Griselda Sandra Bin tenía 50 años. Trabajaba en un geriátrico de Maipú al 1700. Atendía abuelas y abuelos con Covid-19, hasta que lo contrajo. Estuvo internada durante una semana y murió el pasado lunes en el Hospital Italiano. Era madre de dos hijas y abuela de Mateo, de 2 años. Aunque su cargo remunerativo era por funciones de mucama, se desempeñaba en múltiples tareas: cocinaba y hasta cumplía trabajos de enfermería, según manifestaron sus familiares.
«Trabajó durante 12 años en el geriátrico. Estaba anotada como mucama pero era funcional a cualquier cosa que hubiese que hacer: como enfermera o cocinera. Era una mujer que daba todo por los abuelos, ya que ella misma fue criada por sus abuelos cuando se separaron sus padres», contó Jorge, su ex pareja con quien Griselda tuvo dos hijas: Anabel y Micaela.
Precisamente una de sus hijas había denunciado al 0800 que su mamá trabajaba sin elementos de protocolo apropiados para atender pacientes con Covid-19. «Debería haber un control más estricto del Estado sobre los efectores de salud, en donde los abuelos pasan a ser un negocio y los trabajadores también pasan a ser víctimas de la pandemia», sostuvo Jorge.
La doctora Micaela Catuara le sostuvo la mano a Griselda hasta que murió, aseguraron familiares. «También le realizaron trabajos de RCP durante 45 minutos pero no resultó suficiente. Estamos muy agradecidos por el trato que le dispensaron a Griselda en el Hospital Italiano», apuntaron. Y cuando tuvieron que notificar de su fallecimiento a las autoridades del geriátrico, respondieron: «Quedate tranquila que tu mamá tiene seguro de vida». La polifuncional mucama fue sepultada el pasado martes en el cementerio de Funes.
La carta de Jorge
«Griselda Sandra Bin pasó a ser tristemente parte de la fría estadística de los fallecidos por Covid-19. Se quejaba que le costaba respirar estando en su casa de barrio Sarmiento donde ahí residía. Mi hermana la buscó y la llevó a la guardia del Italiano, donde recibió una dedicada atención, pero su organismo después de cinco días no aguantó más, y sin visitas ni siquiera detrás de un vidrio, el destino pareciera ser tan cruel, que nos la arrancó de nuestras vidas», le escribió su ex pareja Jorge.
«Hace 15 años nos separamos, pero siempre nos unieron nuestras hijas, y Mateo, nuestro primer nieto. Y no alcanza con llorar, escribir para desahogarse, Griselda no merecía este destino cuando su corazón lo ofrecía como ofrenda cuantas personas conociera, y cuidaba de los abuelos en el geriátrico que trabaja como si fueran sus abuelos. Su vocación de servicio la llevó a dejarse exponer sin ser enfermera y sin protocolos, porque no tenía su equipo adecuado», denunció.