Militares y autoridades ucranianas dijeron este lunes que Rusia estaba al borde de culminar su conquista de Mariupol y de lanzar una ofensiva, largamente esperada, para tomar control de toda la región del este del país donde se ubica esa estratégica ciudad, y que según Moscú no pertenece a Ucrania.
Autoridades de Ucrania dicen que hasta 10.000 personas podrían haber muerto en Mariupol luego de más de 40 días de asedio y bombardeos rusos a la suerña ciudad portuaria a orillas del mar de Azov, y que decenas de cuerpos, sino cientos, siguen tirados en las calles.
Ubicada en una región fronteriza con Rusia conocida como Donbass, la ciudad, que está devastada, es de gran importancia, y su control permitiría a Rusia dar un paso crucial en sus planes de «liberar» toda esa zona, adonde está trasladando sus tropas tras replegarlas de Kiev y otras partes de Ucrania.
«Según nuestras informaciones, el enemigo ha casi finalizado su preparación para un asalto en el Donbass. El ataque empezará muy pronto. Al mismo tiempo, el Ejército ucraniano está listo» para enfrentar la ofensiva, dijo hoy el vocero del Ministerio de Defensa ucraniano, Oleksandr Motuzianik.
En Rusia, el Ministerio de Defensa dijo hoy que había destruido varios sistemas de defensa antiaéreos en provincias del este y sur de Ucrania vecinas o cercanas al Donbass que, según el Gobierno ucraniano, son clave para resistir la aguardada operación militar rusa, que hoy cumplió su día número 47.
En uno de los ataques, Moscú dijo que alcanzó cuatro lanzaderas de misiles S-300 cerca de la ciudad de Dnipro que habían sido suministardas a Ucrania por un país europeo al que no mencionó. Dnipro es capital de la provincia de Dnipropetrovsk, que limita con el Donbass por el oeste.
El vocero del Ministerio de Defensa, general Igor Konashenkov, dijo que otro ataque con misiles crucero dejó fuera de uso otros sistemas S-300 en las provincias de Mikolaiv, en el sur de Ucrania, al oeste del Donbass, y de Jarkov, que limita con el norte del Donbass.
En el frente diplomático, el jefe de Gobierno de Austria, el canciller federal, Karl Nehammer, se reunió hoy en Moscú con el presidente ruso, Vladimir Putin, y luego dijo que se sentía pesimista sobre el curso futuro de los acontecimientos.
Putin sostiene que invadió Ucrania para obligar a su Gobierno a renunciar a ingresar a la OTAN, la alianza militar liderada por Estados Unidos -algo que considera una amenaza existencial para Rusia- y proteger de él a las poblaciones rusoparlante del Donbass.
Nehammer, cuyo país pertenece a la Unión Europea (UE) pero es militarmente neutral y no integra la OTAN, es el primer dirigente europeo en visitar Moscú desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania, el 24 de febrero.
«Soy más bien pesimista. El presidente Putin entró de lleno en la lógica de guerra y actuará en consecuencia», dijo a periodistas tras el encuentro.
El líder austríaco dijo que había pedido a Putin el fin de la ofensiva en Ucrania y que permita evacuaciones de civiles de Mariupol y otras ciudades asediadas.
Rusia lleva semanas asediando Mariupol, cuya captura les permitiría consolidar sus conquistas territoriales en la franja costera a lo largo del mar de Azov, conectando así las dos provincias que forman el Donbass -Lugansk y Donetsk- con la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014.
«Hoy va a ser probablemente la batalla final (en Mariupol) ya que nuestras municiones se agotan», escribió hoy en Facebook la 36º brigada de la Marina, que forma parte de las fuerzas armadas de Ucrania y defiende la ciudad costera de la provincia de Donetsk.
«Esto implica la muerte para algunos de nosotros y el cautiverio para otros (…) No sabemos qué pasará, pero les pedimos que se acuerden (de nosotros) con una palabra amable», pidió la brigada «a los ucranianos», informó la agencia de noticias AFP.
«Durante más de un mes hemos estado luchando sin munición, sin comida, sin agua», haciendo «lo posible y lo imposible», dijo la unidad, explicando que aproximadamente «la mitad» de sus integrantes están heridos y acusando al Gobierno y al Ejército ucraniano de haberlos abandonado.
Milicias rusoparlantes alzadas en armas contra Kiev en el Donbass en 2014 ya controlan partes de Dontesk y Lugansk en las que han proclamado «repúblicas populares» cuya independencia fue reconocida por Putin días antes de ordenar el comienzo de la invasión a Ucrania.
El líder de los separatistas de Donetsk, Denis Pushlin, afirmó hoy que sus tropas, que ahora combaten aliadas con las rusas, habían conquistado toda la zona portuaria de Mariupol, una de las pocas partes de la ciudad que aún no controlaban.
«Respecto al puerto de Mariupol, ya está bajo nuestro control», declaró en directo en la cadena de televisión rusa Pervy Kanal.
Ayer, Oleksii Arestovich, un asesor del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, admitió que «ahora es militarmente imposible» liberar Mariupol.
Zelenski dijo hoy, en un mensaje por videoconferencia a la Asamblea Nacional de Corea del Sur, que Rusia había «destruido completamente» la ciudad y que temía que «decenas de miles de personas» hubieran perecido allí.
«Era una ciudad de medio millón de habitantes. Los ocupantes la sitiaron y ni siquiera permitieron que se llevara agua y alimentos. Los rusos destruyeron totalmente Mariupol y la quemaron hasta reducirla a cenizas», afirmó.
Analistas especulan con que Putin quiere asegurar una victoria en el Donbass antes del desfile militar del 9 de mayo en la Plaza Roja, que marca la victoria soviética sobre los nazis.
«La batalla por el Donbass durará varios días», alertó en Facebook Serguéi Gaidai, gobernador de Lugansk, llamando nuevamente a los civiles a abandonar la zona.
Según él, «el escenario de Mariupol se puede repetir en (la ciudad de) Lugansk», capital de la provincia.
Ucrania acusa a Rusia de haber cometido crímenes de guerra contra miles de civiles durante su invasión, incluyendo bombardeos a hospitales, un ataque con misil que mató a 52 personas en una estación de trenes hace dos días y asesinatos de residentes de localidades cercanas a Kiev que estuvieron ocupadas por las fuerzas rusas.
El Gobierno ruso del presidente Vladimir Putin niega todas las acusaciones.