Los mediodías de la esquina de avenida Génova y Cullen se caracterizan por las decenas de niños que entran y salen de la escuela primaria 1319 José Ortolani. Ayer, en la hora pico del recambio de alumnos, una persecución a tiros que involucró a dos motocicletas causó una dramática escena cuando tres niños que salían del comedor resultaron baleados, uno de ellos de gravedad. Un plomo atravesó el torso de Lucas A., de 13 años, quien fue sometido a cirugía que terminó al cierre de esta edición con resultado favorable. En tanto, Mauro J., de 7 años, recibió un plomo que le perforó el brazo, le ingresó por la axila y le quedó alojado en tórax. El estado del pequeño era estable, mientras que su hermanito de 10, identificado como Omar J., recibió una herida superficial en el antebrazo y fue dado de alta ayer por la tarde del hospital Víctor J. Vilela. Al cierre de esta edición,la Policíatrabajaba en la zona para dar con el autor de los disparos.
Vecinos del lugar dieron distintas versiones de cómo sucedió la balacera y, aunque los dichos fueron muy dispares, todos coincidieron en que cerca de las 12.15 de ayer un motociclista seguía a los tiros a dos muchachos que también circulaban a bordo de un rodado de110 centímetroscúbicos. Al menos cinco disparos retumbaron en la puerta de la escuela Ortolani, justo cuando los alumnos del turno mañana que salían tras almorzar del comedor volvían a sus casas, y hacían el recambio con otros infantes, quienes aguardaban en fila por el plato de comida y la jornada escolar. “Estaba en la sala de maestros y escuché unos cinco tiros. Por eso salí a la puerta para hacer entrar a todos los nenes”, relató Evangelina, de 29 años y portera del establecimiento.
“Mientras hacía pasar a los chicos, me di cuenta que uno tenía sangre en el guardapolvo, entonces llamé al servicio de emergencias del colegio. Los de emergencias me pidieron un montón de datos y después me dijeron que como había sido baleado afuera tenía que llamar al Sies”, prosiguió la joven todavía ahogada en lágrimas por el momento que le tocó vivir. “Cuando llamé al Sies, a las 12.25, nos dijeron que la ambulancia ya estaba en camino”, contó la portera tras explicar que “el niño lloraba, estaba muy asustado y sentía dolor”, prosiguió.
En ese marco, la joven decidió, junto con un uniformado, trasladar al chiquito al centro de salud Juana Azurduy que está en la esquina de la escuela, en avenida Génova y Fraga. “Cuando la portera llevó al tercer herido había otros dos niños heridos”, agregó una de las maestras, quien detalló que los pequeños habían sido llevados por un vecino que los recogió malheridos en la calle. “La ambulancia llegó a la una de la tarde”, denunció la docente.
Alrededor de las 16 de ayer el personal del hospital de Niños Vilela emitió un comunicado donde actualizaba el estado de salud de los pacientes que ingresaron luego de la balacera en Empalme Graneros. La médica Delia Peralta dialogó con El Ciudadano y explicó que el pequeño de 7 años, quien recibió el impacto de un proyectil por la axila que le quedó alojado en el tórax, se encontraba en observación e internado en una sala común. Por su parte, con respecto al adolescente de 13 años, a quien la bala le ingresó por la zona lumbar con orificio de salida por la cara anterior del abdomen, Peralta comentó que apenas fue derivado al centro de salud fue intervenido por la gravedad del cuadro.
En ese sentido, la mamá de Lucas dialogó con El Ciudadano mientras aguardaba ayer alrededor de las 20.30 el último parte médico con una expresión más relajada, debido a que los profesionales le comunicaron que la operación de su hijo había finalizado y que no se habían presentado ninguna dificultad. “Por suerte está mejor. Los médicos me dijeron que la operación salió muy bien”, dijo la señora.
“Tomátela de acá”
V. tiene 13 años y vive en una de las humildes casitas de Cullen 100 bis, ubicada frente a la escuela. El muchachito dijo que volvía a su hogar cuando vio a un motociclista disparar a otros dos, que huían y cayeron de la moto justo frente a su hogar y, asustados, intentaron refugiarse adentro.
“El loquito se vino para acá y decía «dejame entrar, dejame entrar» y yo le dije que se las tome de acá. Se quería meter porque estaba asustado pero mi papá lo echó”, contó el pequeño.
Al parecer, aunque parala Policíatodavía es todo muy extraño, un ladrón que circulaba en una Honda Wave color negra de110 centímetroscúbicos perseguía a tiros y con fines de robo a otros dos jóvenes que también iban en moto. “Es muy confuso, porque si iba solo en una moto no sabemos cómo iba a robarse otro rodado”, reflexionó un alto jefe policial que barajó la posibilidad de un cómplice a pie o de que se haya tratado de una venganza.
En tanto, una mujer con su bebé en brazos, que también presenció la escena de tiros, dijo que el par de motociclistas que derrapó por el asfalto huía de otro que les quería robar. “No se qué le iban a robar si llevaban una paquete de pañales y unas toallitas de bebé”, refirió la mujer, mientras señalaba los lugares donde pegaron las balas. “Pedían nafta porque no arrancaba la moto y tenían miedo, pero se fueron por allá, y el ladrón también se perdió por Cullen”, expresó. El atacante vestía una campera negra, con gorrita del mismo tono y un arma plateada con mango negro, según dijeron varios vecinos de la cuadra.
Voceros policiales informaron que en el lugar no se secuestraron vainas servidas, por lo que no se pudo determinar el calibre del arma de fuego utilizada como tampoco identificar a los sospechosos. El hecho recayó en el Juzgado de Instrucción de la 7ª Nominación, donde subroga la magistrada Alejandra Rodenas.