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Un debate sobre cómo votan los pobres y cómo afectan las políticas públicas desde el barrio

La militante y periodista Mayra Arena escribió un texto donde detalla cuáles cree que son los puntos que confluyeron en la derrota del Frente de Todos en las PASO. El cineasta César González le respondió y cuestionó algunos de sus postulados.

Desde la derrota electoral del Frente de Todos en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias -PASO- el pasado 12 de septiembre, se han esbozado múltiples y numerosos análisis que intentan responder qué hizo que la coalición gobernante perdiera una gran masa de votos respecto de 2019. En los últimos días dos exponentes del campo popular, por procedencia y por identidad política, tuvieron su cruce: la militante y periodista Mayra Arena y el cineasta y escritor César González.

Arena publicó un texto bajo el título «Algunos apuntes del escenario político» y González replicó con un hilo en Twitter. La periodista parte de una base: cómo considera que perciben a las personas de bajos recursos, los pobres, algunos espacios del campo popular, quienes «no conciben que un pobre no los banque ideológicamente».

«El centro de la política peronista hace rato se viene corriendo hacia la izquierda, en especial desde lo moral/ideológico, mientras que permanece estancado en lo económico», planteó. Recordó las ayudas económicas tomadas por el presidente Alberto Fernández, ATP- Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción- e IFE -Ingreso Familiar de Emergencia- y señaló que fueron insuficientes por solo durar unos tres meses mientras que las restricciones a las actividades económicas por la situación sanitaria se expandieron durante un año y medio.

Para Arena es inútil pensar que hay un «voto bronca» y adjudicarle la derrota a esto cuando, consideró, hubo un gobierno que cometió errores y no advirtió ciertos problemas. En este sentido, puntualizó en las agendas que siguen muchos candidatos y políticos a la hora de construir su discurso: «¿A cuántos incluís cada vez que decís todes y a cuántos dejás afuera? Si no se habla el mismo idioma, difícil que surja una identificación. El precio de sentirse inclusivo se paga caro: dejás afuera a muchos que todavía no resolvieron demasiados quilombos como para seguirte el tren. No me terminó de cerrar el feminismo y ya me estabas corriendo con la movida no binarie».

También aclaró que «la mayoría de la gente no está en contra de estas causas. Tampoco están a favor. Simplemente son causas ajenas, amorfas, extranjeras». Entonces, sostuvo que «las grandes mayorías no tienen agendas ideológicas». Y ejemplificó: «Cada vez que me cancelás un artista que me encantaba o me hacés sentir una porquería por reírme de algún cuento viejo pienso más que vos y yo no tenemos nada que ver. Si ni siquiera nos reímos de lo mismo, si no me dejas reírme a mí, si me retás como a un nene cuando digo algo “incorrecto” ¿en serio esperás que me identifique con vos?»

Habló de movida progresista, una corrida hacia la izquiera moralista que no hace autocrítica, y consideró que mientras se reinvidicaron y defendieron derechos de las minorías se debería haber propuesto, a la par, «otra agenda, más popular y pragmática». «A nadie le gusta que le impongan lo que tiene que pensar», puntualizó.

Ahí fue donde González intervino y expresó: «Creo que el primer inconveniente es aglutinar a la fuerza a todes les habitantes de los barrios populares bajo una supuesta ideología total que rechaza las conquistas civiles por no ser económicas».

Aseguró que la agenda de los feminismos es transversal a todas las clases sociales, en particular el reclamo por la autonomía de los cuerpos consagrada a través de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo: «En lo concreto para los barrios populares ha sido una herramienta que ha empoderado y generado conciencia en miles de pibas. La realidad de los barrios populares es contradictoria, no hay un canto monocorde que rechaza el lenguaje inclusivo. Existen ambos polos, a las generaciones nuevas le resulta ya familia».

Lamentó la mirada de Arenas, que definió con punitivista. En particular, al expresar: «¿Qué hay de nuevo en su posición de indignarse por una supuesta defensa institucionalizada del delincuente​?». Se refiere a la puntualización que hizo la militante sobre distintos aspectos de la realidad argentina -educación, economía, salud- y en particular sobre la seguridad/inseguridad. Ella sostuvo que para millones de argentinos que viven en la pobreza es una enorme ofensa » que el delincuente sea más comprendido que la víctima de robo. Es absurdo tener que decir lo obvio: la abrumadora mayoría de los que nacimos en la pobreza jamás le asomamos la cara al delito sin importar lo mal que lo hayamos pasado. Desconocer que es en la miseria donde más se afirman (y se ponen a prueba) los valores, es desconocer la realidad por completo».

Finalmente, González señaló que «en los barrios populares las mejores condiciones de vida, tanto a nivel material como simbólico, las han generado siempre los gobiernos de centro-izquierda, aun con todas sus cobardías y falencias».

El ida y vuelta recién empieza pero algo resulta valioso: el debate no se dio en nombre de aquellos sectores postergados sino por sus propios protagonistas, que desde sus mismos trabajos ejercen una postura crítica hacia el sistema político que mantiene en el olvido a los que viven en la marginalidad social y económica.

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