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Tras ocho años inactivo, ya está el proyecto para reabrir el Centro de Asistencia al Suicida

La psicóloga y suicidóloga Miriam Ledesma está a cargo del formato actual de talleres en las distintas localidades de la provincia. Todo está listo para que el servicio vuelva a funcionar vía telefónica

En 1988 se abrió una convocatoria de empleo en un diario local rosarino y Miriam se presentó. Era estudiante de psicología y entonces le contaron que el trabajo consistía en atender un teléfono. No cualquiera: se trataba del teléfono del centro de asistencia al suicida (CAS). El primer centro oficial en el país que se inauguraba. Miriam se jacta de ser la única sobreviviente de aquel equipo que funcionó desde 1989 hasta 2015. Hubo más de 60 mil casos registrados. El número telefónico en sus inicios era 395310, pero luego cambió. Y funcionaba una oficina en el Hospital Cententario.

Gentileza Diario la Capital

 

Trabajaban voluntarios especializados que atendían el teléfono. Los llamados se dividían en dos categorías: en crisis y de emergencia, cuando la persona ya estaba a punto de consumar el acto de suicidio.

“Cuando había un caso suicidario en marcha se activaba un protocolo entre Policía, Bomberos y Sies”, recuerda Ledesma a El Ciudadano.

En 1992, el director del Centro, José Somenzini, le solicitó a Miriam que se haga cargo del área docente y ella comenzó una residencia de pregrado en psicología y concurrencia de postgrado. “Funcionó muchos años y estuvo muy bueno”, cuenta Ledesma.

En 2015 llegó el final. Un día encontraron los muebles de la oficina afuera y no pudieron ingresar. Una crónica ya anunciada: hacía tiempo que no se podía trabajar con voluntarios y que varios ya se habían retirado.

“Se había conseguido el número 135, que es el teléfono de asistencia a nivel nacional, pero se robaron la línea y después nos cerraron”, explica.

Miriam Ledesma es psicóloga y suicidóloga. El CAS dejó de funcionar pero se reinventó hace un año en forma de talleres que se dan en todas las localidades de la provincia. Están abiertos a toda la comunidad. Es un programa de prevención del suicidio de la Provincia hasta que funcione el CAS, que por ley 27.130 tiene que estar operativo.

Efectivamente, el teléfono de asistencia al suicida volverá a funcionar. Aún no hay fecha ni lugar físico definido, que puede ser en la ciudad de Santa Fe o en la de Rosario. Pero está todo en marcha, con un proyecto presentado para que se ejecute y se vuelva a hacer realidad.

Mientras tanto, en las charlas abiertas, Miriam trabaja con un equipo especializado que fue reclutado del grupo que se desempeñó en el 0800 de asistencia durante la pandemia. El lugar y la fecha de las charlas se anuncian a través de la Dirección Provincial de Salud Mental.

Pueblo chico, infierno grande

Miriam no dio un número, pero señala que la cantidad de suicidios e intentos de suicidios en los pueblos exceden los promedios nacionales. “Cada pueblo que visitamos tiene su propio sintomatología, que es excesiva para lo que son los pueblos y comunas pequeñas. Los intentos y los suicidios son muchos, sobrepasan las estadísticas”, cuenta.

“El factor es multicausal y es caso por caso, yo siempre le digo a mi equipo que es como un iceberg, que la punta es lo que vemos y decimos pero que por debajo hay factores culturales, sociales, económicos,  relacionales”, enumera y recuerda una charla en Ricardone donde los chicos hablaban mucho del bullying como motivo para pensar en quitarse la vida.

Algunas de las creencias sobre el suicidio

Miriam afirma: “Es como la locura. No se vuelve loco el que quiere sino el que puede, no se suicida el que quiere sino el que puede” y continúa con la metáfora: “Como si fuera el terreno, en el desierto crece muy poco o nada, en la tierra roja algunas cosas y en la fértil, negra, muchas. Es decir, tiene que tener esa fertilidad para que esto aparezca, brote y ocurra”.

Un mito ya desterrado es que el suicidio tiene componente hereditario. “Sí hay una predisposición, pero no tiene que ver con la herencia genética o sanguínea sino con la cuestión, cómo se trabajó ese duelo en la familia o qué cosas pasaron después con eso”, sostuvo.

Llamados y asistencia anónimos

Muchas veces ocurre que es la misma persona que está por cometer el suicidio es quien llama y pide ayuda, y muchas otras es algún informante, por eso se mantiene el anonimato. “El objetivo cuando vuelva a funcionar el Centro de Asistencia es que se corra el objeto de la persona y que se filtre alguna pregunta, algo para que pueda quedarse con alguna pregunta y pueda salir de esa situación”, dice.

“No hacemos asistencia a domicilio, sino telefónica”, insiste y agrega: “En Argentina, la asistencia se crea en 1967. Los psicólogos asistían el teléfono y a los consultantes y padecieron muchas agresiones, por lo que se crea el anonimato, el que llama no dice quién es y el que atiende tampoco. La única salvedad es que el que llama puede identificarse si quiere”.

Viejo Hospital de Clínicas, donde funcionó el Centro de Asistencia al Suicida entre 1967 y 1970 en Buenos Aires

 

En caso de emergencia en la actualidad se pueden comunicar al 0800 345 1435.

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