Este jueves se estrena a nivel nacional Un crimen argentino, un film dirigido por el cordobés Lucas Combina y cuyo guión fue creado por el rosarino Juan Pablo Buscarini basado en el libro homónimo de Reynaldo Sietecase. La historia relata la desaparición de Jorge Sauan, un miembro de la comunidad textil en un hecho que marcó la historia policial en Rosario y demostró cuánto puede superar la realidad a la ficción. El Ciudadano presenció el avant premiere del film y habló con el guionista, el director, además de Nicolás Francella y Matías Mayer, sus protagonistas.
Si bien el texto publicado por Sietecase en 2002 analiza el perfil psicológico del principal y único imputado en el caso, el film muestra la realidad sociopolítica de 1980, en plena dictadura militar. Y como dijo Buscarini en medio de la charla con este medio: “No fue el crimen perfecto por la ineficiencia de las fuerzas. Es una historia que jamás se podría haber filmado en otro lugar”.
Es que Buscarini, quien formó parte de productoras como PatagoniK de donde salieron tanques como Nueve reinas y El hijo de la novia, conversó con Sietecase en 2006 para hacer el film y las oportunidades tardaron en llegar, hasta que conoció a Lucas Combina y la trama comenzó a tomar su rumbo. “Cuando leí el guión me impactó mucho esa historia, desconocida para mí. Ese día corrí a conseguir el libro de Reynaldo y con los días preparé mi estadía de tres meses en Rosario para poder empaparme con la historia. Que sea un hecho real es todo un bonus track”, sostuvo Combina.
Desapariciones, torturas, órdenes “de arriba”, calles solitarias invadidas por el miedo, todo era moneda corriente de una de las etapas más sangrientas de la historia argentina. En medio de todo eso un abogado que había estado preso por vender unos terrenos inexistentes se preparaba para invertir en un negocio de pelotas de fútbol (o por lo menos eso se conoció) y persiguió a Sauan para sumarlo o robarle dinero, ganándose su amistad en medio de las noches de puticlubes bien regadas con whisky.
“Cuando pasó todo esto, yo estaba terminando la secundaria y se habló mucho del caso. Es más, yo ya estaba saliendo y cada tanto lo veía a Sauán en algún boliche, era un tipo conocido, un personaje farandulesco”, recordó Buscarini. Pero sus recuerdos en el colegio Sagrado Corazón, donde también fueron Sauan y sus hermanos, quedaron en algún álbum de fotos para luego revivir en una tarde de 2006 donde comenzó a gestarse la idea de un guión: “A Sietecase no lo conocía mucho, teníamos un amigo en común que lo trajo a casa a mirar un clásico, aunque yo soy de Newell’s y él de Central. En un momento me da el libro y me comenzó a contar la historia. Yo le pedía más datos porque el título no me decía nada, y la historia me sorprendió. Incluso cuando la presentamos a los dueños de los cines, les encantó, porque no es un policial más, de autos volando, explotando, de disparos y chicas. Acá hay un thriller que te muestra un contexto social, el barro mejor dicho, que te atrapa hasta el último minuto y encima de todo esto es una historia real”.
Ver a una Rosario de los años 80 en la pantalla grande es un viaje en el tiempo, tanto la zona del Monumento Nacional a la Bandera como la Municipalidad (de blanco gracias al trabajo del equipo de arte digital), los Tribunales provinciales, el hipódromo, y hasta una vista aérea de una Rosario iluminada frente al río (sin las Torres Dolphin, otro logro del arte digital) revela la belleza original de la ciudad que fue creciendo a pasos agigantados y que hoy es, lamentablemente, estrella en los medios por sus hechos policiales. Esta vez es bienvenida la oportunidad que se tiene de que se conozca la ciudad con este film, ya que desde este jueves se podrá ver en todas las salas del país y entre octubre y noviembre será parte del catálogo del streaming de HBO Max para todo el mundo.
Mayer y Francella lideran la investigación, son los jóvenes secretarios del juez José Eldo Juárez, quien llevó la causa, personificado por Luis Luque. Uno de ellos cuidando sus espaldas para proteger a su familia, el otro contando los días para emigrar a España y alejarse de la cruenta situación en Argentina. Darío Grandinetti le puso el cuerpo y mente al único imputado del hecho y Alberto Ajaka resume en una sola persona la atrocidad de la dictadura militar. El elenco se completa con Malena Sánchez, César Bordón y Rita Cortese. Incluso tuvieron su participación varios actores rosarinos como Lala Brillos, Juan Nemirovsky, Luis Rubio, Roberto Moyano y hasta un rejuvenecido Héctor Nene Molina, entre otros.
Rosario, todo un set
Entre los espacios elegidos como locaciones para el film, Combina remarcó que si bien se trabajó mucho desde el arte digital del film, “Rosario tiene la ventaja de que hay muchas fachadas e interiores conservadas patrimonialmente y eso fue un buen lienzo para dibujar la película”. A su vez, agregó que en la galería de San Luis entre España y Presidente Roca, donde ocurre una de las primeras escenas de la investigación del hecho, “no se debió trabajar mucho para cambiarle el aspecto, es un viaje a los 80 en pleno centro de la ciudad”, dijo entre risas.
“Durante la filmación recreamos escenarios que necesitábamos que sean de aquellos tiempos, siempre también con mucho respeto hacia los rosarinos que conocen de memoria la ciudad. Nos basamos mucho en eso. En poder recrear situaciones, en locaciones reales que estén relacionadas con la historia, como el bar Laurak (de Santa Fe al 1300), que está impecable, como si el tiempo ni hubiera pasado”, agregó.
Por otro lado, en medio de risas, Mayer y Francella se sumaron a los años 80 dentro y fuera del set. “Fueron seis semanas muy intensas de rodaje, desde el maquillaje, el vestuario, el modo de trabajar, todo ambientado en una época que no conocimos. Pero al terminar el día no nos volvíamos a casa, con nuestros seres queridos, y salís y te desconectas. Acá fue particular porque llegábamos a un hotel que también se había quedado en esa época. Fue todo muy loco porque era mantenerse en la misma energía y eso sirvió para que nos metamos de lleno en el proyecto”, recordó Francella.
Además recordaron que de esas seis semanas las primeras jornadas contaron con algún que otro curioso que se acercaba al set para ver a los artistas en acción, mientras que en la segunda etapa era como un “teatro en vivo”, mientras que ya en la última instancia, cuando se conocía de qué iba la trama del film, “muchas personas se acercaron con algún dato, un recuerdo de Sauan, algunos detalles que comentaban al director y eso le daba más enganche local del que tiene o tuvo la historia. Fue muy interesante”, sostuvo Mayer.
Dos generaciones
Combina aseguró que dijo siempre que trabajaba con un “power trío” en referencia a Grandinetti, Mayer y Francella. Es que desde el primer momento le sedujo la idea de trabajar con dos generaciones diferentes y a sabiendas de que los protagonistas tienen la misma edad que sus personajes: 31 años. “Son dos millennials, nacieron en otra época, y están muy comprometidos con su trabajo. Con Grandinetti, a quien fue un honor dirigir (mano en el pecho) obviamente no le tuve que pedir nada porque él vivió la dictadura en carne propia. En cambio a Mati y a Nico les pedí que se vieran todos los documentales sobre la época del canal Encuentro, sobre todo para conocer y empaparse en la manera de pensar, en el accionar policial, cómo se manejaban entonces más allá de conocimiento que cada uno tenga de la historia argentina”. Y agregó: “Por suerte el país maduró y hoy podemos contar este tipo de historias. Así que lo tomamos con todo el respeto del mundo”.
En tanto, la evolución, tal coincidieron los actores, llegó al cine de la mano de la modalidad que se conoce junto al streaming, a lo cual Francella señaló: “Estamos en un «in crescendo» que es toda esta transición que viene teniendo el cine con un estreno en sala y que a los 45 días esté en una plataforma. Eso es increíble, y se está viendo con la película de Adrián (Suar, 30 noches con mi ex) que la gente vuelve al cine, apoya las producciones nacionales y se abren otras oportunidades, creo que este progreso es buenísimo”.
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