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Un camino de regreso al origen

Liliana Ancalao es poeta, ensayista, “oralitora”. Escribe poesía en español y la traduce al Mapudungun, la lengua mapuche que recuperó de la tradición familiar. Su último libro reúne los ensayos publicados bajo el título de “Andás Bien” y los poemas de “Mujeres a la intemperie”

Füta Winca Malon

Mucho antes de que los padres de Liliana se mudaran a la ciudad, incluso antes del tiempo de sus abuelos, el viejo Sarmiento decía que a la Argentina “el desierto la rodea por todas partes, y se le insinúa en las entrañas, la soledad, el despoblado, sin una sola habitación humana”. La operación discursiva de llamar desierto a los territorios de los pueblos orginarios no fue producto de la ignorancia ni de la inocencia, por supuesto. Desierto no hay nada. Y de cierto, en relación a lo despoblado del territorio, tampoco. Después del Facundo, hacia 1885, sucedió lo que se conoce como el momento del despojo, el momento del Füta Winca Malon, en el que el avance del Estado sobre el territorio de las comunidades originarias trajo la civilización, la evangelización y, como consecuencia, el silenciamiento del Mapudungun, la lengua mapuche. En ese momento, esta “lengua se convirtió en un idioma para callar, para guardar”. Es por eso que tanto Liliana, como muchxs de lxs de su generación, sólo aprendieron palabras y frases sueltas de la lengua de sus antepasados.

De regreso al origen

Sin embargo, a medida que estudia el Mapudungun, puede reconocer en las palabras, en esa lengua, las costumbres, las prácticas, las creencias que ella practica y heredó de sus ancestros. Aparecen una y otra vez: “Mapudungun es un idioma profundo y azul, un idioma del cual tenemos la nostalgia y porta un modo de ver el mundo, una cosmovisión, y por supuesto es el idioma que necesitamos para recuperar el mapuche kimün, el conocimiento mapuche, que está también en reconstrucción. A medida que reconstruimos el idioma, reconstruimos el conocimiento, un conocimiento que intuimos, que recordamos de nuestros padres y abuelos, en los preparados de remedios, en los tejidos, en el modo de trabajar en el campo, en la quinta con los animales, escuchando las historias de los abuelos”.

Oralitura y memoria

De esta manera se transforma la lengua del silenciamiento, en la lengua del orgullo, de la identidad. Para Liliana Ancalao, definirse como oralitora implica una opción por la memoria. La oralitura es una práctica que une la oralidad y la escritura “una relación que aparece en lo que estamos escribiendo porque aparece algo de este conocimiento que hemos ido recibiendo y que lo hemos intuido siempre, y en nuestros escritos actuales y contemporáneos emergen”.

Poesía y ensayo

Y en este sentido, no es casual que para ella la poesía sea una forma de sanar: “Porque escribir me ha permitido entenderme, comprenderme, crecer porque cuando logro un poema, que eso no sucede muy a menudo, junto partes que andaban sueltas, y siento que me sano, que emerjo de la escritura mucho mejor”.

La intemperie de las mujeres, su segundo libro de poesías, es la traducción poética de una experiencia: la de asistir a los Kamarukos, un ritual en el que se celebra la reciprocidad mapuche, acompañada de personas de su comunidad, en su mayoría mujeres, con las que compartió rituales. “El hecho de ser madres, de amamantar, coloca a la mujer en un lugar fundamental de la transmisión del conocimiento, un conocimiento transmitido desde el amor. Y fueron las mujeres las que guardaron muchos aspectos culturales que son los que lograron sobrevivir” Es por ello que el libro está dedicado a ellas.

La poesía como estrategia

No se trata de la poesía como un mensaje cuyo contenido sea optimista o reparador, sino con el modo en el que uno se comunica con las personas a través de la poesía: “Es una manifestación que permite a los seres humanos comunicarnos en otras dimensiones, es una estrategia para armar comunidades de lectura, de escrituras”. Por otra parte, El idioma silenciado y Andás bien son los dos libros que reúnen sus ensayos. Convocada para presentar textos en diversos encuentros de escritores, los temas han emergido desde la necesidad de decir lo importante con las palabras de la urgencia: “Escribo los ensayos como obligada para estos encuentros, pero cuando empiezo a escribir, disfruto de la escritura y empiezo a sentir un alivio. La poesía tiene otros tiempos en mi caso, demoran en caer, en aparecer ciertos temas en la poesía.”

Festivales y encuentros

Cada vez son más los espacios en los que se reúnen escritores en lenguas originarias en el mundo: México, Chile, Venezuela y Colombia han propiciados estos encuentros. Por su parte, en nuestro país, tanto en el Festival Internacional de Poesía de Córdoba como en el de Rosario hubo lugar para las lecturas de poesía en lenguas originarias. Además, el Festival de nuestra ciudad realizó un foro de poesía originaria/contemporánea coordinada por Mario Castells en el que Ancalao junto a Mario Alwa (Bolivia) Miguelángel Meza (Paraguay) y Jorge Alejandro Vargas Prado (Perú) han intercambiado opiniones en relación a las implicancias estéticas y políticas de escribir en lenguas originarias.

Frente a la fuerte presencia y el lugar preponderante que está adquiriendo en otros países americanos la literatura en lenguas originarias, Ancalao sostiene: “En argentina se está demorando la aparición de poetas en lengua originarias”. Quizás esto se deba a nuestra historia, “la historia del Estado argentino desde hace 134 años sobre nuestros pueblos, su administración y su silenciamiento, que ha sido cruento. Es un proceso hasta que la Argentina se deje de pensar nacional, somos plurinacionales, se deje de pensar blanca. Y también nosotrxs, lxs poetas que somos de pueblos originarios: muchos aún no se autoreconcen. Es momento de empezar a escribir y a reconocerse desde ese lugar”, concluye Ancalao.

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