El tono agridulce, por momentos algo melancólico pero que al mismo tiempo puede volverse oscuro y doloroso (siempre a raíz de algunos secretos bien guardados), que aflora en los textos dramáticos del uruguayo Florencio Sánchez (1875-1910) pareciera haber encontrado una especie de nueva sonoridad y una nueva morfología para sus personajes, bastante más feroz y atormentada, a partir del concepto del “piedrazo en el espejo” que propone el actor, director y docente porteño Pompeyo Audivert, quien hace un tiempo adaptó, protagonizó y dirigió, junto a Andrés Mangone, una versión libre de El Pasado, una comedia de 1906 del autor de En Familia, a la que nombró Trastorno.
Seducido por el teatro de Audivert, uno de sus maestros más contemporáneos y con quien ha desarrollado un recorrido también como actor, pero además desde la idea de una patología a la que puede abordar desde su otra profesión, la de psicólogo, el director y maestro local Hugo Cardozo, al frente del grupo La Estación, estrenará este sábado en El Rayo su propia versión de Trastorno, ese “cambio o alteración que se produce en la esencia de una cosa, una situación, o en el desarrollo normal de un proceso”.
“En la cima de la pirámide social, en ese teatro narcisista y autorreferencial donde la elite engendra y perfecciona sus larvas, se ha producido una fractura, un trastorno moral que amenaza con devorarlo todo. La construcción ficcional del poder tambalea, la familia esconde un secreto siniestro que proyecta su sombra más allá de la casa”, escribió Pompeyo y reproduce Cardozo acerca de Trastorno, que en la versión rosarina cuenta con un elenco de grandes actores y actrices, integrado por Claudio Danterre, Pablo Fossa, Pochi Gotri, Lorena Salvaggio, Estela Argüello, Lucas Aquino y Jorge Ferucci, con la coordinación de ambiente sonoro de Juan Verdún, producción ejecutiva de Diego Bollero, asistencia de dirección de Paula Bertazzo y Franco Yanqui, vestuario de Christian Ayala y fotografía de María Emilia Taljame y prensa de Mariel Cortez Piñero.
Un recorrido
“En 2009 gané una beca de estudio a través del Instituto Nacional del Teatro (INT) y ya tenía una curiosidad por el trabajo de Pompeyo, por su propuesta de Máquinas Teatrales (una estrategia para la improvisación). De algún modo me faltaba eso, porque ya había atravesado experiencias del Método, de antropología teatral, Kantor, la representación; y al mismo tiempo me interesaba, porque es algo que traigo de mis primeros maestros, desde 1980 cuando arranqué con Cacho y Miguel Palma, Chiqui González, Rody Bertol, Norberto Campos, Norman Briski y hasta algunos encuentros con Tato Pavlovsky, lo político, que es algo que aparece fuertemente en el teatro de Pompeyo”, contó Hugo Cardozo, director al frente del grupo La Estación, colectivo de trabajo e investigación escénica que tiene en su haber recordados montajes como Christine y Lea Papin y Máquina Schreber, surgidos, precisamente, a partir de las Máquinas Teatrales.
Pero aquél primer encuentro que duraría un año se extendió en el tiempo. “Aquél primer año de trabajo sigue hasta ahora, con una relación de mucho afecto y mucho aprendizaje; al poco tiempo ya era parte de alguno de sus proyectos y siempre coincidimos en un montón de cuestiones, en temáticas y en lo ideológico. Con Pompeyo, siempre debatimos y discutimos mucho sobre política y sobre el teatro. En ese proceso, las Máquinas Teatrales fueron un descubrimiento no sólo para actuar sino también para dirigir y escribir, con ese nivel de compromiso metafísico que propone él como maestro y creador en cada uno de sus trabajos y ciertas ideas de un enmascaramiento que, al mismo tiempo, me interesan por mi otra profesión de psicólogo”, apuntó Cardozo sobre un recorrido que lo trae hasta el presente con el estreno de Trastorno.
“En su momento estuve cerca del comienzo del proyecto de Trastorno; Pompeyo entendió que es una obra que nos representa, que es un momento político en el que debemos hablar de estas cuestiones, producir un teatro que nos lleve a pensar y quizás no salir de la sala con un bienestar porque se trata de un teatro movilizante. La idea inicial era que se estrenen el mismo día las dos versiones de Trastorno, la porteña y la rosarina. Arrancamos juntos con ese trabajo, pero tenemos tiempos diferentes y tras las correcciones de semana a semana y una gran minuciosidad en el trabajo compartido, nos terminó frenando la pandemia y por eso estrenamos finalmente ahora, después de tres años del aquél comienzo”, contó Cardozo quien además es parte de la performance teatral de Audivert Edipo en Ezeiza, que a diez años de su estreno y en una nueva reposición espera poder traer a Rosario en los próximos meses.
Arrojar la piedra
La de Trastorno es una visión “desaforada” de esta tragicomedia de Florencio Sánchez, “donde la identidad fracturada es la piedra de toque de un drama metafísico existencial que, con un humor ácido e implacable, va avanzando hacia una revelación final devastadora”, escribió el maestro porteño acerca de esta especie de disolución no sólo de una idea de familia sino también de un modo de hacer teatro.
“Ponerle Trastorno a esta versión de El Pasado es poner a la obra a dialogar con el presente, con el momento actual, porque pasaron poco más de cien años y este nombre le sienta muy bien, mucho mejor que el original. Es una familia de clase media-alta pero un poco en decadencia que hace un esfuerzo por sostener esa gran fachada y una mirada sobre lo que debe ser esa clase que detesta a los que están más abajo y no les interesa nada de esos otros. En ese punto, la obra es de hoy, de ahora: hay gente a la que no le interesa nada de los demás, que no miran lo que pasa a su alrededor, solamente contemplan el obligo propio, una mirada muy sesgada de la realidad sin ninguna posibilidad de sensibilidad y ni siquiera una cuestión ética hacia el padecer de esos otros. Y si ponemos esta obra en contexto, atravesamos cuatro años de un gobierno neoliberal y dos de una pandemia, con la estrategia de dejarnos en deuda, heridos por mucho tiempo”, destacó el creador.
Y respecto de esta especie de ruptura, de distancia de esa familia que esgrime un poder que es económico sobre el entorno, Cardozo planteó: “Lo paradójico es que esto mismo que pasaba hace un siglo también pasa hoy. Es ese desinterés y la salvación individual por encima de la colectiva que caracteriza el pensamiento de Rosario, la matriarca de esta familia. Es una familia que termina en una crisis a partir de la irrupción de aquél que pretende romper con esa lógica instalada, que busca producir un quiebre, y entonces se evidencia el poder y quién lo ostenta en esa familia con gran brutalidad. La obra muestra ese fracaso y quiénes son los que sobreviven que siempre son los poderosos”.
“Este trabajo implica un gran compromiso, es una obra intensa donde se toma partido y el teatro intenta dar batalla y decir lo que está pasando. Digo que es una obra intensa porque es como un bicho al que hay que dominar o al menos intentarlo función tras función; un proyecto que se sostuvo todo este tiempo porque hay un grupo de actores y actrices que mantienen viva la decisión de sostenerlo. Y esta es nuestra versión, porque obviamente no es una copia de la de Pompeyo, más allá de que las bases y algunas decisiones son las mismas, sobre todo en el terreno de lo teatral pero también en lo histórico y lo político, con un elenco de actores y actrices de distintas formaciones pero con la decisión de tomar un camino común y un modo de pensar la teatralidad y un modo de pensarnos como artistas”, expresó Cardozo finalmente.
Para agendar
Trastorno, de Pompeyo Audivert, versión libre de la obra El Pasado, de Florencio Sánchez con dirección de Hugo Cardozo, se presentará a partir de éste, todos los sábados de agosto, desde las 20.30, en la sala El Rayo, de Salta 2991. Las reservas se realizan a través del 341-5872397 y 3415842730 (El Rayo)