontrará con su amado Néstor Kirchner, el cual lo recibirá con un abrazo y su sonrisa típica.

Creo innecesario seguir agregando detalles pues todos los que lo conocieron saben quién fue realmente, saben quién es realmente.

En estas cortas líneas vaya un pequeño y sentido homenaje a este amigo que se fue de viaje y que dejó su huella inalterable.

Unas últimas palabras lo muestran tal cual vivió y sintió: En una de las entrevistas efectuadas le preguntaron una vez: “¿Qué le gustaría que dijera en su epitafio?”, él respondió: “Vivió en búsqueda de sueños y utopías. Y encontró lo que buscaba: conocerse a sí mismo”.

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