Miguel Russo entendió que algo tenía que cambiar. Que Central no podía pasar por el torneo Inicial con tanta pasividad. Sin identidad, sembrando dudas en propios y extraños. Algo debía modificarse. Y el técnico le apuntó al esquema táctico. El viejo 4-3-3, que tantos equipos europeos han reeditado. Y hasta su vecino Newell’s, con la autoría de Gerardo Martino, utilizó para ganar el título. Ese fue el camino elegido para salir de pobre. Claro que en el debe quedó su falta de inteligencia para manejar los tiempos del juego en el final.
Medina bien abierto en la derecha, Luna (perdido, fue de lo peor) en el medio y Carrizo en la izquierda, contuvieron las subidas de los defensores granates y siempre preocuparon por presencia. En el medio, Domínguez manejó prolijo la pelota, mientras Encina y Lagos iban por afuera. Sin enganche definido, sumando gente la ataque. Y fue, una y otra vez. Hizo dos goles, Domínguez regaló un penal, y dispuso de media docena de chances más. Nunca creó tanto, jamás fue tan agresivo. Ahora, es tiempo de pulir defectos, porque de inteligente no tuvo nada. En el final en lugar de manejar la pelota con la intención de que pase el tiempo fue ciego por el tercero, y Lanús de contra, hasta se lo pudo empatar. Una torpeza, propia de otros tiempos que no debe repetirse.