Por Carlos Polimeni / NA
Hubo un tiempo -¿que fue hermoso?- en que en cualquier discusión futbolística podía terminar cuando uno de los contendientes le señalaba al otro que estaba incapacitado para opinar en serio porque jamás iba a la cancha, sólo miraba fútbol por televisión o se enteraba de sus novedades por la prensa.
Las cosas han cambiado tanto que hoy puede afirmarse que nadie va a la cancha, pero cada vez son más las personas que creen saber de fútbol, opinan sobre él, lo consumen como un producto neutro, y hasta se convierten en famosas por hablar de hechos que conocen masticados antes por la lógica de las transmisiones televisivas.
La pandemia, que origina que el público no pueda asistir en masa a los estadios, no hace más que subrayar un estado previo, en que el fútbol, convertido hace lustros en uno de los productos centrales del entretenimiento electrónico de masas, ha extraviado en el camino casi toda su inocencia y está tutelado por poderes de corporaciones de volumen gigantesco.
Patear el hormiguero
De hecho, el empresario, conductor televisivo y dirigente de San Lorenzo, Marcelo Tinelli, que preside la llamada Liga Profesional de Fútbol Argentino, la asociación que en nombre de la AFA organiza los campeonatos y distribuye los recursos que provienen de la venta de los derechos de televisión, acaba de patear un hormiguero al empezar a dar batalla verbal contra uno de esos colosos, el que tiene ahora la exclusividad de la televisación.
«Firman los derechos del fútbol argentino para después, desde sus pantallas y programas, destruir al fútbol, a los dirigentes que ellos creen les jugaron en contra, proteger a otros y pegarles a los clubes”, acusó Tinelli desde sus redes sociales, hablando de la señal estadounidense ESPN. “Si viviera Walt Disney, los raja a todos. Escupen para arriba. Es muy obvio. Todo vuelve, amigos», agregó. Sabiendo que no estará solo en la batalla.
Tinelli, que no es ningún santo, pese a ser el presidente de San Lorenzo de Almagro al mismo tiempo que maneja la Liga Profesional, apuntó a la empresa madre de ESPN -la que fundó en Estados Unidos Walt Disney hace 99 años y acaba de conseguir el visto bueno judicial para quedarse con los derechos de transmisión del futbol argentino hasta 2030- seguro de que figuras claves del gobierno nacional lo respaldarán.
Guerra fría y Monopoly
La situación es compleja: The Walt Disney Company, que principio arreglo pagarle a la AFA 45 millones de dólares, es hoy el coloso audiovisual más influyente del planeta, al manejar un conglomerado de marcas y canales que incluye además de ESPN, y su anterior competencia Fox Sports, marcas del peso de ABC, Marvel, Pixar, Lucas Films, National Geographic, Endemol, The Muppets y 20th Century Studios, entre otros.
El visto bueno judicial para transmitir el futbol argentino resultaba imprescindible porque si una empresa es dueña de los dos canales de deportes más importantes, parece ejercer una posición dominante en el mercado, que puede ser considerada monopólica, como han advertido las autoridades de muchos países, entre ellos Estados Unidos, y acaso piensen algunas autoridades políticas argentinas que no ven con visto bueno lo que acaba de pasar,
Lo más llamativo del caso argentino es que en octubre pasado un dictamen de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia había recomendado a la la Secretaría de Comercio Interior, cuya titular es la economista Paula Español, que no avalara una operación de fusión de estas características porque amenazaba con “restringir o distorsionar la competencia del mercado».
«La operación tendría como consecuencia el incremento sustancial de la concentración (…) de señales deportivas con un aumento significativo en el poder de mercado y de negociación de las empresas notificantes, con el consecuente impacto en los consumidores, que podrían ver incrementado el valor del abono de televisión paga”, decía el informe de la Comisión, con el que la Justicia parece no haber coincidido.
El informe recordaba que ante la fusión “autoridades de Estados Unidos, México y Brasil ordenaron la desinversión de ciertos activos” mientras que “Chile propuso un paquete de remedios (..) para mitigar las preocupaciones generadas” por la operación de fusión, “tanto en el mercado de producción y comercialización de señales deportivas, como en el de producción y comercialización de señales de televisión factuales e infantiles”.
En la situación que en apariencias quedó consolidada ahora, Disney es un imperio: suma a los derechos de transmisión del futbol argentino hasta el comienzo de la próxima década los de la Champions y la Europa League, las ligas de España, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos, así como se ven en sus pantallas la NBA, los torneos ATP de tenis, la Fórmula 1 y los Mundiales de Rugby y Hockey.
La sombra de Macri
Luego de que en octubre pasado empezara un litigio hoy finalizado, por un retroceso de su parte, el presidente de la AFA, Claudio «Chiqui» Tapia, anunció al comenzar 2021 el inicio de una nueva era afirmando que como «nuestros jugadores y campeonatos son admirados en todo el mundo” resulta natural un acuerdo a largo plazo “con una compañía del prestigio de Disney” que servirá para “seguir extendiendo el magnetismo».
«Este acuerdo es consistente con nuestro compromiso de ofrecer los contenidos más relevantes, poniendo siempre al consumidor en el centro de la ecuación», expresó tras esa enunciación el presidente The Walt Disney Company Latin America, Diego Lerner, que garantizó que la operatoria fue pensada para “agregar valor en el deporte que más apasiona a los argentinos».
Lerner, sostiene una nota publicada luego por el sitio La Política Online, “es amigo” del ex presidente de la Nación Mauricio Macri, a tal punto que le organizó “una fiesta de despedida de la gestión en diciembre de 2019 en una chacra de Manzanares, Pilar”, en una animada reunión en cuyo transcurso el “presidente saliente cantó «Don’t stop me now», de Queen”
Antes de eso, el 17 de noviembre de 2018, prosigue LPO, Macri decretó tres días de duelo nacional luego del hallazgo de los restos del submarino ARA San Juan, cuyo hundimiento dejó 44 muertos, pero esa misma noche, concurrió junto “a su amigo del alma Nicky Caputo” a la fiesta que Lerner organizo “por los 90 años de Disney en un club de Polo de Exaltación de Cruz”.
Todo a pulmón?
Días después del anuncio del acuerdo con la AFA, Lerner fue entrevistado por Sebastián Vignolo en el aire de ESPN en una nota autopromocional que le sirvió para dejar sentado que considera que este acuerdo es el inicio de un proceso de consolidación de la compañía en un país desde el que genera “25 mil horas de deporte por año para toda la región”.
“Tenemos un campus de oficinas en Pilar que es único en el mundo, de 20 mil metros cuadrados en el que trabajan 1.500 personas”, recordó. “Y estamos arrancando la construcción de un segundo campus de 15 mil metros cuadrados más, además de nuestras oficinas en Palermo y de los estudios de producción de deportes”, se ufanó.
Lerner intentó transmitir al público, pero también al Estado, y seguramente a sus rivales en el negocio, la idea de que la presencia de Disney favorece la economía del país: “Acá también producimos películas, series de ficción, series familiares e infantiles para nuestros canales y también documentales, que se ven en Argentina, en el resto de la región y en el mundo.”
Recalculando
La página especializada en deportes “Doble Amarilla” afirmó que hay muchos temas calientes detrás de la comunicación basada en una aparente buena onda, desde una pelea grande dentro de la AFA hasta el rumor de “una fuerte reestructuración” dentro de ESPN, que continuará a la que se concretó “en el arranque de la fusión, dejando fuera muchos periodistas que estaban en Fox Sports”.
Se espera que ahora el recorte sea aún mayor, puntualiza la nota de la publicación, citando fuentes internas de la señal. “Hoy parece que muchos hacen fuerza para ser el mejor empleado y decir cualquier barbaridad (al aire). Hoy pegar, significa que desde arriba te feliciten”, dice un tanto resignado, un prestigioso comunicador con años en el canal que duda sobre su continuidad”, remata, en un obvio comentario sobre los motivos de la reacción de Tinelli.
Tinelli estuvo entre los dirigentes que insistían para que la AFA dejase de lado en su momento un contrato que le daba derechos exclusivos a Disney, a través de Fox, en una instancia posterior a la derogación de la Ley de Medios Audiovisuales tras la asunción de Macri y previa a su judicialización, por lo que ve claro que puede haber empezado un operativo de venganza, una interna de la interna que intenta llevárselo puesto.
En aquel momento, en otra etapa de fuertes lobbies cruzados –el ex futbolista Jorge Valdano vino a operar en la puja de 2017 por los derechos en nombre de la poderosa empresa española Mediapro- hubo una solución salomónica auspiciada desde el gobierno, cuyo titular incluso sugería los entrenadores para la selección nacional, que derivó en que TNT, del grupo estadounidense de Ted Turner, tuviera también una porción de la torta, como quería Tinelli.
Cuestión de Estado
El gigantesco negocio de las transmisiones de futbol en un país con el interés y la pasión por este deporte como la Argentina parece si o si una cuestión de Estado, pero la administración del presidente Alberto Fernández no ha reaccionado aún en público ante la nueva realidad, que según algunos voceros oficiosos del gabinete lo tendría preocupado, aunque es improbable que la AFA se haya manejado como solista en un tema tan estratégico.
Un medio sin intereses propios en este asunto publicó esta semana una nota que sostiene que “un funcionario de su máxima confianza” garantiza que el presidente Fernández “está muy atento al tema” ya que considera que el Estado Nacional debe propender a la pluralidad de voces y no respaldar nuevos posibles monopolios.
El periodista Diego Genoud afirmó al analizar desde la publicación online el DiarioAr lo que podría pasar de aquí en más que “el presidente y su vice no tienen diferencias en este punto: desoyen a los ministros y funcionarios que quieren santificar la operación y acordar rápido con Disney y consideran que la megafusión no puede pasar”.
“De ser así, será una derrota de un lote de funcionarios entre los que en el propio oficialismo ubican a Sergio Massa, Santiago Carreras y Francisco Meritello. Hay algo más: Alberto también quiere retomar a su manera una vieja discusión y demostrarle a Cristina que no hace falta una Ley de Medios para intervenir en el mercado”, remarca en un panorama en que sugiere también que Tinelli puso el grito en el cielo después de haber hablado con el presidente.
El dueño de Canal 26, Alberto Pierri, ex presidente de la Cámara de Diputados, que hizo su propia oferta por 55 millones de dólares para quedarse con el cincuenta por ciento de los derechos de televisación y el Ceo del grupo Clarín, Héctor Magnetto, dueño de Telecom, de Cablevisión y de la mitad de TyC Sports, apoyarán a Fernández si avanza en pedir a Disney que “desinvierta”, agrega.
Pulgar arriba, pulgar abajo
La batalla por los derechos de televisación del fútbol, opina un sector que se siente fuera del negocio, “todavía tiene pendiente un capítulo crucial, en el que el Estado nacional debe hacer su pronunciamiento porque la fusión de ESPN y Fox precisa la autorización del gobierno” y no sólo el respaldo de la Embajada de Estados Unidos.
La iniciativa estatal Fútbol para Todos, gestada por la administración de Cristina Fernández de Kirchner como un modo de terminar con el monopolio de una empresa del Grupo Clarín sobre las transmisiones a partir de un insólito contrato a larguísimo plazo con la AFA, había logrado a fines de la primera década del siglo XXI el milagro argentino de que todos los partidos fueran gratuitos para el público.
Hoy, el panorama es muy diferente al que los espectadores argentinos disfrutaron entre 2009 y 2017, cuando el Estado pensaba que una de sus responsabilidades era que los televidentes pudieran acceder gratis a los partidos de los campeonatos oficiales, la selección nacional, los Mundiales y otros eventos deportivos de interés masivo, con una Ley que lo avalaba, tras largos debates y consensos.
Comentarista del poder
Detrás de estos asuntos existe un debate ideológico, entre los partidarios de un Estado presente en distintos aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos y aquellos que en nombre de una forma de proceder que vinculan con el neoliberalismo son capaces de decir en voz alta, como el cuadro político-periodístico del PRO Fernando Niembro, que los argentinos que quieren futbol gratis deberían irse a vivir a Cuba.
No hace falta ni mencionar que si el Estado se animase a preguntarle en un referéndum democrático a los ciudadanos si prefieren el futbol gratis y en los canales de aire o pagar 830 pesos por mes para poder acceder a las transmisiones actuales en HD, la respuesta estaría cantada, aunque los poderes detrás del negocio pondrían el grito en el cielo.
El gobierno de Macri, de hecho, cuanto terminó con la gratuidad del acceso a los partidos, convenció a un sector de la sociedad, pidiéndole a sus medios y comunicadores amigos que hicieran el trabajo de remarcar la idea, de que con la plata que se gastaba en Fútbol para Todos iba a construir tres mil jardínes de infantes que nunca se edificaron.
Niembro era, y sigue siendo, una de las figuras del periodismo y el activismo PRO con presencia destacada en las mesas que sucedían a los picados de los miércoles en la Quinta de Olivos durante la presidencia de Macri, a los que el ex jugador y actual comentarista Diego Latorre tenía ingreso irrestricto permitido, lo mismo que varias otras figuras del actual equipo de ESPN, que antes militaron en Fox Sports e incluso algunos directivos de la señal.
En los últimos meses, el público televidente ha visto un proceso de migración de figuras periodísticas de Fox rumbo a ESPN –como si Disney hubiese sabido de antemano que la Justicia argentina fallaría a su favor, lo que no pasó en otros países—en una pantalla a veces recalentada por las críticas cruzadas entre personas que no simpatizan entre sí, ni se respetan demasiado, pero están obligadas a convivir.
Burzaco, de lo más PRO
Pero tal vez eso sea natural, parte del todo; el mundo del negocio televisivo que rodea al futbol argentino es turbio y lleno de rispideces, como resulta público con altavoces a partir de 2015, luego de que una gigantesca causa judicial originada en los Estados Unidos, conocida como el FIFA Gate, deparara que siete figuras representativas de su mundo empresarial quedaran procesadas por graves actos de corrupción.
La más notable de ellas es Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos y Competencias (ahora Torneos), que ha pagado desde entonces 30 millones de dólares (20 millones de fianza para la prisión domiciliaria en Nueva York y 10 para no usar tobillera electrónica) y está esperando sentencia, luego de haber vendido sus acciones en la empresa.
Burzaco, que será condenado este año, reconoció ante la Corte Federal de Nueva York haber participado de la red de sobornos para garantizarse la televisación de los torneos más importantes, luego de haber sido acusado de lavado de dinero, fraude electrónico y de haber integrado una organización empresarial con las características de lo que en EEUU se llama “el crimen organizado”.
En su declaración, el empresario, hermano de Eugenio Burzaco, que fue Secretario de Seguridad del gobierno de Macri entre 2015 y 2019, afirmó que el presidente de la AFA Julio Grondona cobró unos 15 millones de dólares en sobornos antes de su muerte en 2014 y mencionó sobornos a dos funcionarios del programa Fútbol Para Todos, uno de los cuales se suicidó pocos después.
Burzaco, Alejandro, tuvo un protagónico acaso involuntario en una escena famosa, en medio del escándalo del 14 de mayo de 2015, “la noche del gas pimienta» en el partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate: ingresó al campo de juego, intentando disimular su identidad con un gorra, para presionar al árbitro sugiriéndole que continuara con el partido que finalmente resultó suspendido.
La sola mención de los escándalos que rodaron los partidos finales de la Libertadores de 2018, con River coronándose campeón frente a Boca jugando de local en el estadio de Real Madrid, parecen indicar que la idea de William Shakespeare en “Hamlet” respecto a que “algo huele a podrido” en Dinamarca puede aplicarse con continuidad al universo del futbol televisado argentino, que por ahora es el único que hay y, además, tiene un suelo dueño.