Tomás Felipe Carlovich es el ídolo de todo el pueblo charrúa porque allí fue donde se forjó parte de su gran historia. Sin embargo, antes de comenzar a escribir esa historia con la casaca azul del Matador, el Trinche, a muy corta edad, ya había conquistado a otra hinchada. Se trata de Sporting Club de Bigand, equipo que participa de la Liga Deportiva del Sur.
Es que en 1965, un joven Carlovich, de apenas 19 años, llegó a préstamo desde Central y se consagró campeón del certamen local con el Aurinegro. Tras esa conquista, volvió a la entidad de Arroyito y todo continuó hasta convertirlo en la leyenda que es.
Sobre su paso por Sporting, el Trinche recordó alguna vez desde lo afectivo que “la gente es muy hermosa, me brinda mucho cariño. Acá pasé de los momentos más hermosos, los recuerdo siempre y una parte importante de mi vida”. Mientras que de lo futbolístico, expresó: “Teníamos un plantel extraordinario de la mano de Juan Larrañaga, éramos todos muchachos que hablábamos todos el mismo idioma en la cancha y por eso se logró lo que todos queríamos: salimos campeones”. Vale destacar que años más tarde volvió para jugar torneos nocturnos y siguió recibiendo la admiración de los hinchas y ganando títulos con el club en estos certámenes.
El cariño de la gente de Sporting es tal, que desde el año pasado, el torneo provincial de fútbol infantil que se organiza en las instalaciones del club, lleva el nombre de “Tomás Felipe Trinche Carlovich”. En la primera edición que se realizó bajo esa denominación, el propio ídolo estuvo presente para recibir dicho homenaje.
Alguien que hizo referencia a lo que significó el Trinche para la historia de Sporting fue Horacio Erceg, amigo de Carlovich y ex jugador de la entidad, quien vivió aquellos momentos de cerca. En charla con “Hoy es Siempre Todavía”, que se emite por Radio 2, contó que el apodo también tomó fuerzas en Bigand y explica el por qué: “Él tenía la pierna zurda un poco chueca y cuando se apoyaba, ponía el brazo derecho en jarra. En la sede de Sporting estaba el conserje Santiago Trinch, que se paraba igual y al coincidir todo, le quedó ese apodo, pero él mismo me reconoció que no sabía puntualmente de donde venía, que podía ser por un panadero, que como él era muy flaco y a la trincha del pan que era larga y finita se le decía así”.
Una anécdota que lo pinta a Carlovich y lo que era el fútbol para él, la cuenta Erceg sobre una posibilidad que tuvo de ir a Banfield y la desechó. El bigardéense cuenta que “cuando se va Miguel Ignomiriello, en 1967 lo llevan al Taladro, práctica martes y miércoles, el jueves hacen fútbol y el viernes él se vuelve de la concentración. Cuando le pregunto cómo podía desaprovechar esa oportunidad, me dice ‘te hacen correr cincuenta vueltas a la cancha, hacer mil flexiones y la pelota te la dan una hora los jueves, los técnicos matan el fútbol, hermano’”.
Así vivió siempre el fútbol el Trinche Carlovich, de manera muy sencilla, en las inferiores canallas, en Sporting de Bigand, en Central Córdoba o la primera división de cualquier equipo. Él solamente quería jugar y divertirse.