Una muestra del Ministerio de Defensa de la Nación fue el gran atractivo de ayer. Fue una exposición interactiva, llamativa y distinta, en la que se vieron armamento, vehículos, maquinaria de trabajo, uniformes, todo relacionado a las fuerzas armadas nacionales. Hubo juegos para los más chicos, como rompecabezas con la figura de San Martín, una pista de entrenamiento y paintball. Todo lo que se mostraba podía tocarse, subirse, treparse. Hubo también una apertura poco normal por parte de las fuerzas de seguridad: todos los miembros presentes hablaron, explicaron, se sacaron fotos. “Cambia la imagen”, coincidió el público, conformado en su mayoría por familias con niños. El ministro de Defensa Agustín Rossi estuvo presente en la actividad.
Una carpa blanca, inflable, daba la bienvenida a la muestra. “Cuando un país se junta hay fuerza”, fue el eslogan de la actividad. Ayer se juntaron todos, incluso mascotas con la celeste y blanca. Las fuerzas estuvieron como seguramente hacía años que no estaban: de la mano de los chicos, abrazados a las madres, enseñando y explicando de qué se trata su labor. La imagen era llamativa y hasta extraña, poco común en la historia del país. Pero fue un hecho y probablemente fue de los más concretos que se vieron en el supuesto cambio que están haciendo las fuerzas armadas de la nación. La exposición se dividió en varias carpas que mostraban distintas funciones de las fuerzas: de la actividad en los montes a la Antártida, de los tanques a las fuerzas pacificadoras, los granaderos y la prefectura, incluso un programa de salud bucal. Los y las cadetes repartían globos, anotadores, vasos de chocolatada y alfajores.
La exposición convocó a miles de personas, familias enteras. La gente, contrario a lo que se esperaba, vistió más el celeste y blanco que las camisetas partidarias, aunque de éstas no faltaron. Los más contentos eran los chicos. Prácticamente todo estaba dispuesto para ellos: tanques, un paintball y una pista interactiva que simulaba un entrenamiento militar e incluía casco y camisa para nenes y nenas. Los padres seguían el recorrido cámara en mano y más de uno suspiraba: “Los nuevos soldados”. Una de las áreas más concurridas fue la que mostraba el armamento. La gente cargaba armas y se sacaba fotos posando. Esa gente eran chicos con gorrita, chicas con lentes de sol, nenas de seis años o menos. La imagen era tan chocante como lo son aquellas difundidas a través de las redes sociales, que muestra a los llamados soldaditos posando en sus casas y portando distintas armas de fuego. Mientras la gente posaba, la música del acto principal llegaba al lugar. “Mañanas campestres”, del grupo Arco Iris, fue durante sus minutos de duración, la banda de sonido que acompañó la propuesta.
“Es algo distinto. ¿Dónde se ven milicos dando chocolatada?”. La apreciación es de Julián, un joven que no pasa los 25 años. No desencaja con la opinión general. Militares sociales, militares populares, militares mezclados con la sociedad y repartiendo alfajores representaron la otra forma de ver a las fuerzas armadas. Esa mirada que todos querían tener. “Está bueno para interiorizarse y entender. Cambia el concepto que tenemos”, señalaron dos jóvenes de 19 años. “Dan ganas de unirse al Ejército”, concluyó otro señor de 35 años. La oportunidad estaba al alcance de la mano. Los cupones de inscripción a distintas escuelas del Ejército estaban disponibles y más de una persona se acercó a preguntar planes de estudio, días libres y condiciones para el ingreso. “Tenés que ser mayor y terminar la escuela primero”, le espetó una madre a su hijo, de no más de ocho años, que se fue haciendo pucheros.