Un argentino que contrajo coronavirus demandó a China por unos 200.000 dólares por considerar que la nación asiática es responsable de la pandemia y remarcó que «alguien se tiene que hacer cargo de esta catástrofe».
Se trata de Matías Bergalli, quien está patrocinado por Patricio Poplavsky, titular del estudio International Law Offices, especialista en derecho internacional que lleva adelante la demanda de 3.000 personas damnificadas en distintas partes del mundo. «La demanda es más que nada porque se negó información y cada país se hubiese preparado de otra forma y no se hubiese perdido tanta gente», precisó el ciudadano que se sumó a la causa internacional.
«Me dio bronca todo lo que negaron», afirmó Bergalli, quien aseguró que «la demanda es de 200.000 dólares para arriba», según los parámetros establecidos internacionalmente. «Yo no quiero sacar ventaja de esta situación», indicó el joven en declaraciones radiales, a la vez que contó que cursó la enfermedad en marzo de este año. «¿Por qué tengo que perder los proyectos, la cuota para mi auto, por qué secuelas en mi cuerpo? Sea quien sea, alguien tiene que hacerse cargo», planteó el damnificado.
E insistió: «Me dio mucha bronca lo que hicieron y lo que negaron. Alguien se tiene que hacer cargo de esta catástrofe», explicó el argentino que forma parte de una demanda colectiva. Bergalli decidió sumarse a la demanda contra China al sostener que las autoridades de ese país «no avisaron nada de la pandemia y cuando se les fue de las manos era tarde». «Mi abogado tiene la información de que los funcionarios chinos sabían de la gravedad» de la enfermedad, precisó el demandante al asegurar que «China negó la información y esto se podría haber evitado».
Bergalli tiene 39 años y se considera un sobreviviente, pero estuvo al borde de la muerte y manifestó que tuvo «una recuperación milagrosa» para seguir disfrutando de su familia, pero aclaró que su primo no tuvo la misma suerte porque «murió y dejó tres hijos huérfanos». Reside en Ramos Mejía, está casado y tiene 4 hijos (de 3, 4, 9 y 18 años); dos de los cuales son pacientes de riesgo porque tienen problemas cardíacos. «Me contagié a mediados de marzo de este año, supuestamente por mi sobrino ya que su maestra era asintomática y seguía dando clases como si nada pasara», contó Matías.