El hambre y el frío eran insoportables. Julio Más integraba la Compañía B del Regimiento de Infantería Nº 5 destacado Puerto Howard. Los habitantes del pequeño caserío habían sido evacuados a Puerto Argentino. Más dejó el monte María donde estaba apostado con sus compañeros y bajó en busca de comida. Pateó la puerta de una casa y encontró lo que buscaba: latas de carne, porotos, duraznos al natural, leche en polvo. Puso debajo de su chaqueta todo lo que pudo y volvió a su puesto. Repartió entre sus compañeros aquel botín y por ese hecho, el teniente 1º a cargo de la compañía ordenó que lo estaquearan. Se había ordenado respetar a los isleños y no afectar sus bienes. Si se necesitaba comida, comprársela. Pero eso no se hizo, ni siquiera atendiendo a que la alimentación de la tropa era totalmente insuficiente, agravado por el frío reinante que requería de una nutrición reforzada.
Fueron largas horas las que pasó Más en el castigo, con sus brazos y piernas atados con cordones de borceguíes a estacas en cruz hasta que la noche llegó con bombardeo. En esa situación un cabo se apiadó de él, lo desató y lo llevó a un pozo de zorro.
A casi 33 años de la Guerra de Malvinas, el hoy veterano rosarino Julio Más recuerda los detalles, aquel aire helado que le pasaba por sus narices de cara al cielo, humillado por haber ido en busca de comida. Su historia, como la de otro centenar de conscriptos, figura en el expediente que contiene denuncias por torturas, estaqueamientos, muertes por hambre y hasta un asesinato. El trámite se inició en 2007 en el Juzgado Federal de Río Grande, Tierra del Fuego, a cargo de Viviana Herraez, pero está paralizado desde que la Cámara de Casación Penal sostuvo que los delitos habían prescripto.
—Días atrás, en la apertura del año legislativo, la presidenta Cristina Kirchner dijo que estaba “muy sensibilizada” luego de que la Corte Suprema desestimara la investigación sobre las torturas que ustedes sufrieron de parte de sus superiores. ¿Cómo lo tomaron los ex combatientes?
—En el discurso ante los legisladores, cuando la presidenta tocó el tema de los ex combatientes dijo estar apenada por la resolución de la Corte, y alentó a que vayamos a los fueros interamericanos a reclamar, cuando en estos años el Estado que ella representa se pudo haber presentado como querellante. Si rebobino pienso cuando Néstor Kirchner bajaba el cuadro de Videla y por otro lado les daba la pensión a los oficiales que aún están en ejercicio activo. Y ése fue un logro que habíamos conseguido después de una larga lucha los soldados.
Aquí hay una larga historia, donde hay muchos jueces que militaron el olvido e impunidad. Hoy figura como querellante de la causa el Centro de Ex Combatientes de La Plata, cosa que debería haber hecho el Estado hace tiempo. En el año 2007, Eduardo Luis Duhalde, en una reunión de derechos humanos que se hizo en Corrientes y de la que participamos, se había comprometido con los veteranos y coincidió con la presentación que habíamos hecho ante la jueza federal de Río Grande, donde presentamos más de setenta casos de tortura sufrida en Malvinas de parte de quienes eran nuestros superiores.
—Hay una coincidencia en los ex combatientes en que la peor guerra la sufrieron cuando volvieron, la indiferencia del Estado.
—En el tema de Malvinas y el Estado están los nueve años que van desde 1982 cuando regresamos de las islas hasta 1991, que fue cuando el primer subsidio a nivel nacional para el veterano de guerra a través del Pami, que motivaron una causa contra el Estado por abandono de persona. Es decir, por los años en los que no hubo ningún tipo de política de contención para aquellos adolescentes que llegábamos y éramos vistos como bichos raros. Éramos pibes asustados, entre los cuales hubo una cantidad terrible de suicidios, más de 300. Desde el 91 a la fecha, los gobiernos no negaron el tema pero tampoco aportaron ni cumplieron con el resarcimiento. Muchos murieron esperando. Nos gustaría que algún gobierno pida disculpas por esos nueve años y diga «miramos para otro lado».
—Santa Fe es pionera en derechos y pensiones, pero tiene que ver con la lucha que llevaron los veteranos…
—Económicamente estamos bien; el Estado demoró, pero ahora tenemos una pensión digna. Santa Fe ha tenido en (los gobernadores Jorge) Obeid, (Hermes) Binner y ahora (Antonio) Bonfatti una muy buena predisposición para con el veterano, pero el Estado nacional siempre se acuerda el 2 de abril para una palmadita en la espalda… Hay una realidad y es que cuando volvimos de Malvinas éramos 14 mil adolescentes marcados a fuego por una guerra y por casi una década el Estado nos abandonó.
—Los últimos años, cuando la presidenta viene al Monumento por el 20 de Junio, ¿ya no los invitan?
—Nos corren de los desfiles en el Monumento. Los últimos años, cuando viene la presidenta, no hay desfile no sólo de los ex combatientes sino para los gauchos, sus centros tradicionalistas y distintas entidades…
Mirá: cuando actuó Fuerza Bruta por avenida de Mayo en ocasión de los festejos por el Bicentenario nos tuvimos que meter de prepo unos veinte veteranos con una bandera, sorteando a los custodios que no quisieron problemas. Y si la gente nos vio fue porque nos metimos a la fuerza, no estábamos invitados. Cuando hicieron la parte de Malvinas, donde había una representación con cruces muy hollywoodense, los verdaderos protagonistas, los que estamos vivos, tuvimos que entrar colados. Cada vez que hay un acto, la fecha patria que sea, en el lugar del país que sea, los veteranos estamos de la décima fila para atrás… es así. Que directamente nos digan que molestamos, como lo hizo Aníbal Fernández cuando Néstor Kirchner vino al Aeropuerto de Fisherton el día que se le puso el nombre de Malvinas Argentinas y a nosotros nos dejaron afuera. Aníbal nos dijo: “Basta muchachos. Ustedes dedíquense a recibir medallas, a ir a desfiles. Lo demás déjenlo al gobierno, déjennos que trabajemos”.
—Luego de que la Corte clausuró la causa el pasado 19 de febrero, ¿sólo queda llevar el caso de las torturas a los organismos internacionales?
—Sí. El Centro de Ex Combatientes de La Plata presentará nuestros casos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el menor tiempo posible, en nombre de su titular Ernesto Alonso, uno de los veteranos que integra la Comisión Nacional de Veteranos de Guerra. Desde el 2007 cuando metimos la denuncia, comencé a tener llamadas de amenazas, para que desistamos. Pero no, y con una aclaración: Yo no digo que “el Ejército me estaqueó”. Yo digo: “Fulano de Tal fue el que me estaqueó”.