Unas 2.000 personas acompañaron con paso lento el féretro del joven de 21 años desde su casa hasta el cementerio cubierto de nieve de este estación de esquí de 1.500 habitantes, situada a unos 180 kilómetros de Tiflis, la capital del país.
Poco antes, bajo un sol abrasador, la familia y los amigos de Nodar Kumaritashvili asistieron a una ceremonia religiosa ortodoxa cristiana.
Además de la tristeza, los allegados del deportista no disimulaban su rabia contra los organizadores de los Juegos, a los que consideran culpables de los fallos de seguridad en la pista que, según ellos, provocaron el accidente.
Kumaritashvili falleció durante su segunda sesión de entrenamiento de luge, el pasado 12 de febrero poco antes de la inauguración de los Juegos, al perder el control cuando se acercaba a la última curva, donde se puede alcanzar una velocidad de hasta 140 kilómetros por hora.
Pero tras una investigación, los organizadores de los Juegos y la Federación Internacional de Luge (FIL) determinaron que la pista no tenía ninguna anomalía.
«¿Qué puedo decir? Mi familia está desolada. Lo que sí sé es que no fue culpa de Nodar», dijo el padre del deportista, David, delante de su casa después del entierro.
Poco antes del entierro, varios responsables políticos georgianos acudieron a Bakuriani para dar el pésame a la familia, entre ellos el presidente del país, Mikheil Saakachvili, que vino en persona para abrazar a Dodo, la madre de Nodar.
En homenaje al deportista la calle por la que pasó la procesión y el féretro llevará a partir de ahora el nombre del atleta y también se construirá en el pueblo una nuevo pista de luge.