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Triste partida: la comunidad cultural rosarina despide al destacado escritor, poeta y docente Humberto Lobbosco

Nacido en Rosario en 1948, el deceso se produjo este martes por la noche. A lo largo de su vasto recorrido ofreció clases magistrales no sólo en Rosario sino también en España, Francia y Grecia y publicó una serie de libros

Foto: Guillermo Fournier

Una noticia muy triste enluta por estas horas a la cultura rosarina. En la mañana de este miércoles se conoció la información a través de rede sociales de la partida del destacado escritor y docente Humberto Lobossco, quien murió en la noche de este martes a los 77 años.

Se trata de una enorme pérdida, en una larga lista, para la Cultura y a las letras de Rosario de los últimos años.

Reconocido poeta nacido en Rosario en 1948, donde también se formó y fue docente de la UNR, supo trabajar además como redactor, corrector y editor, y como profesor de Letras, no sólo en la ciudad sino también en universidades de España, Francia y Grecia, al tiempo que, junto con Enrique Llopis, fundó la editorial De Aquí a la Vuelta.

A lo largo de su extensa carrera había publicado libros de poesía además de ensayos y traducciones.

En un posteo de despedida, la Biblioteca Argentina, destacó: “Informamos que ayer en la noche (por este martes) falleció el profesor Humberto Lobbosco. Fue tallerista de la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez».

Vastos sectores vinculados al ámbito de la cultura y la docencia se conmovieron tras la noticia del fallecimiento del escritor y  poeta, y también  traductor, lector, redactor, corrector, editor, oficios que ejerció en la ciudad y en el extranjero. Escribió dos libros de poesía y diversos poemarios, siendo uno de los últimos Es cuestión personal, editado por Papeles del Boulevard.

Como traductor abordó textos de escritores franceses e italianos como Gérard de Nerval, Charles Baudelaire, Paul Valéry, Ludovico Ariosto, Eugenio Montale, Cesare Pavese, Giuseppe Ungaretti y Salvatore Quasimodo. Vivió, trabajó y enseñó literatura en países europeos donde también perfeccionó su técnica en la traducción. Colaboró en diarios, revistas y radios argentinos y del exterior con ensayos y traducciones que fueron incorporadas a antologías poéticas.

Fue docente de Literatura en la Oficina de Derechos Humanos, de la Secretaría de Cultura y Educación de la municipalidad de Rosario. El entusiasmo fue una de sus virtudes más conspicuas y en ese sentido coordinó múltiples y diversas actividades culturales como la Biblioteca de Autores Rosarinos en su formato físico y virtual, surgida de una iniciativa propia y donde no solo figuraron autores consagrados sino que tuvieron cabida nóveles e inéditos. En esa oportunidad y en relación a esa propuesta había dicho: “La verdad que es una vieja idea que traje hace muchos años, pensando en la importancia de que la ciudad tenga una biblioteca de autores rosarinos. La presenté en muchas oportunidades, y por suerte ahora, con la Asociación de Amigos de la Biblioteca Argentina, pudimos hacerla realidad”.

Durante un tiempo coordinó el llamado Taller Literario Jorge Riestra, donde Lobbosco abordó el análisis, la interpretación y comprensión de distintos textos literarios de poesía, cuento, novela y ensayo, compartiendo la lectura cooperativa y  valiéndose de otras ramas culturales como mitología, teología, filosofía, historia, antropología, lingüística. La finalidad, claro, era disfrutar el placer de la lectura y el goce de aprender y ensanchar la propia enciclopedia.

Una de sus últimas actividades públicas había sido su participación en un ciclo de lecturas en el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez en febrero de 2024, donde participó junto a los poetas rosarinos Marta Ortiz y Rubén Echagüe.

Colega, pero sobre todo amigo de buena parte de los integrantes de la comunidad poética y narrativa local, su partida provocó una enorme cantidad de posteos en redes sociales lamentando semejante pérdida y recordándolo como un generoso compañero de ruta. Le gustaban el vino, las mujeres y, sobre todo, las inacabables charlas con amigos y de esto último, quienes lo conocieron pueden dar fe de su práctica constante.

“Humberto querido, admirado y maravilloso maestro, amigo entrañable. Durante 2022 y 2023 apoyó y estuvo presente en la programación teatral de Arteon, trajo sus alumnos, coordinó debates, realizó ponencias. Y en lo personal, empezamos a trabajar juntos en 1996, para mi versión de Hamlet, y desde ese momento fue mi consultor permanente. Me enseñó a leer, a interpretar y a traducir”, publicó en sus redes el actor, psicoanalista, director y docente de teatro Sabatino Palma, a modo de despedida, quien además recordó que Lobossco “hizo la traducción y adaptación de aquella obra memorable: La hora del té, en lo de los Torres Barrozo, que estuvo en cartel en los teatros de rosario entre 1999 y 2001”.

El escritor y docente Roberto Retamoso, amigo y compañero de distintos periodos, lo despide con un texto donde señala algunas características de vida y obra que lo pintan por entero.

Adiós Humberto

Hoy partió Humberto Lobbosco: amigo, compañero de vida, hermano no biológico.

Vivimos, como gustarían repetir algunos citadores, vidas paralelas. Que lo fueron por lo concurrentes, cabría aclarar, aunque no por la forma.

Porque en vez de pertenecer a dos naciones y dos culturas diferentes, pertenecimos al mismo lar, el de la República de la Sexta. Allí nacimos, con seis meses de diferencia. Cursamos juntos el Nacional Nº 1, y el tiempo nos volvió a acercar en las aulas de la vieja Facultad de Filosofía.

De todos modos, nuestros recorridos por el mundo no fueron los mismos. El de Humberto fue más romántico y bohemio, y por lo tanto andariego. Vivió en Europa, descubrió las atrocidades del primer mundo, y cuando regresó, publicó un libro extraordinario –ya comenzados los años dos mil– intitulado El Último Gesto.

Ese libro constituye un auténtico legado, por su contenido y su forma. Puesto que, así como en él Humberto habla de sus precursores, de la poesía, o del amor, también habla, proféticamente, del mundo de hoy.

En él, su poesía apela a dos figuras que encarnan, con toda la potencia de lo alegórico, a las fuerzas que chocan en el mundo actual: las Ratas y el Desmurador. Las Ratas son esas “Bestezuelas pardas falsarias corruptas / Ladronas sin pudor animalejos / En tierra devastada”, mientras que el Desmurador es quien “Cruzó el mar / Para oír ladrar los perros / Vio un sol / Y ese sol le explotó en el pecho”.

Sin embargo, no era un político. Era un hombre sensible, que contemplaba y pensaba al mundo. Amaba, como muchos de nosotros, la literatura, aunque sus esfuerzos se volcaban, notoriamente, hacia la lectura. Leer era su aire, lo que lo hacía vivir. Seguramente que, por ello, cuando debía presentarse ante otros, decía que su oficio era el de “maestro de lectura”. Un título nobilísimo, que supo ejercer como docente, como escritor, e incluso conversando en la mesa de un bar, del mismo modo en que lo hiciera el que consideraba su padre y maestro, el inolvidable Aldo Oliva.

Roberto Retamoso