Search

Un delirio: afirman que el doctor Ramón Carrillo simpatizaba con el nazismo

Representantes del Centro Simón Wiesenthal Latinoamérica junto con la embajada de Gran Bretaña agraviaron la figura del médico argentino que tanto hizo por la salud pública relacionando hechos sin asidero real, viajes de especialización a Alemania y hasta otros basado en una película

Pablo A. Vázquez**

Mi perplejidad inicial por el comunicado del Centro Simón Wiesenthal Latinoamérica contra la figura del doctor Ramón Carrillo, se trocó en indignación ante un agravio combinado con la embajada de Gran Bretaña y la réplica de medios hegemónicos como La Nación, Perfil e Infobae, entre otros.

Israel y Gran Bretaña difaman

Ante la noticia de la salida, supuesta, del billete argentino de cinco mil pesos conteniendo las imágenes de la doctora Cecilia Grierson y del doctor Ramón Carrillo el citado Centro Wiesenthal de la región, con fecha del último 17 de mayo, generado en Buenos Aires y París, sentenció que “Carillo, además de ser un admirador de Hitler(?), creó el concepto del “soldado ideal” para rechazar a los reclutas que él consideraba como “rarezas” raciales y de género (?).

También proporcionó refugio al fugitivo danés, médico del campo de Buchenwald, Carl Peter Vaernet, (?) permitiéndole continuar con los experimentos con homosexuales para “curarlos” (?). Firmado por los doctores Shimon Samuels y Ariel Gelblung, directores de Relaciones Internacionales y para América Latina del Centro Wiesenthal, respectivamente, el comunicado tuvo su réplica por el embajador británico en nuestras tierras y la repercusión mediática de medios ya antes citados.

Un itinerario certificado

¿Cuáles son las pruebas presentadas? La estadía de Carrillo en Alemania y su contacto con Hitler, amén de su idea de “mejora racial” del soldado argentino, más haber contratado al danés Vaernet parecieron suficiente para condenar al Negro Carrillo.Vamos por partes: 1) Carrillo estuvo en Europa por tres años capacitándose en su especialidad, mayormente en Holanda, pasando un corto tiempo en Hamburgo y un mes en Berlín en 1932.

Como afirmó Daniel Chiarenza en El olvidado de Belem: Vida y obra de Ramón Carrillo (2005): “…mayormente estuvo en Amsterdam, sólo hace una visita relámpago a Hamburgo (Alemania) a fines de 1930 para tomar contacto con algunos neurocirujanos de su Universidad”.

Se certificó que “el doctor Ramón Carrillo ha trabajado en este Instituto Central de Investigaciones Cerebrales de Amsterdam desde septiembre de 1930 a agosto de 1932”.

Y que “partió a Berlín por un mes en 1932 para trabajar junto al profesor Schhuster, director de la Clínica Neurológica del Huffeland Krankerhaus.

Luego en octubre de 1932 partió a Suiza como representante argentino del Primer Congreso Internacional de Neurología y luego a Francia”.

Sospechas infundadas

2) Imposible verificar que se encontró con Adolf Hitler antes de asumir con plenos poderes gubernativos ni que tuvo contacto con jerarcas del partido nazi. Es como afirmar que Manuel Mujica Laínez, por haber hecho una nota como corresponsal para <La Nación< en Alemania –publicada el 21 de agosto de 1935– sobre la Casa Parda en Munich, sede del partido Nacional Socialista, tuviese alguna simpatía por el III Reich.

3) La “mejora racial” de los soldados es sacar de contexto los términos y conceptos de los años 20 del siglo XX. En 1939, Carrillo fue designado jefe del Servicio de Neurología y Neurocirugía, con sede en el Hospital Militar Central, por el ministerio de Guerra, durante el gobierno del radical Ortiz.

Atendió la problemática de salud de conscriptos y soldados argentinos y vislumbró sus pasos en la medicina social.

Falsedades

4) Fue vocal en el Congreso de Población, donde participó en varias comisiones, donde –según Susana Novick en su libro Políticas Migratorias en la Argentina, (1997),  frente a la idea de que algunos en la Comisión pensaban que “la raza nativa era débil, inferior, mestiza, enferma”, Carrillo sostuvo “que era falsa la supuesta incapacidad militar de la población nativa”, interpelando dicha visión racista, que ahora parece recaerle a él como generado

5) En el caso Vaernet, todo en él es repudiable a ojos del siglo XXI, así que ensayar una defensa es demencial.

Pero es cierto que fue liberado en noviembre de 1945 a causa de una presunta mala salud y obtiene de los daneses un salvoconducto para Suecia, desde donde huye a la Argentina con nombre falso.

No fue requerido nunca por las autoridades de Dinamarca al gobierno argentino, ni consta su nombre como genocida en el Informe de la Daia sobre criminales de guerra, que consta de dos tomos, publicado por editorial Planeta en 1998.

6) Se supone que el danés trabajó, con el nombre de Carlos, en el Ministerio de Salud argentino según una nota de un periódico de su país, e imágenes del expediente aportadas por Uki Goñi. Dicho “doctor”, luego de 1955, atendió en su consultorio particular de la zona de Palermo, hasta su muerte en 1965.

Aplicando un sistema para “revertir” a los homosexuales, tal los parámetros de época.

Debería recordarlo muy bien el embajador británico, seguramente con cargo de conciencia, sobre todo cuando una gran cantidad de ciudadanos ingleses fueron condenados por ser gay, ya que era delito, como le pasó al científico Alan Turing, quien develó las claves de Enigma, el decodificador de Alemania, lo que permitió ganar la guerra, pero que aun así fue condenado en 1952 por “perversión sexual” sólo por ser homosexual.

7) Las referencias tomadas por Karina Ramacciotti, de pretendida seriedad académica, para sindicar una filiación nazi en Carrillo son vagas.

Los aportes de Uki Goñi, mucho más documentados, sobre el danés, no demuestran sin embargo que las prácticas que llevó adelante hayan sido políticas de Estado.

Y el libro sensacionalista, aparecido años atrás, que aborda esta historia se puede consultar todavía en mesa de saldos de cualquier librería de la porteña Avenida Corrientes.

Libros para despejar dudas

Finalmente, resulta extraño que el Centro Simón Wiesenthal Latinoamérica emita una declaración oficial fundada en supuestos y prejuicios contra Ramón Carrillo, y casi estoy tentado en pensar que extienden dichas “aseveraciones” a todo el peronismo.

De modo que sugiero una profunda lectura de libros, publicaciones y archivos para sustentar próximas declaraciones. Libros como el mencionado de Daniel Chiarenza; de R. A. Alzugaray, de Arturo Carrillo y la obra del propio médico santiagueño, además de artículos de Ignacio Cloppet y Raanan Rein, entre otros, pueden servir para aventar dudas sobre la labor del ilustre galeno.

En tiempos de renegociación de la deuda, presiones del exterior, ataques mediáticos y la problemática del coronavirus, casi no extraña que se busque socavar el símbolo del Negro  Carrillo, fiel representante del cuidado del pueblo y de defensa de la soberanía sanitaria.

**Politólogo. Docente y secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas