Inquietos por cómo se ordenará el ajedrez presidencial, en la Unión Industrial Argentina (UIA) germinó una feroz y silenciosa maniobra para postergar la elección de la nueva cúpula que por reglamento debe votarse antes de que termine abril y, por los vaporosos equilibrios políticos internos, tener al frente a un dirigente del ala industrial.
La variable es demorar la votación hasta después de las primarias presidenciales del 9 de agosto para, con más certezas sobre quién puede ser el futuro presidente, apostar a la sintonía con el gobierno que sucederá a Cristina de Kirchner. Los motores de esa jugada son el sector de Ignacio de Mendiguren, histórico de la UIA y diputado/operador de Sergio Massa, y Juan Carlos Lascurain, ex titular de la entidad y referente del ala kirchnerista.
Acomodarse al que viene
La traducción brutal es que tras las Paso estará más claro el escenario y se sabrá, por caso, si Massa queda en carrera o se polariza la elección entre un candidato K y Mauricio Macri. Si ocurre esto último, el sector de De Mendiguren renunciaría a la butaca mayor de la UIA y se alinearía con el sector K. Aunque el “Vasco” no se entrega: es célebre lo que ocurrió el año pasado en un retiro de “industriales” en el Jockey Club donde Andrés Irigoyen, de la Unión Industrial del Chaco, pidió un compromiso para “renovar” dirigentes. Tras la cumbre, se usó un gesto de barrios bajos, muy manual, para responderle al chaqueño.
Macri sin referente
El dato más curioso es, así y todo, que el empresario que figura en el tridente más competitivo de la presidencial, Macri, no sólo no tiene un clan propio en la UIA sino que, aunque no se explicite, parece ser el que genera más resistencias. Han de ser antiguos asuntos de protagonismos y recelos.
Hasta el bonaerense Daniel Scioli tiene un referente que levanta su nombre como bandera en el mundo industrial: Osvaldo Rial, que hace poco cedió la presidencia de la UIPBA (la UIA bonaerense) tras tenerla estampillada durante años, y que a los suyos los endulza con la hipótesis de que puede entrar en la grilla de candidateables pero, al final, se alinea detrás de Lascurain.
Argumentos
Los ansiosos por postergar la elección interna hasta que escampe la incertidumbre sobre la sucesión de Cristina de Kirchner –incluso saber cómo ordenará la presidenta el esquema interno del Frente para la Victoria– son, hasta acá, minoría en la familia de la UIA pero exponen, con énfasis, un argumento que juzgan razonable: con sólo postergar la elección unos meses, la entidad tiene la posibilidad de decidir sus movimientos futuros –la cúpula tiene mandato por dos años– con mayor información y más definiciones sobre el escenario político que viene a partir del 11 de diciembre.
Méndez con juego propio
Deberán, en ese juego, convencer a Héctor Méndez, que deja la presidencia, de que la postergación –que no es inédita pero requiere una aprobación– es conveniente para ver, de ese modo, si el grupo más poderoso acepta demorar la elección. Méndez puede apostar a que en las primarias no queden bien parados ni Massa ni el candidato K para, ante dos grupos de derrotados, descubrir un impulso renovador y poner en carrera a José Urtubey.
De todos modos, el sector industriales tiene un tercer jugador: Adrián Kaufmann, de línea más liberal que podría, sin ser un macrista, ganar posiciones si el candidato del PRO sale bien posicionado en las Paso.