“Omar Perotti y Mario Barletta deberían tomar el ejemplo de Lula da Silva”. El hombre con más de 40 años en la militancia política del peronismo local hace un largo silencio y agrega: “Si no consiguen dar la sorpresa en esta elección y saben seguir sembrando van a llegar como lo hizo el ex presidente del Brasil”.
Luiz Inacio Da Silva perdió las elecciones presidenciales en forma directa en cuatro ocasiones y fracasó una decena de veces entre internas, candidaturas propias o de coalición. Sus derrotas le hicieron ganar prestigio y después de ocho años de gobierno se fue con el mayor índice de popularidad de la historia y con las chances intactas de volver al Planalto en cualquier momento. Eso significa que se puede disputar comicios para ganar y con saldo positivo a futuro si se pierde. “¿Intuirán Perotti y Barletta que pueden emular el efecto Lula si se lo proponen?”, pregunta el mismo estratega.
La lucha con escarbadientes
Omar Perotti sabe que hoy los números lo favorecen, con comodidad, a Agustín Rossi. No lo confiesa ni a sus íntimos. Lo reconoce implícitamente cuando arenga a los suyos diciendo que es posible darle la sorpresa al Chivo, al electorado peronista y seducir a los independientes que ven en el jefe de la bancada del FPV una valla infranqueable. Cree que va segundo. “Nosotros estamos peleando con dos escarbadientes”, le dijo a su círculo más próximo. “Para contratar una encuesta seria nos harían falta 200 mil pesos y yo prefiero invertirlos en campaña en el sur que nos ayude a imponer nuestro nombre”, se sincera con los suyos este hombre que se viene preparando con seriedad, en la Argentina y en el exterior, para gobernar. Cuando uno de sus partidarios insiste con los números, el candidato es tajante para no congelar las expectativas en las encuestas. Rosario tiene el 29 por ciento del electorado; Santa Fe ciudad, el 11 por ciento; y doce ciudades más, otro 20 por ciento. Nadie tiene en cuenta el resto de los centros urbanos y pueblos que congregan nada menos que el 40 por ciento de los votos, explica el asesor de Perotti, para quien los sondeos de los oponentes acusan ese error estadístico en la medición.
¿Y Bielsa? Sorprende en el mesurado intendente rafaelino el tajante malestar que tiene con el ex canciller. Cuentan los que saben que fue una desagradable sorpresa para Perotti verificar que Bielsa volvía al ruedo santafesino luego de la derrota con Hermes Binner. “Hace cuatro años el mismo Perotti le propuso a Rafael que se hiciera cargo del partido. Era el momento. Reutemann y Obeid en retirada, nacía un nuevo espacio para los dirigentes pejotistas. Y Bielsa no le dio pelotas (sic). Ahora se baja de su adorada Capital Federal y no arranca”. Se palpa mucha “calentura” en el tono del relato.
En realidad, fue Alberto Maguid el que propició la candidatura del ex ministro de Relaciones Exteriores con la esperanza de que Perotti se sumara. “Los quiero a Rafael y a vos juntos”, le habría dicho el mandamás de los estatales. El problema fue que los quería en ese orden. Perotti no lo aceptó y la relación se resintió con los dos. Sí hay, no obstante, admiración cercana al afecto con un Bielsa: “María Eugenia está en el lugar equivocado”, dice un asesor. “Omar la querría con él”, sintetiza el mismo hombre.
Esta semana el entorno de Perotti se entusiasmó con la foto con Carlos Alberto Reutemann. Fue todo un símbolo, es cierto, que nació de la voluntad unilateral del senador nacional. ¿Eso es una bendición? El Lole no es el Papa aunque muchos se cuadren en obediencia monástica, interpretan los peronistas; pero si se busca otra foto con los demás, no se la va a encontrar. “Tan mal no debemos estar. Si no, Reutemann ni pintaría”, dice la mano derecha de Perotti, que no se resiste a relatar que la primera frase del ex piloto de Fórmula Uno al llegar al Senado para participar de la distinción al rafaelino fue: “No me jodan con la candidatura. No soy candidato a nada. Ni a número uno, ni a número dos ni a número dieciséis”.
El Frente del no diálogo
Mario Barletta cree que la gente se enteró por estos días de lo que se juega en la interna de mayo. Y que eso será un gran impulso para él. ¿Números? “Hay final abierto”, aseguran los asesores del intendente de Santa Fe. ¿Tendencias? “No vale tomarlas en cuenta”, retrucan. La evidente dificultad para mostrar algún sondeo concreto confiesa que la cosa viene muy cuesta arriba. En ese búnker no se quiere hablar de estadísticas, salvo de las que miden el departamento La Capital. Se prefiere acentuar la idea de necesidad de acuerdos, de estrategias comunes y, sobre todo, de buscar el diálogo perdido.
“En esta misma mesa del comedor de mi casa abrochamos el nombre de Griselda Tessio”, relata el ex rector de la Universidad del Litoral a un asesor de campaña. “Hermes se olvidó de las charlas que tan buen resultado nos dieron y se lanzó a la interna. Fue un error. No nos dejó conversar”, lamenta el candidato. Así y todo, Barletta asegura tener una buena relación con el gobernador. Cree que los chispazos de la campaña son naturales y cuenta con que la mayor munición de guerra electoral va a parar al campo de Rubén Giustiniani. Él apenas recibe alguna que otra esquirla.
En público comenta que si pierde la interna no tiene preferencias para levantar el brazo del ministro coordinador o del senador nacional. A uno lo llama “Antonio”; al otro, “senador Giustiniani”. Quizá allí se pueda escarbar, con dificultad, alguna diferencia para este hombre tan amable, medido y poco afecto a los adjetivos.
Político de alianzas, cree que Binner cometió una torpeza injustificada al someter su futuro nacional al resultado de mayo. “El gobernador tiene que revalidar pergaminos en agosto. No ahora”, lo interpreta uno de sus cercanos.
Barletta mira con atención el devenir nacional de su partido. No cree que la potencial alianza de Francisco De Narváez con Ricardo Alfonsín tenga onda expansiva en Santa Fe. Se apura a decir en la intimidad a sus allegados que no comparte eso de que el empresario pelirrojo deba ser un límite (“otro error de Binner”, anota) y que los boina blanca de nuestra provincia podrán sortear acuerdos distintos de los nacidos en Buenos Aires. No se lo nota muy entusiasmado, al menos en público, con una convergencia entre el Partido Socialista, el juecismo, Margarita Stolbizer y Proyecto Sur. Se sorprendió, eso sí, cuando empezó a barajarse el nombre de Miguel Lifschitz como compañero de fórmula de “Ricardito” si Binner da un paso al costado. “¿Es en serio?”, afirman que preguntó con curiosidad (¿y cierto recelo?).
En cualquier caso, los que lo asesoran creen que “Hermes podría cerrar con Pino Solanas si Alfonsín va con Francisco. Esto ya pasó. En la última elección nosotros fuimos con (Roberto) Lavagna y Giustiniani lo hizo con (Lilita) Carrió”, analizan. ¿Y si la fórmula para presidente encuentra a un peronista como Felipe Solá con Gabriela Michetti?, se lanza sobre una mesa de amigos en la que, distendidos, se juega al ajedrez político, ¿a quién votaría Barletta en octubre? Otra vez la inescrutable corrección de que “el Frente Cívico y Social no se rompe ni se dobla”, se cuadra el intendente de la capital que sólo tiene en su horizonte la Casa Gris. Para esta elección o para las que vengan.