Por Gabriel Profiti.- La peor noticia de la semana no fue el recorte de subsidios que será menos indulgente que el anticipado, ni la crisis con embrión sindical en Aerolíneas Argentinas o la pelea por la doma del dólar. La peor noticia de la semana fue que la economía de Brasil se contrajo en el tercer trimestre del año.
Un informe del Banco Central brasileño publicado el jueves último revela que entre julio y septiembre la actividad decreció 0,32 por ciento y se redujo la estimación de crecimiento para el año de 4,5 por ciento a 3,19 por ciento por medidas oficiales destinadas a frenar la inflación y coletazos de la crisis sin fin en el hemisferio norte.
Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas y también el de mayor sofisticación: cerca del 40 por ciento de las manufacturas industriales van a parar allí. Además, el brasileño representa el 40 por ciento del turismo extranjero en la Argentina y mucho depende de la capacidad de consumo de los brasileños.
Antes de las elecciones, el presidente de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, aseguró que el peor escenario para la Argentina es que “Brasil deje de crecer por la crisis financiera internacional” y subrayó que el país “no está blindado” frente a la complicada situación mundial.
Pues bien, ese escenario amenaza y algunos coletazos comenzaron a ser observados en sectores enlazados con el mercado brasileño como el automotriz. Las ventas de automóviles, vehículos comerciales livianos, camiones y autobuses nuevos en Brasil se desplomaron un 10 por ciento en octubre frente a septiembre.
Poda
Por estas y otras previsiones sobre la economía, el gobierno decidió darse un baño de impopularidad hasta el límite donde se empieza a jugar el capital político de un presidente. Su real impacto se verá con las nuevas tarifas de luz, agua y gas.
Es un dato positivo que sea esta administración la que deba hacerse cargo de la herencia que generó. Un gobierno no peronista difícilmente hubiera podido avanzar en una poda que implica la suba de tarifas para los ingresos medios de hasta 400 por ciento.
Tampoco hubiese podido reclamar la suspensión de la personería gremial de un sindicato como ocurrió esta semana con los técnicos de Aerolíneas Argentinas.
Rápido de reflejos ante los sacudones, el PJ se mostró encolumnado detrás de la figura presidencial y la encumbró como su conductora natural durante una sesión en homenaje a Néstor Kirchner realizada en Río Gallegos.
Esa convergencia peronista –favorecida por el resultado de las elecciones nacionales– contrastó con la discordia radical evidenciada en la convención nacional realizada en el Centro Asturiano de Vicente López. A futuro, el partido está discutiendo su rol, su posicionamiento ideológico y sus alianzas.
En la coyuntura económica parece haber dado un respiro el dólar, a dos semanas de la implementación de los controles cambiarios, aunque esa es una faena que todavía está en curso.
Es cierto que se fueron 2.000 millones de dólares de reservas en un mes y medio y 1.500 millones de dólares en depósitos, pero por ahora el panorama es manejable para el gobierno si da los pasos que permitan recuperar confianza en el sistema financiero.
Por caso, el nivel de reservas del Banco Central es alto y eventuales acuerdos con el Club de París y empresas estadounidenses que reclamaron ante el Ciadi darán mayor confianza internacional a la Argentina.
De todos modos, esa realidad incierta es seguida de cerca por los empresarios. De Mendiguren aceleró esta semana su anunciada reunión con el titular de la CGT, Hugo Moyano. Le planteó que participe de la Conferencia Industrial de la semana próxima pero también hablaron de la próxima pulseada por precios y salarios.
PJ y CGT
Precisamente, dentro del compacto bloque político oficialista hay un frente abierto con los sindicatos y puntualmente con Moyano. La grieta dentro del pack volvió a aflorar con la crisis de la conducción de Aerolíneas y los gremios, facturada con cancelaciones y demoras a los usuarios.
Allí se dio una rara combinación: el Gobierno había encumbrado a Ricardo Cirielli, referente del personal técnico, como subsecretario de Transporte aerocomercial y al piloto Jorge Pérez Tamayo, como piloto presidencial.
Ahora ambos juegan fuerte contra la conducción en Aerolíneas Argentinas de Mariano Recalde, miembro de la Cámpora e hijo del abogado de la CGT, Héctor Recalde, a su vez amigo de décadas de Moyano.
Es evidente dentro del nuevo peronismo la reedición del histórico choque entre el sindicalismo y la juventud peronista. Ni Moyano –se excusó por la muerte de su hijo– ni Recalde estuvieron en la reunión del PJ por el Día de la Militancia en Río Gallegos, pese a que ambos forman parte de la conducción.
Pero la secuencia no termina allí: Cirielli hoy está enrolado en la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo y Pérez Tamayo responde a Moyano. Y la CGT del líder camionero y Recalde padre salió a respaldar a Cirielli.
Dentro de ese contexto, Gerónimo Venegas, otro dirigente duhaldista como Barrionuevo, advirtió que nadie va a correr a Moyano de la CGT y llamó a la unidad del movimiento obrero.
¿Será esa unidad direccionada en contra del gobierno? No parece, teniendo en cuenta que un sector importante del sindicalismo sigue alineado con la Casa Rosada de cara a la renovación de autoridades dentro de la central obrera a mediados de 2012. Lo que no está claro es de qué lado quedará Moyano.