Franco no supera el metro de altura ni los 10 años. Combate el frío en el cosplay –mal llamado concurso de disfraces– que ayer por la tarde copó la explanada del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC). Su abrigo es un traje de Iron Man, el megalómano empresario y científico del universo Marvel. En el último día de la 4ª convención internacional de historietas Crack Bang Boom (CBB), el niño pasea tímidamente por la pasarela y reproduce parte de los movimientos del hombre máquina. En la categoría niños, el jurado debe comparar su performance con la de un pequeño Goku (del anime Dragon Ball), un Luigi (hermano de Mario Bros del videojuego de Nintendo), un Ala Nocturna (parte de la factoría de Batman), una Merida (última de las princesas de Disney graficada en la película “Brave”), y una Superchica que vuela en los brazos de su padre a través de aplausos y miradas cargadas de ternura. El reto de Franco, y aquí la coincidencia con la historia de Los Vengadores, es el Capitán América interpretado por Leandro, un chiquitín de pasos primerizos que fue escoltado por su padre, Lucas, y posó para las cámaras fotográficas. El mini Iron Man debe sacar un as de la manga. Entonces, levanta su casco (una máscara) y deja a los fanáticos más algunos domingueros disfrutar de una barba de candado dibujada alrededor de su boca. Tal como Tony Stark, quien desarrolló la armadura robótica en el comic, Franco luce su barba para ganarse al público y el primer puesto. Con un humilde “gracias” se despide del público y va al encuentro de su madre.
Lo que diferencia al cosplay de un concurso de disfraz, como se vio con el niño de hierro, es que no se juzga la costura, habilidad o capacidad económica para comprar un casco original de Darte Vader. La mayor parte de la competencia depende de poder interpretar al personaje. Por eso, Juan Manuel convenció a jurado y asistentes con feroces gritos de que él era Kratos, protagonista del popular videojuego God of War (El Dios de la guerra). No por mucho se llevó los premios otorgados por la organización ya que una regia caracterización de Galactus, el villano interplanetario del universo Marvel, puso en un aprieto al jurado. La decisión final la tuvieron los fans y sus gritos, que se unieron al del personaje mitológico representado en la pasarela mientras el sol se escondía y cedía lugar al frío.
Durante los últimos cuatro días al menos 15 mil personas pudieron evadir sus rutinas y arrojarse a los universos propuestos por la historieta. La 4ª edición del Crack Bang Boom, que demostró ser una usina para los realizadores, renovó elogios de críticos y fanáticos para convertirse en una bola de nieve, que según los organizadores, no conoce límites. Más de 50 stands de comiquerías y editoriales, esculturas, muestras, charlas sobre la industria y el ala independiente, presentaciones de publicaciones, homenajes a artistas de la disciplina, y sobre todo la oportunidad de vivir (des)aventuras en el espacio, otros tiempos o dimensiones.