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Un crimen por encargo, un homicidio por error y tres condenas

En 2019, un joven de 23 años fue acribillado. La investigación demostró que los tiros eran para su amigo, quien estaba siendo extorsionado desde la cárcel por un viejo compañero de la primaria. Los tiratiros recibieron penas a 27 años de cárcel y la pareja de uno de ellos, 4

Hace tres años, Juan Alberto “Beto” González pasó a buscar a un amigo por su casa de Villa Gobernador Gálvez para ir a bailar y como no estaba listo lo esperó en la puerta. A los pocos minutos se le acercaron dos muchachos en moto y sin mediar palabra lo acribillaron. El joven recibió 12 balazos y murió dos días después. Tenía 23 años. El crimen desconcertó a su familia que aseguró que era “ajeno al mundo armas y drogas”. La investigación determinó que el destinatario de los tiros era su amigo, quien estaba siendo extorsionado desde prisión. Esa maniobra y otras evidencias fueron clave para el juicio que terminó este jueves con tres condenas: Ezequiel “Pala” Gorosito y Ariel “Gordo” López fueron penados a 27 años de cárcel por el homicidio y la pareja de uno de ellos purgará cuatro años por tenencia de arma de fuego.

El juicio oral comenzó el lunes pasado ante el tribunal integrado por los jueces Román Lanzón, Gustavo Pérez Urrechu y Hebe Marcogliese, quienes dictaron las condenas. La investigación penal estuvo a cargo del fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Gastón Ávila, quien había solicitado penas aún más altas, a 35 y 32 años de cárcel para los acusados.

Según su investigación, que contó con allanamientos en domicilios particulares y en unidades penitenciarias, Beto González, el cual trabajaba como repartidor de achuras, fue asesinado por error, ya que las balas eran para su amigo, quien era víctima de una extorsión desde la cárcel de Piñero.

Según la hipótesis fiscal desarrollada durante el juicio, la noche del 1° de abril de 2019 Beto pasó a buscar en su Volkswagen Bora a su amigo Brian por la casa, ubicada en Andreu al 1200 de Villa Gobernador Gálvez, a seis cuadras de la suya, ya que habían coordinado salir a bailar en la noche previa al feriado.

Su amigo lo invitó a pasar porque todavía no se había bañado, pero Beto prefirió esperarlo en el auto y revisar mensajes de celular. Minutos después, se acercaron en una moto YBR dos hombres y le dispararon a mansalva. Según el fiscal, el Gordo López iba al volante y Pala Gorosito gatilló desde atrás.

Beto recibió 12 balazos. Su papá y su amigo Brian alcanzaron a llevarlo con vida al hospital Gamen, por la gravedad de su estado fue derivado al hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca) de Rosario, y allí murió dos días después, durante la madrugada del 3 de abril.

El homicidio de Beto devastó a su familia al mismo tiempo que la desconcertó. Desde un primer momento sostuvieron que era un muchacho trabajador que no tenía problemas con nadie y que lo único que podía explicar el brutal ataque era que se hubieran equivocado de persona. Y así fue.

Una de las primeras medidas que tomó la Fiscalía fue allanar el domicilio de su amigo Brian, quien trabajaba como repartidor de soda, donde secuestraron tres celulares. Del análisis de esos teléfonos se detectó que el joven era víctima de una extorsión por parte de un convicto condenado a más de 20 años de cárcel por cuatro homicidios. Se trata de Brian Ismael “Pocha” Sánchez, detenido en Piñero desde marzo de 2017, un alfil de la banda que por entonces lideraba Alan Funes, su hermano Lautaro y René Ungaro.

Una vez que la Fiscalía obtuvo esa información, entrevistó a Brian, quien reconoció que estaba siendo amenazado de muerte por Pocha, a quien conocía desde niño porque iba a la escuela primaria con su hermana pero que luego habían perdido contacto, hasta hacía poco tiempo, que el recluso lo había contactado por Facebook desde el usuario “Brian de Tablada”.

El amigo de Beto le contó a la Fiscalía que las conversaciones por la red social comenzaron siendo amistosas pero de repente se convirtieron en amenazas de muerte y extorsión. Una de ellas basta de ejemplo para mostrar el tono de las mismas: “Estuve viendo un par de fotos tuyas y andás con un par enemigos míos. Todo mal. Este año te voy a re explotar. Me voy a la calle y te la voy a re poner, te voy a reventar toda tu casa. Fíjate que no chamuyo. Vas a tener que pagar, si no tenés plata, poné la Tornado con todos los papeles o te mando plomo. Tengo un par de amigos y tu casa está de regalo”.

A partir de ese mensaje, Pocha le mandó otros más en donde le exigía la moto o 50 mil pesos junto a fotos del frente de su casa. Brian lo bloqueó y poco después atacaron su vivienda en el hecho donde terminó asesinado Beto González por error.

Dos semanas después del homicidio, la Fiscalía hizo una requisa en un pabellón de la cárcel de Piñero y secuestró dos celulares. A partir de esa medida y el análisis de esos teléfonos se ordenó la detención de Gorosito, que cayó el 3 de junio, dos meses después de la muerte de Beto.

El 9 de agosto siguiente se allanó un domicilio en Ayacucho y Estado de Israel donde detuvieron al Gordo Ariel y a su pareja Eliana Segovia. En el lugar secuestraron estupefacientes, un revólver y dos pistolas, una de ellas era el arma homicida. Según informó la Fiscalía, ambos habían sido condenados a tres años de prisión en distintas causas federales por infringir la ley de estupefacientes.

En una de las conversaciones analizadas entre Gorosito y un convicto de Piñero quedó evidenciado, según aclaró el fiscal, que los tiros no eran para Beto sino para Brian. “Estuvo en el lugar y en el momento equivocado. ¿Qué querés que haga” Ya no me podía frenar, hermano”, dijo Pala Gorosito apenas dos semanas después del homicidio.

En la misma conversación reconoce que se apuró en disparar y de haber esperado un poco más, daba con el objetivo. “Si esperaba un poquito más, si terminaba de comer el sándwich el Gordo, capaz que los enganchaba a los dos juntos. Yo quería hacerlo tranquilo pero los otros estaban todos apurados”, reconoce. Lo más tremendo de esa conversación es la respuesta del convicto: “Hay que dejar pasar un mes, vamos por el otro y lo hacemos pelota”.

Para el fiscal Ávila, esa conversación y su fatal resultado es “un claro ejemplo de cómo operan las bandas criminales que se financian con la venta de estupefacientes” que “cuando algo o alguien no les gusta proceden a la violencia, armada, letal y sin miramientos”.

Gorosito fue condenado a 27 años de cárcel como coautor de homicidio agravado por uso de arma y portación ilegal de arma de fuego de guerra. López, que conducía la moto desde la que se cometió el crimen, recibió la misma pena por el homicidio y por la tenencia de armas ya que en su domicilio fue encontrada la pistola utilizada y otras dos armas de fuego. Por el secuestro de las tres armas también fue condenada a cuatro años de cárcel su pareja Eliana.

Durante el juicio, el abogado Darío Pangrazi del Servicio Público de la Defensa Penal había solicitado la absolución de los acusados al considerar que las pruebas no determinaban con certeza que eran los autores del hecho.

Los Miserables

Antes de ser acusado del crimen de Beto, Gorosito, de 30 años y apodado Pala, Palita o Pariente, ya era conocido en la crónica policial a partir del operativo conocido como Los Miserables, de mayo de 2017. En ese entonces la Policía Federal desbarató parte de la banda referenciada en los clanes Funes – Ungaro y varios de sus integrantes, entre ellos Pala, fueron acusados de participar en una asociación ilícita dedicada a “delitos de todo tipo como violaciones a la propiedad, robo a mano armada, usurpaciones y el uso de arma de fuego para dirimir conflictos, todo atravesado por la posible compra y venta de estupefacientes”, según las sucesivas audiencias a lo largo de 2017 y 2018.

Pala también estuvo imputado junto con Carlos Jesús “Pelo Duro” Fernández y Lautaro “Lamparita” Funes por el homicidio de Cristian Alejandro “Bebe” Ferreyra, asesinado el 9 de mayo del 2017 en Biedma y Colón. Por esa causa estuvo preso pero recuperó la libertad.

El 29 de octubre de 2018, confió una fuente policial, Pala pasó unas horas en la comisaría 20ª de Empalme Graneros, tras ser identificado por personal de Comando en Juan José Paso y Provincias Unidas, y surgiera un pedido de captura. Pero cuando los efectivos entrecruzaron datos con la Justicia fue liberado: la captura había vencido en julio.

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