El fiscal Florentino Malaponte arrancó su turno en la Unidad Especial de Homicidios el jueves pasado. En cinco días quedaron a su cargo ocho investigaciones de muertes dolosas. “En las últimas semanas hubo un aumento de (el promedio) de homicidios”, dijo el funcionario, quien en conferencia de prensa se refirió al más resonante de los casos que intenta esclarecer: el triple crimen perpetrado anteayer por la tarde en Granadero Baigorria. “Es razonable la hipótesis de ajuste de cuentas”, expresó Malaponte, aunque evitó aventurar hipótesis sobre los motivos que acabaron con la vida de Ezequiel “Parásito” Fernández, su hermano José, apodado Grasita, y Gerardo Abregú, alias Abuelo, quienes fueron acribillados a balazos en barrio Martín Fierro de la vecina localidad. Todos habían sido acusados –dos de ellos condenados– por distintos hechos y sobre uno pesaba un pedido de captura, aunque para la Justicia todavía es prematuro hablar sobre el pasado de las víctimas: “Las evidencias que tenemos se limitan a la mecánica del hecho”, dijo Malaponte.
“No fue un enfrentamiento. Las personas fallecidas no tienen señales de haberse defendido. Creemos que los estaban esperando; es algo que estaba organizado. Fueron más de uno los que dispararon”, reveló Malaponte. En el lugar se encontraron 27 vainas servidas 9 milímetros. Se presume que se usaron dos armas aunque también podrían ser tres. El fiscal avaló el dato de que el auto que usaron los matadores pudo ser un Volkswagen Bora gris que una vez finalizada la faena fugó por un camino con salida a la autopista Rosario-Santa Fe. En el lugar de la masacre no hay cámaras de seguridad, pero los detectives confían en que el Bora, con vidrios polarizados y al parecer sin patente trasera, fue captado en algún registro.
Las víctimas quedaron entrampadas en un Corsa gris que Abuelo acababa de estacionar en ese lugar, donde los Fernández vivían desde cuatro meses antes: tenían entre siete y nueve disparos cada una y según el fiscal el Chevrolet era de la madre de Abregú. Los voceros judiciales revelaron que en el coche no se encontraron armas ni elementos de interés para la causa. Un vocero del caso reveló que uno de los hermanos Fernández de las víctimas murió con un encendedor en la mano, signo de lo repentino del ataque. En tanto, un dato que llamó la atención a los detectives fue un auto Toyota estacionado al lado del Corsa acribillado y poseía la patente adulterada. En el interior los pesquisas hallaron documentación considerada de interés para la investigación.
Parásito Fernández cobró notoriedad con su hermano Nahuel –quien terminó encausado por tenencia de arma de guerra– en septiembre del año pasado, por el fallido secuestro de un muchacho en una operación orquestada junto con Ariel Máximo “Guille” Cantero –entonces preso en la cárcel de Coronda– que investigó la Justicia federal. Guille fue procesado pero la Cámara entendió que es un caso que debe instruirse ante la Justicia provincial y así revocó la resolución, que fue apelada por los fiscales federales.
Una muerte en el armario
Además del pedido de captura en el fuero federal, Parásito también estaba prófugo tras ser condenado hace tres años por un crimen ocurrido en agosto de 2013. Así lo revelaron fuentes judiciales y el ex abogado de Fernández, Ariel González Zeballos. Parásito fue sentenciado en 2015 a 10 años por el delito de homicidio agravado y luego de una temporada en la cárcel de Coronda obtuvo salidas laborales hasta que en febrero de 2016 se transformó en fugitivo.
El caso por el que lo penaron fue el crimen de Rodrigo Chacón. Eran las 4.30 del sábado 4 de agosto de 2013. El lugar: el cruce de José Ingenieros y Donado, en barrio Emaús. En esa esquina estaba Chacón, de 29 años, con un grupo de amigos. Según contaron entonces voceros del caso, apareció otro grupo de jóvenes entre los que estaba Parásito, domiciliado a pocos metros, en Ingenieros al 7600. Según testigos, uno de los recién llegados extrajo un arma de fuego y disparó. Chacón, quien hacía una semana que había salido de la cárcel de Coronda, fue alcanzado por un plomo en la sien que le quitó la vida. En el mismo episodio, su hermano, entonces adolescente, recibió un tiro en la rodilla. Fernández sería capturado por el Comando en Juan José Paso y Circunvalación, en la víspera de Nochebuena de ese año, cuando intentaba huir en una Honda Falcon.
José Fernández, Grasita, fue acusado por el asalto al banco Municipal de Empalme Graneros, pero no hubo pruebas para condenarlo. Igual, firmó un abreviado a un año y medio de cárcel por encubrimiento de tres hechos de robo, que sumó a un monto igual que debía de otra condena.
Abregú, quien vivía a dos cuadras de la casa de los Fernández, fue acusado de al menos cuatro muertes, en los barrios Santa Lucía y Emaús, pero en todas terminó sobreseído.