Aretha Louise Franklin había nacido en una casa de madera de la ciudad estadounidense de Memphis, Tennessee, un 25 de marzo de 1942. Se transformó en la Reina del Soul o, más democráticamente, la Dama del Soul, aunque su estrella brilló también en el rhythm & blues y el góspel. Falleció el jueves a los 76 años, ocho después de que le diagnosticaran cáncer. La última vez que subió a los escenarios para una presentación en solitario fue en agosto pasado, en Filadelfia. Desde los años 60 se había convertido en un ícono de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos y también en una de las referentes de la música popular de todos los tiempos, símbolo del soul de Detroit, la ciudad donde falleció.
El representante de la cantante confirmó el jueves que falleció en su casa de Detroit. El domingo último comenzaron a circular las informaciones del ingreso de Aretha a un hospital de la misma ciudad. Las versiones apuntaban a un estado de extrema gravedad, que el martes había vuelto a su casa y que allí estaba rodeada de sus familiares y amigos más cercanos.
Franklin llevaba casi una década luchando contra el cáncer, aunque nunca sus allegados explicitaron que padecía la enfermedad. El año pasado anunció que se retiraba definitivamente de los escenarios. “Este será mi último año. Estaré grabando, pero este será mi último año de conciertos. Esto es todo”, aseguró en una entrevista de 2017. “Me siento muy enriquecida y satisfecha con la procedencia de mi carrera y dónde se encuentra”, agregó entonces.
Antes, tuvo que cancelar conciertos y resignar su participación en un festival de jazz en Nueva Orleans. “Aretha Franklin ha recibido la orden de su médico de mantenerse lejos de la carretera (por las giras musicales) y descansar por completo durante los próximos dos meses”, anunció el equipo de la cantante a través de un comunicado en marzo último, el mes en el que cumplió los 76 años.
De la iglesia al Súper Bowl
La música acompañó a Aretha desde chica. Desde que empezó a cantar con sus hermanas Carolyn y Erma en la iglesia de Detroit que fundó su padre, C. L. Franklin, en los años 50. Sus primeras grabaciones fueron de música gospel. Apenas era una adolescente entonces, cuando la fichó el sello Checker, de los hermanos Chess, afincados en Chicago. El disco The Gospel Sound of Aretha Franklin, editado en 1956, lo hizo a los 14 años.
En 1967 grabó el tema “I Never Loved a Man (The Way I Love You)” con los Muscle Shoals Rhythm Section, y así tuvo su primer número uno en las listas de R&B. La racha continuó con “Baby I Love You” y “Natural Woman”, seguidas de “Think”, “I Say a Little Prayer” y “Chain of Fools” como consagración de la nueva gran estrella en la que se acababa de convertir. En junio de ese año, la revista Time la eligió como la portada de su edición.
Franklin cantó para la Reina de Inglaterra en el George Albert Hall y colaboró con pares de la talla de George Michael, Cissy Houston, Ray Charles, The Four Tops, Christina Aguilera, Mick Jagger, Annie Lenoxx, Brian Adams o Luther R. Vandross, sin que se agote la lista.
En 1987, Aretha se convirtió en la primera mujer en ingresar en el Salón de la Fama del Rock and Roll. Reemplazó a Luciano Pavarotti en los Grammy de 1998. Su versión del Nessum Dorma de Puccini se convirtió en un clásico. Cantó el himno nacional estadounidense durante la ceremonia de la Super Bowl en su casa, Detroit, en 2006.
Aretha también dejó su sello en el cine. Por ejemplo, en la mítica comedia Bluesbrothers de 1980, cuando en su rol de esposa de uno de los integrantes de la banda liderada por Jake y Elwood Blues (John Belushi y Dan Aykroyd9 cantó “Think”. En St. Elmo’s Fire (Punto de encuentro, con Andrew McCarthy), aparece su versión de “Respect”. En Godfellas de Martin Scorsese (1990), el neoyorquino utiliza su “Baby I Love You”.
Despedida de celebridades
Al conocerse la noticia, el mundo de la música se volcó inmediatamente en demostrar su admiración por el legado que dejó la artista. Sir Paul McCartney fue uno de los primeros en compartir su agradecimiento a la cantante a través de Twitter: «Tomemos un momento para dar gracias por la hermosa vida de Aretha Franklin, la Reina de nuestras almas (souls, en inglés), que nos inspiró a todos por muchos años. Se la extrañará, pero el recuerdo de su grandeza como músico y un buen ser humano vivirá con nosotros para siempre”. Siguieron su ejemplo Elton John, quien afirmó que «su piano estaba subestimado» y declaró que era una de sus pianistas favoritas. Barbra Streisand también publicó una reflexión: «Es difícil concebir un mundo sin ella. No solo fue una cantante excepcionalmente brillante, sino que su compromiso con los derechos civiles tuvo un impacto indeleble en el mundo».
En 2015, Franklin participó en un homenaje a la artista Carole King, donde cantó (You Make Me Feel Like) A natural woman. Su interpretación hizo llorar al entonces presidente Barack Obama, presente en el evento. King, se despidió este jueves compartiendo un vídeo de esa canción: «¡Qué vida. Qué legado! Mucho amor, respeto y gratitud», expresó la artista en Twitter. El mismo mensaje que publicó Liam Gallagher, una de las estrellas del pop mundial. Por su parte, el exmandatario, en una declaración conjunta con su esposa Michelle Obama, hicieron un breve y profundo repaso de la vida de la estrella musical. «América no tiene realeza. Pero tenemos la oportunidad de obtener algo más duradero», rezaba la misiva en referencia al legado de la cantante. «En su voz, podíamos sentir nuestra historia, toda ella y en cada sombra: nuestro poder y nuestro dolor, nuestra oscuridad y nuestra luz, nuestra búsqueda de la redención y nuestro respeto, duramente ganado», sostuvieron.
Del reverendo King a Obama
Aunque había comenzado grabando en Columbia Records, los grandes éxitos llegaron en el sello Atlantic, con el productor Jerry Wexler. A temas tan célebres como “Respect” o “Natural Woman” se sumaron rápidamente otros imborrables, como “Think” o “Say a Little Prayer”. A finales de los 60, ya se había convertido en uno de los iconos de la comunidad afroamericana, con canciones que transpiraban reivindicación femenina y racial. Cantó en el funeral de Martin Luther King, al que había conocido de niña en su casa, en el 68.
En esa década Estados Unidos había comenzado a prestarle atención y un mayor apoyo a la música urbana negra. En plena apogeo del «paz y amor», de las protestas contra la guerra de Vietnam, de la lucha de la comunidad negra para terminar con el racismo y lograr la igualdad de derechos civiles, y del movimiento de liberación femenina, ahora era una mujer la que reclamaba “respect” (respeto, deletreándolo: R-E-S-P-E-T-O, en una de las pocas variaciones que aportó a la versión original de su compositor Otis Redding), concediéndole a la canción su voz de exigencia feminista y convirtiéndolo en un himno de la época.
Aretha también cantó en enero de 2009 en el acto oficial en el cual Barack Obama tomó posesión y se convirtió en el primer presidente negro de la historia estadounidense. Hace pocos años, en un acto público, la reina del soul dijo que aquel había sido el momento más emocionante de su carrera.