Tres miembros de la afamada dinastía de orfebres argentinos Pallarols, el padre y dos hijos, que desde hace años trabajan separados, generaron la insólita situación de haber cincelado tres cálices diferentes para el papa Francisco, amigo de la familia.
Se trata de Juan Carlos, 70 años, sexta generación de plateros originarios de Cataluña, que han producido piezas para cuatro papas, y de sus hijos Carlos Daniel y Adrián, que desarrollan su refinado oficio en forma independiente.
La copa para el vino de la misa elaborada por Juan Carlos fue gestada primero, porque responde a un entendimiento de hace meses con el Vaticano para montar allí una exposición de platería durante mayo, cuyo momento culminante será ese obsequio al Papa.
En medio de los preparativos ocurrió la renuncia de Benedicto XVI y la sorpresa del nombramiento de Francisco, argentino y bien conocido por los Pallarols.
Lo peculiar del cáliz de Juan Carlos –autor de los bastones presidenciales desde la restauración de la democracia– es que invita a miles de personas a dar un golpe de cincel a la superficie de la pieza, para darle el efecto decorativo de martillado y dotarla de una participación multitudinaria.
Por ello, el artista se propone, cuando el Papa vaya a bendecir la exposición, pedirle una ampliación del plazo hasta fin de año, para llevar el cáliz por todo el país, incluida la base antártica Marambio, y que más personas puedan dejar su huella en él.
A todo esto, los dos jóvenes hijos de Pallarols también crearon sendos cálices para el nuevo Papa.
Carlos se aprestaba a viajar al Vaticano en estos días con la dirigente social Margarita Barrientos, que nunca antes salió del país, para entregar “el cáliz de la solidaridad y el compromiso” al Papa el próximo miércoles.
Adrián, en tanto, a quien el ahora Papa casó y bautizó a su hija, le llevará un cáliz cuya particularidad es haber sido exhibido, con gran concurrencia de público, en la parroquia de San Cayetano, donde los fieles dejaron en un libro mensajes para el pontífice.