Hoy será un día particular en la sede de la Unión Industrial Argentina (UIA): se verán las caras quienes viajaron a Brasil a entrevistarse con ministros y empresarios de ese país, y quienes acompañaron al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en su polémica gira por Angola.
El incipiente enfrentamiento entre estas dos líneas internas en la central fabril podría terminar con la posible fractura de la entidad. Se teme que la ofensiva de Moreno contra la UIA –hasta ahora sólo verbal y lanzada en la intimidad de reuniones con empresarios cercanos a su línea de pensamiento– se traduzca en una acción directa sobre la entidad que termine provocando un cisma interno.
Preferencia
Se sabe que para el poderoso funcionario la única central empresaria debería ser la adicta Confederación General Económica (CGE), una agrupación fundada en los años 70 por el empresariado cercano al peronismo (de hecho, su primer presidente, José Ber Gelbard, sería ministro de Economía de los gobiernos de Héctor Cámpora, Juan Perón e Isabel Perón), pero que hoy está lejos de ser representativa.
Entre los que se desplazaron a Luanda en el chárter fletado por Moreno y que también ocupan cargos directivos en la UIA se cuentan representantes de los sectores más favorecidos por las políticas proteccionistas del gobierno, en especial el textil, el de la indumentaria y el calzado.
El viaje a Brasilia y San Pablo encabezado por el titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, tuvo claramente dos propósitos: uno, tratar de convencer a sus anfitriones de trabajar en conjunto con la Argentina para solucionar los problemas del comercio bilateral. El segundo fue tratar de mostrarse –con otro perfil– en otra parte del mundo que no fuera Angola mientras sus rivales internos y su ex amigo Moreno estaban allí.
Lo central del planteo llevado a Brasil por De Mendiguren y sus acompañantes (Federico Nicholson de Ledesma, Cristiano Rattazzi de Fiat, Luis Betnaza de Techint) fue la necesidad de que el socio del Mercosur reemplace compras de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) que realiza fuera de la zona por productos elaborados en la Argentina. Brasil adquiere MOI por 30.000 millones de dólares al año, y la UIA asegura que pueden proveer al menos 6.000 millones de dólares anuales de esos bienes. De Mendiguren llevó incluso un listado de los sectores que podrían suplir importaciones extra zona: textiles, indumentaria, alimentos, medicamentos, químicos (desde agroquímicos hasta cosméticos), autopartes, metalmecánica e informática.
¿Qué respondió Brasil? El ministro de Industria, Desarrollo y Comercio Exterior, Fernando Pimentel, dijo que en su administración saben que el problema de la Argentina, el que motiva las medidas paraarancelarias que traban el ingreso a los productos brasileños, es de balanza de pagos. Para eso, dijo, el gobierno de Dilma Rousseff está estudiando líneas de crédito para financiar el comercio bilateral, fundamentalmente las exportaciones argentinas a Brasil. El funcionario dijo que Brasil “necesita una Argentina industrial fuerte”.
Un día más tarde los dirigentes industriales se desplazaron a San Pablo desde Brasilia para entrevistarse con el canciller Antonio Patriota y con Paulo Skaf, titular de la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp).
Informe
Allí se convino formar un Centro de Estudios de Competitividad entre ambas entidades; la iniciativa –se verá– parece tener la misma perspectiva de éxito que el Consejo Empresario Binacional, anunciado con bombos y platillos en diciembre por Cristina de Kirchner y Rousseff, pero que nunca se constituyó.
Todos estos detalles serán relatados por De Mendiguren esta tarde ante los miembros de la junta directiva de la UIA.
Se trata, cabe recordarlo, del cuerpo más numeroso y deliberativo de la entidad, una especie de “parlamento” en el que están representados regiones y sectores.
No se descarta que quienes viajaron a Luanda quieran “copar la parada” cantando loas a Moreno; desde el otro lado del pasillo los esperan con “la carta La Salada”: les recordarán que ese modelo elogiado por el funcionario se basa en salarios de hambre, trabajo en negro y evasión total de impuestos. Como se ve, el escenario parece listo para un cisma, cuya dimensión se comprobará con el paso de los días.