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Tres «historias espaciales» que se asoman a un patio e indagan en el firmamento

Se conoce este sábado “Decálogo de las estrellas”, montaje que se suma, desde el trabajo colectivo con la actuación de Vanina Piccoli, Sofía Dibidino y Emanuel Rivas bajo la dirección de Natalia Pautasso, a las propuestas pensadas para espacios abiertos, esta vez en Abre Casa de Arte

Con la idea de contar historias a cielo abierto, pero sobre todo con la necesidad imperiosa de regresar a escena, un grupo de artistas locales suma desde este fin de semana una nueva propuesta del ahora llamado teatro en patios. Se trata de Decálogo de las estrellas, que se presentará con una serie de funciones los sábados de febrero y marzo, con protocolos vigentes, al aire libre y con servicio de buffet, en Abre Casa de Arte, sólo con reserva previa al 3416 61-5157.

Bajo la dirección de Natalia Pautasso y con las actuaciones de Vanina Piccoli, Sofía Dibidino y Emanuel Rivas, Decálogo de las estrellas propone una primera serie de “historias espaciales”, según adelanta el equipo, que para el montaje de la propuesta debió afrontar un período de ensayos a distancia y luego, presenciales, con protocolos.

Decálogo de las estrellas es un material gestado a partir de tres monólogos; son tres historias que forman parte de un proyecto más ambicioso que, justamente, se llama Decálogo porque son diez historias. Todas tienen como disparador que los personajes están en sus casas pero deseando estar en otro lugar, con el denominador común del universo, el cosmos y las estrellas”, dijo a modo de presentación la actriz y directora Natalia Pautasso, quien destacó que el proceso de creación de la dramaturgia lo desarrolló de manera conjunta con los actores.

De hecho, el disparador temático se gestó en el medio de la pandemia y la pandemia misma se volvió algo insoslayable. “Fue en el contexto más extremo del aislamiento, donde nos preguntábamos y hoy se preguntan los personajes, adónde huir frente a esta realidad, porque es una situación tan opresiva en términos subjetivos que nos aparece este instinto de la huida, de salir corriendo; así aparecen discursos propios de un contexto de crisis, incluso con humor. Aflora también, por fuera de la obra y los personajes, esta idea de algún sector de irse del país que está siempre latente pero ahora no hay un lugar que esté libre de esta situación de pandemia porque el alcance es mundial”, dijo la directora que destacó el interés que generó en el grupo la vida en pandemia y sus consecuencias, un disparador que parece haber llegado al universo teatral para quedarse por un largo tiempo.

“Nos parecía muy interesante este contexto en el cual estamos igualados en la incertidumbre, porque nadie sabe concretamente qué va a pasar en el mundo; nos parecía valioso indagar sobre eso, en principio desde la escritura, porque somos de una generación que desde la producción escénica también ha buscado recuperarla”, destacó Pautasso que en su recorrido profesional, y con la afinidad por contar historias, entre otros, estuvo acompañada por el dramaturgo y director porteño Mariano Tenconi Blanco, en un tiempo en el que conviven “la creación colectiva o dramaturgia del actor con los textos escritos previamente e incluso un teatro más posdramático o del cuerpo”, expresó.

Narrar a borbotones

“Las ideas de los monólogos fueron surgiendo a borbotones, imaginando situaciones de personas que estaban privados, como estábamos todos, de realizar sus actividades habituales y así aparecieron un montón de historias”, dijo la directora.

Y destacó: “Puntualmente, las tres que elegimos, más allá del gusto personal, son las que podemos hacer ahora, dado que el proyecto mayor contempla diez actores y actrices en escena. Las tres elegidas son «La Astrónoma», que cuenta un momento en la vida de Juana Gutiérrez, astrónoma de carrera que desde su casa descubre que acontecerá una situación catastrófica; la otra historia es «Valentina Tereshkova», en un momento de la vida de Valentina, una mujer entre 30 y 40 años que convive con su pareja y su hija, y donde hay una relación con Valentina Tereshkova, la cosmonauta rusa que existe realmente y que fue la primera mujer que mandaron al espacio en plena guerra fría y que estuvo tres días sola en medio de la nada. Y la tercera es «Auto rojo», que es la historia de un tipo que está solo en su casa, aburridísimo; tiene que ver con una persona que transforma cualquier estímulo de la vida real en un viaje delirante”.

Volver al ruedo

En medio de esta contingencia y de la necesidad de trabajo de los colectivos teatrales de la ciudad, Pautasso habló de una vuelta cuidada y necesaria: “La mayoría apelamos al humor, de todos modos no digo que tenga que ser así para todos; pero necesitamos volver al ruedo y la gente necesita salir por un momento de una realidad que nos ha tocado vivir pero que no es algo elegido por nadie. Por eso apelamos al humor, también por nosotros, porque se vuelve liberador. Y a medida que avanzábamos en el proyecto, fuimos mutando de lo audiovisual a lo presencial, porque entendemos que lo no presencial no es teatro, más allá de que los formatos se puedan hibridar a futuro proponiendo otras cosas. De hecho, el teatro siempre ha mutado, pero lo presencial es irremplazable”.

Finalmente, la creadora analizó el diálogo que desde lo dramático proponen los materiales con el entorno en el patio y los interiores de Abre Casa de Arte. “Desde un comienzo y con la idea de montar estas historias en Abre, las tres dialogan naturalmente con el espacio que se volvió determinante. Abre es una casa, con sus lugares, que son los espacios escénicos de estas historias. Nos vino muy bien que haya una cocina, un living, un baño, un techo; y que si bien estos personajes están construyendo realidades que tienen que ver con el espacio sideral, con algo que pasa muy por fuera de su alcance, están dentro de sus casas. Por eso, y como marca el protocolo, el público y la técnica estarán en el patio, pero los personajes usan otros ámbitos en un diálogo entre el interior y el exterior que se vuelve muy atractivo a la hora de producir ficción”.

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