Como todos los años, y éste no será la excepción, el último bimestre suele ser más que complejo para las cuentas públicas. Y 2016 lo será aún más. Según estimaciones de consultoras privadas, el rojo fiscal llegaría a los 120.000 millones de pesos, un nivel nunca observado antes. Esta vez, a diferencia de años anteriores, no hay incógnitas sobre la capacidad de financiamiento del gobierno, pero sí respecto de qué sucederá con los pesos que requerirá el Tesoro y su impacto en la política monetaria.
Según explicó el economista Hernán Hirsch, de FYE Consult, el Tesoro “utilizará los dólares conseguidos en las últimas emisiones de bonos para cambiarlos por pesos y financiar las urgencias de fin de año”.
Todo indica que será el Central el que saldrá a comprar esas divisas, conservando los dólares que el Tesoro ya depositó a lo largo de octubre.
Sin embargo, no necesariamente ello indica que luego esos pesos serán absorbidos por más emisiones de Lebac. “Una parte –explican en FYE– seguramente quedará en el mercado porque estacionalmente se produce un importante aumento de la demanda de dinero”.
La absorción de esos pesos que necesitan las empresas para pagar sueldos, aguinaldos y, en muchos casos, el bono especial de 2.000 pesos, quedaría para enero.
Más allá de esto, se estima que la entidad que preside Federico Sturzenegger igual deberá absorber una parte para no generar presiones inflacionarias. “Según nuestras estimaciones –agregó Hirsch–, el Central terminaría con un stock de Lebac de entre 700.000 y 730.000 millones de pesos a fin de 2016”. La cifra es muy superior a la que inicialmente había estimado el propio Banco Central. La explicación es que la compra de divisas al Tesoro fue muy superior a la que se había calculado en el arranque de la gestión, por lo que se terminaron emitiendo más pesos.
El déficit de las cuentas públicas se ve en esta parte final del año profundizado por factores como la reparación histórica a jubilados, medio aguinaldo de la administración pública y también más demanda de fondos de las provincias que no pueden afrontar las obligaciones que tienen por delante. Además, está el bono de fin de año para jubilados y beneficiados de planes sociales.
En los últimos años del kirchnerismo, este rojo de fin de año era afrontado por emisión lisa y llana del Banco Central, lo que en 2015 por ejemplo provocó una expansión de la base monetaria superior al 40% interanual.
Ese esquema cambió sustancialmente por dos motivos: el Central puso un límite muy estricto para salir a financiar al Tesoro (160.000 millones de pesos este año y sólo 120.000 millones el próximo), por lo que el gobierno directamente sale a conseguir esos recursos en el mercado de deuda. Pero como la mayor parte la consigue en dólares (incluyendo el último bono en pesos que fue suscripto en su mayor parte en moneda dura), el problema es que los sueldos y las jubilaciones se pagan en pesos, por lo que debe salir a cambiar esas divisas. Por ahora, el grueso de los dólares que le entraron al Tesoro quedó depositado en cuentas en el Banco Central, que hicieron subir las reservas hasta superar los 40.000 millones de dólares, acumulando una suba de más de 11.000 millones en un solo mes.