“Fue terrible, pensábamos que se había desbordado el río o algo por el estilo, porque entraba agua a casa y no sabíamos de dónde venía”. Así describieron vecinos la insólita –y grave– situación que vivieron en Juan José Paso a 1100 que en la mañana de ayer había dejado de ser una calle para transformarse en una verdadera laguna que anegaba casas en toda la cuadra. La situación se había disparado alrededor de las 3.45 de la madrugada cuando un caño maestro subterráneo de gran volumen literalmente reventó, desprendiendo el portón de la cochera ubicada en el 1117 y dejando un cráter que, además de tragarse el Citroen C3 que allí estaba, en poco tiempo desbordó de agua y barro. “Al no haber señales de rotura, esta explosión fue imprevista y la presión del agua que salió fue la que rompió la calle, arrancó el portón y se llevó flotando el auto”, explicó el vocero de Aguas Santafesinas, Guillermo Lanfranco, a la par que aseguraba que el ducto tenía unos 50 años “y hasta el momento no había indicios de que algo estuviera funcionando mal”.
El ducto que se rompió tiene 1,10 metro de diámetro y transporta agua potable de la planta potablizadora de French y Avellaneda hacia las zonas oeste y noroeste por debajo de Juan José Paso. Su tendido data de las obras de ampliación del sistema sanitario durante el gobierno de Arturo Illia, en 1965, que vienen a ser “las últimas grandes obras de infraestructura que se hicieron en la red”, según graficó desde el Ente Regulador del Servicio Sanitario (Enress) Alberto Muñoz. A menor profundidad que el caño maestro y por debajo de las veredas pasan los ductos de cables telefónicos y –el mayor peligro– el tendido de gas: sólo un milagro hizo que el auto que estaba en la cochera se “clavara” hacia atrás como a través de un tobogán en el cráter de 4 metros pero sin arrastrar el gasoducto, lo cual hubiera generado una fuga de combustible y mayor riesgo aún.
El ducto de gas que hasta entonces era subterráneo, ayer estaba literalmente suspendido en el aire, como los caños por donde pasan los cables telefónicos. Y, como en la zona el tendido eléctrico todavía es aéreo, la infraestructura retrasada también aportó para evitar una potencial tragedia.
El propio despliegue de fuerzas y equipos de contingencia –Bomberos, Defensa Civil, GUM, Aguas, EPE, Litoral Gas, Municipalidad, entre más– dieron cuenta de la gravedad de la situación y de la suerte que tuvieron los vecinos del lugar aunque muchas familias tuvieron sus casas hasta medio metro de agua que arruinó muebles y electrodomésticos. La inundación en la calzada, en tanto, llegó a cinco cuadras a la redonda hasta que se cortó el flujo y comenzaron a actuar grandes bombas.
Una grúa de gran porte de una contratista de obras públicas y hasta buzos de Bomberos actuaron en la extracción del coche sumergido a la par que se hacía una revisión estructural de las casas linderas al pozo –Obras Particulares de la Municipalidad– y se comenzaba a despejar el caño roto en el tramo para cortar y empalmar. Esos eran los trabajos al cierre de esta edición, cuando, según el vocero Lanfranco, se esperaba que llegara desde Buenos Aires una pieza con el diámetro adecuado. Para entonces, las cuadrillas trabajaban en una excavación de ocho metros de profundidad. Los trabajos seguirían toda la noche, pero las características de la obra se tardaría entre 24 y 48 horas en terminarla.
La inundación
En la zona de Arroyito donde se produjo el incidente las inundaciones no son nuevas pero todas han sido por lluvias históricas y grandes crecidas del Paraná con desbordes del arroyo Ludueña. Por ello los vecinos estuvieron un buen rato desconcertados y sin saber qué pasaba. Alarmados por el ingreso de agua, varios salieron corriendo a golpear las puertas de los demás vecinos anunciando la inundación del barrio.
Fue el caso de Daiana, para quien “el temor a la inundación está latente”. Si bien la joven creyó que estaba lloviendo porque escuchaba a su perrita chapotear, al levantarse vio una laguna.
Por su parte, Nahuel, su esposa y sus hijitos viven al lado de la vivienda que perdió el piso de su cochera: debido al pozo tuvieron que salir de su casa por el techo. El joven relató que fue su esposa la que había visto el agua en su casa. “Se levantó de casualidad y vio tanta agua que me despertó para saber de dónde venía. Revisamos la casa y no teníamos pérdidas hasta que nos dimos cuenta que venía desde afuera. Entonces corté la luz, porque el agua me llegaba a las rodillas, y sacamos a mis hijos por la terraza de la vecina”.
“Tengo toda la casa llena de barro, cuando me desperté tenía diez centímetros de barro en todas las piezas. Los muebles se arruinaron, ¿quién se hace cargo de esto?” quiso saber, en tanto.
Muchas horas después, con los riesgos bajo control y con las tareas de reparación comenzadas algunos se animaron hasta a hacer bromas, como el consejo de jugar alguna dirección par de Juan José Paso a la quiniela.