En una nueva apuesta por un teatro que encuentra en la complejidad casi un signo poético, el director rosarino Damián Ciampechini, repondrá este fin de semana, luego de diez años, la trilogía de Las Polacas, de la dramaturga y escritora rosarina, radicada en Buenos Aires, Patricia Suárez, en un contexto donde la trata y los femicidios son problemáticas instaladas en la agenda diaria, lo que vuelve a resignificar el material.
Las obras en cuestión, “Casamentera”, “Varsovia” y “Desván”, que sumarán en total a cincuenta artistas locales en escena, se verán, la primera, los sábados a las 20.30 en la sala Amma (Urquiza 1539), la segunda, los viernes en el Barco Ciudad de Rosario (embarque a las 20.30, comienzo de la obra a las 21), y la última, los sábados a las 22 también en Amma.
Las piezas de Suárez, estrenadas originalmente en 2002 por la directora porteña Laura Yusem, trabajan sobre la problemática de la prostitución y la trata de personas en la Argentina de la década del 30. “El texto revisita los avatares de una clase muy particular, de inmigrantes argentinos: los tratantes de mujeres y la suerte que vivirá una mujer en particular desde su destierro natal en Polonia (“Casamentera”), imaginando futuros en el viaje hacia la nueva vida sobre el barco (“Varsovia”), para terminar aniquilando sus pequeños deseos y los grandes anhelos en un prostíbulo en el barrio de Pichincha de Rosario (“Desván”)”, adelantan Ciampechini y equipo.
Declarado de interés por el Concejo y la Secretaria de Cultura municipal, y de interés provincial por la Cámara de Diputados de la provincia, el montaje de las tres obras implica un gran esfuerzo de producción. “Siempre decimos que cuatro actores es un lío, cuarenta y tantos es un lío inimaginable. Pero la idea siempre ronda en encontrar algo que mueva el avispero para tratar de despertar al público rosarino con propuestas locales que, por cierto, las hay muchas y de muy buena calidad”, expresó el director.
Con la problemática de la violencia de género y los femicidios tan presentes en el imaginario mediático y colectivo, los acontecimientos que narran las tres piezas encuentran en el presente una enorme caja de resonancia. “En el momento de volver a pensar en este material, lo primero que me vino a la cabeza fue #NiUnaMenos: más que nunca, la trilogía, tiene una fuerte resonancia en lo cotidiano. Hay que tener presente que en 1900, en tiempos de la guerra, tres mil mujeres vinieron a la Argentina, fueron obligadas a prostituirse, y finalmente, muchas de ellas, fueron asesinadas y enterradas en fosas comunes. Es una parte de nuestra historia que no se conoce o se conoce poco, y esta trilogía lo refleja”, detalló finalmente el director.
“Sin clientes, no hay trata”
“Las tres obras que integran Las Polacas se estrenaron juntas en el teatro de Laura Yusem, en mayo de 2002, en medio de una crisis económica espantosa. Estaba previsto que estuvieran dos meses en cartel, y estuvieron dos años seguidos. Al principio, lo atribuimos a que era un tema tabú de la sociedad argentina y de la colectividad judía, pero después fuimos comprendiendo que se debía a que la trata de blancas había vuelto, y en nuestro país la trata de blancas, con su cadena de secuestro, prostitución y asesinato, se quedó”, detalló Patricia Suárez, autora de la trilogía, acerca de la resignificación del material a partir de la visibilización, en los últimos años, de la violencia de género, la trata y los femicidios.
Y agregó: “El «cuento» que les hacen ahora tal vez sea diferente, pero el estado de miseria y de violencia al que acuden los tratantes para hacerse de sus víctimas, es el mismo. Quizás es todavía peor, porque a las polacas, cuando ya no eran útiles en los burdeles, las liberaban. Ahora, las matan”.
“En aquel entonces, las tres primeras décadas del siglo XX, existía en la sociedad la doble moral, que censuraba a las mujeres decentes para tener sexo antes del matrimoni,o y, aún dentro del matrimonio el ejercicio de la sexualidad era reprimido. De aquí que los hombres tuvieran queridas y fueran habitúes a los burdeles en busca de placer: al menos esa era la excusa. Hoy, que la doble moral ya no rige tanto en la sociedad, es inadmisible que sigan existiendo redes de tratas con cientos de mujeres, sino miles. Porque sin clientes no hay negocio, no hay trata”, completó Suárez.