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Un clon de Pichetto en la Cámara de Diputados

Un mes y medio de intensa actividad legislativa quedará por delante en el Congreso de la Nación antes de que finalice el año, tras el ingreso de los proyectos de reforma que impulsa el gobierno de Mauricio Macri.

Los debates comenzarán con la misma configuración parlamentaria que le permitió a la Casa Rosada, por ejemplo, avanzar con el desafuero del diputado kirchnerista Julio De Vido, aunque se prevé que concluyan, en su amplia mayoría, largamente después del 10 de diciembre.

Ese día se producirá un recambio en el Congreso con la asunción de los legisladores que resultaron electos en los comicios del 22 de octubre pasado y la consecuente salida de aquellos que finalizan su mandato. En este contexto, si bien se destaca la llegada al Senado de la ex presidenta Cristina Kirchner, el gobierno se vería –en principio– beneficiado después de “apretar F5” en el teclado operativo del Parlamento y refrescar la composición de las bancadas.

Entre quienes deberán recoger sus pertenencias y marcharse a comienzos del mes próximo figuran, entre otros, el jefe del Frente Renovador, Sergio Massa, y su aliada líder del GEN, Margarita Stolbizer; de igual modo que los diputados kirchneristas (del núcleo duro) Héctor Recalde, Diana Conti, Juliana Di Tullio y el senador Ruperto Eduardo Godoy.

Conti es la misma legisladora del Frente para la Victoria (FpV) que abogaba por una “Cristina eterna” allá por 2011, antes de que Massa se alzara en la provincia de Buenos Aires con una victoria crucial en las elecciones legislativas de 2013, para sepultar la fantasía kirchnerista de promover una re reelección de la jefa del Estado vía reforma constitucional.

Claramente, la salida del Congreso de diputados y senadores de la oposición que hace cuatro años fueron designados “a dedo” en las nóminas de candidatos por el gobierno anterior debería favorecer a la administración macrista en su afán por lograr una rápida aprobación de los proyectos que impulsa.

¿Por qué? Porque en esta ocasión fueron los gobernadores, y no la mesa chica kirchnerista, los que se encargaron de armar las listas y una vez que los legisladores que hayan sido electos se incorporen al cuerpo parlamentario, se espera que respondan a esos mismos mandatarios provinciales –del peronismo–, de quienes el gobierno de Macri acaba de recibir un “pulgar hacia arriba” para avanzar con las reformas.

Disputas dentro del PJ

Para evitar el fracaso que significó su intento fallido de reforma política el año pasado, el gobierno debe buscar y necesita irremediablemente lograr consensos, ya que, si bien recibió un espaldarazo significativo en las urnas en los pasados comicios de medio término, no le alcanzarán los votos propios para sellar con un aprobado sus iniciativas.

En este sentido, e incluso a pesar del visto bueno otorgado por los gobernadores –con excepción de San Luis hasta el momento–, las disputas de poder que se libran por estos días puertas adentro en el Partido Justicialista (PJ) podrían llegar a afectar las aspiraciones de Macri de tener resueltas estas cuestiones parlamentarias con la mayor celeridad posible.

En el Senado, los proyectos de Reforma Laboral y Responsabilidad Fiscal quizás obtengan media sanción justo antes de que Cristina desembarque en diciembre próximo, por ahora con una estrategia política incierta, después de haber jurado como integrante de la Cámara alta el 29 de noviembre.

Ya con la ex presidenta en el recinto se espera que los senadores debatan sobre el Presupuesto 2018 y la Reforma Tributaria, por ejemplo. Para ese entonces, el jefe de la bancada del PJ-FpV, Miguel Pichetto, de perfil acuerdista, deberá convivir con Cristina Fernández de Kirchner y sus probables aliados.

Con el peronismo aún transitando por un proceso de reconstrucción con final abierto por estos días, después de la seguidilla de bofetadas recibidas en contiendas electorales de las que tomó parte desde 2013 a la fecha, al gobierno le resultaría sumamente útil disponer de una suerte de clon de Pichetto en la cámara de Diputados.

Es decir, un legislador –del PJ– dispuesto a respaldar en el recinto las iniciativas oficiales que cuenten con el apoyo de gobernadores peronistas y de la cúpula de Confederación General del Trabajo (CGT).

Si se tratara de una película de ciencia ficción en la que el Gobierno estuviera a cargo del guión, Macri posiblemente escogería a Diego Bossio o a algún delfín del ex funcionario kirchnerista devenido en diputado anti-K para inocularle el ADN pichettista y así forjar un clon del patagónico en la Cámara baja.

Un legislador que lidere y que responda más a los intereses de los gobernadores y de la CGT que de ocasionales referentes partidarios: un rol que, dicho sea de paso, pretende asumir Cristina, mientras se involucra en la designación de autoridades del PJ Bonaerense, después de haberse convertido en la candidata peronista más popular en octubre pasado, con casi 3,5 millones de votos en la provincia.

Claro que más allá de los puentes tendidos con el Gobierno, a Pichetto, esa postura acuerdista le provoca cada tanto algunos dolores de cabeza, al ser atacado por fuego amigo.

Uno de los senadores de la oposición que más enojado está con el patagónico es el formoseño José Miguel Mayans, quien le recrimina a Pichetto que no reúne el bloque para deliberar sobre los asuntos pendientes de consenso interno. Quizás el patagónico tenga temor de que se arme un revuelo que lo afecte y que pueda trascender a los medios.

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