El gobierno de Turquía decidió construir en febrero próximo una represa que sumergirá bajo el agua a Hasankeyf, una ciudad de 12 mil años de antigüedad que albergó a más de veinte culturas distintas, lo que generó críticas de vecinos y activistas.
“Es un desastre que se podría haber parado hace tiempo. Hasankeyf cumple nueve de diez posibles criterios para ser considerado Patrimonio de la Humanidad, pero Turquía nunca ha presentado la solicitud a la Unesco”, comentó el ingeniero ambiental Ercan Ayboga.
Hasankeyf es una pequeña ciudad de 6.700 habitantes, situada en la provincia de Batman, en el sureste de Turquía, junto a la orilla del río Tigris. En los últimos meses, las autoridades turcas trasladaron a otra localidad siete monumentos, entre ellos tumbas y una mezquita del siglo XV.
El proyecto de la presa de Ilisu, casi 100 kilómetros río abajo de Hasankeyf, forma parte de un plan para construir 22 represas y 19 plantas hidroeléctricas a lo largo del país.
Desastre total
“Es un desastre se mire por donde se mire. Un desastre para las zonas históricas, para el medioambiente y para los habitantes de Hasankeyf”, señala Ayboga. Según la agrupación Iniciativa por Hasankeyf, el embalse de Ilisu inundará total o parcialmente cerca de 200 pueblos donde habitan 15 mil personas, pero se estima que el aumento del nivel del agua acabe al final afectando a unas 100 mil personas. En respuesta, las autoridades turcas construyeron “Nueva Hasankeyf”, una ciudad entera con 710 casas y 100 edificios gubernamentales, pero muchos vecinos lo consideran insuficiente.
“La situación es muy dramática. Con el cambio de ciudad, mucha gente ha perdido su trabajo. No hay suficientes casas para todo el mundo y la mayoría de las familias ha tenido que pedir créditos y pagar parte de la nueva casa porque era más cara que el hogar que han malvendido al Estado”, señala Ayboga.
A finales de noviembre las autoridades derribaron uno de los mercados más antiguos de la zona y se empezaron a restringir los accesos a la ciudad.
Sin sentido
El gobierno también quiere convertir la Hasankeyf inundada en una atracción turística porque parte de una ciudadela romana quedará al descubierto, aunque el proyecto no convence a los vecinos. “Turquía no quiere depender de otros países y quiere generar su propia energía pero este proyecto no tiene sentido por la destrucción medioambiental e histórica que supone”, señaló John Crofoot, urbanista y miembro de la plataforma para salvar Hasankeyf.
Según el Ministerio de Urbanismo y Medio Ambiente turco, el proyecto, valorado en 1.500 millones de euros, generará energía para 1,3 millones de hogares y podría ayudar económicamente a los habitantes de la provincia de Batman.