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Un Banco Central que sirva para “la economía real”

Paulo Menotti.- Carlos Heller expuso sobre implicancias de la reforma de la Carta Orgánica votada en el Senado.

“Un Banco Central (BCRA) preocupado exclusivamente por la inflación, y su independencia absoluta respecto del resto de las políticas económicas, encarna una postura profundamente elitista, que pretende desvincular el accionar de la autoridad monetaria de los gobiernos elegidos democráticamente, y quitar de la órbita gubernamental uno de los resortes fundamentales de la gestión macroeconómica”, escribió en su blog el diputado y presidente del Banco Credicoop, Carlos Heller, quien opuso a esa postura “monetarista” la de un Central que sirva para “la promoción de la estabilidad monetaria y financiera, el empleo, y el desarrollo económico con equidad social”.

Entrada la madrugada del pasado jueves, el Senado nacional votó la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central que terminó con la reforma que había implantado Domingo Cavallo en 1992 con su “Plan de Convertibilidad”.

Dicha política económica equiparaba un dólar con un peso, una falacia que desoía el hecho de que la moneda nacional vale por su producción y algo que distrajo a los argentinos por casi una década para despertarse tras la pesadilla de diciembre del 2001. En una entrevista con El Ciudadano, Heller refuta las opiniones que reclaman que se mantengan intocables las reservas del BCRA sosteniendo que dichos depósitos se apliquen a la “economía real” y que el actual sistema destierra a la “financierización” de la economía por un “modelo de producción que genera trabajo local”.

—Desde una visión estructuralista y no monetarista de la economía, ¿de qué sirven las reservas y qué relación deben tener con el sector productivo?

—Salvo en las economías desarrolladas como Estados Unidos, Gran Bretaña, la zona del Euro, o Japón, que emiten monedas convertibles internacionalmente, los restantes países no disponen de esta ventaja. Por este motivo, no pueden emitir dinero para realizar transacciones comerciales o financieras con el exterior. La acumulación de reservas resulta indispensable en un mundo como el actual, al permitir, entre otras cosas, manejar los flujos de los saldos comerciales con el exterior. También pueden servir para aflojar tensiones en el mercado cambiario debido al grado de exposición a los capitales de corto plazo, o cuando existen corridas especulativas, por lo que se incrementa la soberanía en la toma de decisiones de los gobiernos. El nivel de reservas debe ser suficiente para satisfacer estas necesidades, incluyendo los pagos de deuda. No tiene ningún sentido acumular reservas por el simple hecho de hacerlo, sino que las mismas, respetando ciertos parámetros, están para ser utilizadas en consonancia con las necesidades de la economía real. Ningún país del mundo con tipo de cambio flexible mantiene una relación fija entre reservas y un agregado monetario.

—¿Se atrevería a establecer un parangón con las reservas petroleras?

—La función que poseen las reservas les otorga un carácter estratégico en las economías en desarrollo. De hecho, si uno mira lo que pasa en Brasil, también observa una acumulación de reservas de divisas significativa. Y en momentos de crisis internacional ha quedado en evidencia que es importante disponer plenamente de estos recursos, lo cual da cuenta de su carácter estratégico. Algo así sucede con los países que disponen de petróleo en el subsuelo, que exploran, invierten, hallan reservas, y luego las utilizan para abastecer los requerimientos de la economía real. Así que una de las cuestiones centrales que vincula a ambas clases de reserva es precisamente su carácter estratégico.

—¿Qué nivel de reservas tenía el BCRA tras la crisis de 2001 y en qué horizonte se encuentra en la actualidad?

—Desde la salida de la crisis hasta la actualidad las reservas internacionales se incrementaron significativamente, pasando de un mínimo de 9.000 millones de dólares en julio de 2002 a los 47.200 millones de dólares de la actualidad. Lo interesante es la modalidad actual de acumulación de reservas, basada en el superávit comercial, que expresa un cambio respecto del anterior modelo de la convertibilidad, cuando se recurría al endeudamiento externo para engrosar las arcas del Banco Central. El actual es un modelo que destierra la lógica de la “financiarización” de otras épocas y apuesta por la producción, lo cual representa una diferencia considerable porque es un modelo más sólido y menos vulnerable a los humores de los inversores, y que además genera trabajo local.

—¿Qué papel tuvo el BCRA con la banca cooperativa desde el golpe militar y luego con la convertibilidad y qué rol busca asignársele con la reforma? En cuanto a la ley de entidades financieras que se estaba promoviendo, ¿en qué quedó?

—La Ley de Entidades Financieras de la dictadura representó un duro golpe para las cajas de crédito cooperativas, que debieron reorganizarse bajo la figura de entidades bancarias para no desaparecer. El esquema de funcionamiento de la economía bajo el modelo neoliberal no era favorable para los sectores productivos menos concentrados y generadores de empleo, por lo que la macroeconomía, con todas sus normas legales como la Carta Orgánica y la Ley de Entidades Financieras, entregaba señales adversas para el desarrollo de los sectores como las Pymes y las economías regionales. De los más de 77 bancos cooperativos gestados por la ley de la dictadura, sólo perdura el Banco Credicoop, una entidad que logró combinar democracia y eficiencia en la gestión. Lo importante es que con la reforma actual de la Carta Orgánica se le otorgan nuevas funciones al Banco Central, ya que a la meta de preservar el valor de la moneda se le agregan otras como la promoción de la estabilidad monetaria y financiera, el empleo, y el desarrollo económico con equidad social. Es un avance importante respecto del plexo normativo neoliberal vigente hasta el momento. La reforma impulsa la regulación y orientación del crédito, una reivindicación histórica de nuestro movimiento, así como la protección del usuario de servicios financieros y la defensa de la competencia. Son avances importantes. Estamos muy contentos por lo obtenido, nuestro trabajo no ha sido en vano: la tarea realizada generó condiciones y aportó ideas que contribuyeron a plasmar la nueva Carta Orgánica . Pero vamos por más, estamos estudiando presentar un nuevo proyecto para que tenga estado parlamentario, que desde luego tome en cuenta los avances producidos con la reforma de la Carta Orgánica, y que contemple los cambios que creemos que todavía faltan, en concordancia con el millón de firmas que nos acompañan en esta gesta, y el acto reparador de derogar la Ley de Entidades Financieras que fue elaborada por la dictadura.

—Algo que sostiene la mirada neoliberal es que si se suma masa de dinero en la sociedad se genera inflación. ¿Esta reforma al BCRA podría generar inflación?

—En Argentina las causas de la inflación son en gran parte derivadas de la puja distributiva y no de la emisión monetaria. Pero la visión vinculada al monetarismo sostiene que toda emisión de dinero va a parar a inflación cuando la economía se encuentra más cerca del pleno empleo de recursos. Desde un enfoque alternativo se puede pensar que la emisión de dinero no proviene necesariamente de un capricho de los gobernantes, sino que tiene que ver con los requerimientos de la economía real. Hay que invertir la causalidad. Si el circulante no acompaña al crecimiento nominal de las ventas, la economía se enfría. Otro tema es la discusión generada en torno a la reforma de la Carta Orgánica, que se basa en el anterior argumento y pone el énfasis en las cuestiones de “caja”. En realidad, lo que se aprobó es la posibilidad de que en situaciones excepcionales pueda ampliarse el límite de emisión del 10 por ciento al 20 por ciento de los recursos fiscales del gobierno nacional, pero en forma transitoria por hasta 18 meses. Es un recurso anticíclico que estuvo contenido en las distintas Cartas Orgánicas anteriores a la de 1992.

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