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Un ambiente distinto

Por Daniel Domínguez / Enviado Especial.- La gente acudió en gran número al Monumental y no pudo ocultar la gran ansiedad por ver al equipo de Messi.

Se extrañaba. Sin dudas que aquel magro empate ante Bolivia (1-1) quedó lejos en el colectivo del hincha albiceleste y desde muy temprano la zona del Monumental estuvo plagada de fanáticos con ganas de gritar los goles de Lionel Messi, Gonzalo Higuaín o Sergio Agüero.

Micros de Córdoba, Paraná y Venado Tuerto llegaron pasadas las 16 y se estacionaron dos cuadras antes del estadio. A medida que fueron pasando las horas y el juego se acercaba, la ansiedad se iba apoderando de la gente y de las familias que fueron colmando las tribunas.

No es común en el fútbol local ver tantos padres con sus hijos y esposas, como tampoco lo es que cada uno de ellos pueda caminar tranquilamente por las calles embanderado con los mismos colores: el celeste y blanco.

Una murga, un payaso, bombas de estruendo, fueron algunos de los condimentos que le dieron un marco diferente a un partido de por sí diferente.

Además de los simpatizantes “comunes”, los famosos también dijeron presente. Desde el Patón Bauza hasta Luli Fernández desfilaron por las tribunas riverplatenses. El DT de la Liga de Quito fue abordado por medios locales y ecuatorianos, y la pregunta que más se repitió fue para quien iba a hinchar, a lo que el Patón, como en sus épocas de jugador, tiró la pelota afuera de un puntazo y se limitó a decir “que iba a ser un partido duro para ambos”.

Más allá de los hinchas argentinos, Ecuador también hizo lo suyo. Es que por ejemplo, los periodistas estaban apostados en la puerta del palco de prensa desde las 15 y el grueso de la hinchada ingresó al estadio a las 17, donde pacientemente se fueron ubicando en el codo que les fue asignado. Eso sí, a ellos tampoco les faltó cotillón. Banderas, cornetas y decenas de camisetas amarillas le dieron un muy lindo marco al frío anochecer porteño.

Los minutos pasaron e increíblemente ese puñado de hinchas ecuatorianos fueron los que marcaron los tiempos con los cantos, tibiamente respondidos por algunos hinchas argentinos.

Cuando faltaban pocos minutos para dar comienzo al juego, la historia fue otra. Los lugares vacíos se completaron rápidamente y con la salida de los equipos los que era un simple murmullo se transformó en un aliento ensordecedor pidiendo un triunfo argentino. La selección de Sabella y Messi comenzó a seducir a la gente. Era hora.

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