Por Laura Hintze
Vecinos del barrio “Madre de la Esperanza”, de la zona noroeste de la ciudad, denuncian que hace aproximadamente cinco meses que no reciben servicio de agua y luz. Estos problemas, tal como lo confirmó Héctor Pérez, director del Centro de Distrito Noroeste de la Municipalidad, nacen y se dificultan porque los terrenos del barrio no existen en el plano catastral, lo que quiere decir que las viviendas no son identificadas como propiedades de la ciudad. Más allá de la falta de todos los servicios, los vecinos de Madre de la Esperanza remarcan que su prioridad es el agua: “Hace cinco meses que estamos acarreando baldes, ¡y encima nos dicen que es un derecho! Bueno, nosotros reclamamos por ese derecho que no tenemos”
Son cerca de 800 los afectados que exigen que vuelva –antes de la llegada del calor– el servicio con el que en un pasado bastante lejano contaban. Aparentemente, y según cuenta Susana Samardich, vecina del lugar, “desde que empezaron a trabajar las cloacas por calle Juan B. Justo nos dejaron sin agua. Podría decirse que se la llevaron”. Desde entonces, hace cinco meses, cada familia se las arregla buscando agua de una casa que cuenta con el servicio y puso una canilla a disposición del barrio. “Pero así no se puede”, se quejan al unísono los vecinos, que relatan cómo es buscar agua para lavar a los chicos, la ropa, la casa, cocinar y, encima, soportar los consecuentes dolores de espalda.
Susana, además, aporta un dato no menor: “Ahora viene el verano. Y tenemos que prevenir, cuidar nuestra salud. ¿Y cómo lo vamos a hacer, si no tenemos agua para desinfectar? Acá en el verano hay mosquitos, ratas, de todo. ¿Dónde está la salud si no tenemos lo fundamental?”
Esta situación está acompañada de la lucha cotidiana por recibir alguna solución al problema. “Ya nos cansamos de juntar firmas y hacer papeles, y, directamente, no contestan nada”, dice Viviana Pinto, otra vecina del barrio.
“Nosotros nos preguntamos por qué nos niegan el servicios si tenemos la red de agua, desde 1997. Queremos la solución ahora”, agregó la mujer. Luego, aclaró que el barrio está dispuesto a pagar el servicio: “Somos realmente gente trabajadora, educada, si no nos conectaríamos nosotros mismos. ¿Solamente haciendo un piquete nos entienden? Estamos haciendo un reclamo pacífico. Somos gente respetuosa y de esa manera queremos llegar a nuestro derecho”.
Mientras que todos los vecinos remarcan constantemente el cansancio que los invade por tener que ir a golpear puertas que no dan respuestas, desde el Distrito Noroeste afirman que ya se está trabajando en el asunto. Héctor Pérez, director de ese “mini-municipio”, explicó que se están haciendo tres cosas: “A fines del año pasado y principios de éste pusimos cuatro tanques provisorios, que se llenan todos los días con la ayuda de la cooperativa de trabajo «La Victoria». Además, vamos a elevar un proyecto al Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enhosa) en busca de subsidios para hacer una instalación más grande en conjunto con cooperativas”.
El último y más contundente esfuerzo para solucionar los problemas del barrio será una reunión con Aguas Santafesinas: “Ellos necesitan saber dónde esta el problema y nosotros buscamos que lo eleven como prioridad”.
Todas las partes involucradas en el conflicto por el servicio de agua afirman que la solución al problema se complica aún más al no estar el barrio en los planos catastrales de la ciudad.
Desaparecidos del mapa
Estos planos son los que indican la localización y los límites de las propiedades individuales. Al no estar marcada la zona del barrio, compañías de servicios como la Empresa Provincial de la Energía (EPE) o Aguas Santafesinas, no pueden regularizar sus prestaciones en las partes afectadas. Héctor Pérez confirma esta situación, y además agrega que se trabaja con planos “muy artesanales”, lo que dificulta más el trabajo en la zona. Remarca, aún así, y a diferencia de lo que admiten los vecinos, que “están trabajando incansablemente por solucionar estos problemas”.