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Un encuentro amoroso en medio de un mundo hostil y miserable

En un tono que oscila entre el melodrama romántico y la comedia ácida, y a través de la relación sentimental entre una mujer y un hombre expertos en química, se abordan los tópicos del sexismo y el racismo durante los años 50

Lecciones de química es una serie de Apple TV+, basada en la novela homónima de Bonnie Garmus y llevada a delante por Lee Eisenberg, un no muy conocido guionista y director, ligado a la serie The Office y algunos proyectos cinematográficos menores. Se estrenó el 13 de octubre con el lanzamiento de los dos primeros episodios, a los que, como es usual en la cadena, se sumará un estreno semanal.

Es cierto que en primera instancia se podría pensar que Lecciones de química parte de un camino seguro basado en la corrección e incluso en cierto oportunismo. Tomar como eje los constantes infortunios sufridos por una experta en química durante la década del 50 en Estados Unidos para abordar los tópicos del sexismo y el racismo, puede presentarse como la oportunidad de regodearse en lugares comunes sin aportar nada más que una mera adhesión a un discurso evidente y algo cómodo. Pero afortunadamente, desde los primeros minutos del primer capítulo, la serie despliega con contundencia una perspectiva inusual, tan delicada como llena de matices, y no exenta de ciertos riesgos que bordean el absurdo (¿el punto de vista de un perro?).

Hay una magia que de inmediato se hacer presente en la arrasadora figura de Elizabeth Zott (brillante Brie Larson, Capitana Marvel, La habitación), y en su inminente encuentro amoroso con el Dr. Evans (el también brillante Lewis Pullman). Difícil no sentir el hechizo que logran esos personajes y la intimidad que se construye con  cuidado y suavidad, discurriendo con paciencia entre momentos en los que la cotidianeidad del encuentro se tiñe de un encanto gentil, como un bálsamo tangible en medio de un mundo por demás de hostil y miserable.

El relato se abre con Elizabeth afirmada como estrella televisiva de un programa de cocina en la década del 60. Su abordaje del formato (hoy tan popular) no parece ser del todo convencional, dejando pasar como latigazos, entre pasos de receta, comentarios sobre el rol de las mujeres en un mundo de hombres brutales.

Todo empieza con un poco de gracia, bordeando el tono de comedia, pero en breve se tomará un giro que nos lleva al pasado para narrar el derrotero sufrido por Elizabeth hasta llegar al punto de su estrellato.

Unos años antes, Elizabeth es una técnica química brillante y meticulosa que roza lo obsesivo. Su vida está marcada por el abuso profesional y la tragedia familiar. Evidentemente, su vocación no tiene cabida en un mundo de varones, y apenas le será concedido el humillante rol de la chica del café en una gran empresa.

Pero el curso de su vida cambiará cuando se produzca el encuentro con el también brillante Dr. Evans, otra criatura extraña, un hombre solitario y golpeado que no parece pertenecer a ese mundo.

Situaciones desbordantes y de una extraña sensibilidad

Desde ya que la anécdota que sirve de eje, contada de este modo, podría no resultar demasiado atractiva, pero es allí que la destreza del equipo creativo de la serie, en todo su conjunto, logran dar en el punto sensible para instaurar una atmósfera de encanto llena de aristas que exceden la ostensible corrección temática. Brie Larson en el rol de Elizabeth es una revelación, destila emoción en cada gesto, se abre constantemente a capas del personaje que se despliegan en gestos contenidos, a la vez cargados de rabia y de ternura.

Lewis Pullman, por su parte, construye a un Evans también impecable, creíble y querible, un varón que no cuadra en su contexto, casi una criatura de cuento de hadas, pero que aun así logra escapar al mero artificio para dar forma a un personaje sólido y memorable.

El desarrollo del encuentro y la relación amorosa y profesional entre ambxs personajes constituye el eje de los primeros episodios, narradas con una delicadeza inusual, deteniéndose en momentos y situaciones en cierto modo pequeñas, pero desbordantes de una extraña sensibilidad. No se puede no quererles, no se puede no creer en la sinceridad de ese amor, no se puede no desear que esa breve paraíso no sea tan frágil y efímero como se intuye, en medio de ese mundo brutal y agobiante. Hay belleza, tristeza e indignación, todo a la vez. El encanto funciona a la perfección.

Las decisiones formales también son cuidadas, sin alardes pero justas, apoyadas en una recreación de época sutil y detallista, y sin dejar de lado algunos pasos riesgosos al límite de lo absurdo, como el hecho de apoyarse, en un capítulo, en el punto de vista de un perro. Riesgoso paso del que la serie extrañamente sale airosa, otorgándole incluso otra capa sensible a ese entramado que no deja de abrirse capítulo a capítulo.

De los ocho totales que componen Lecciones de química, van emitidos cuatro episodios. Y aquí ya no cabe especular demasiado acerca de su devenir. La atmósfera ya está instaurada, los personajes ya se han construido, el tono general, entre el melodrama romántico y la delicada comedia ácida, ya se consolidó. Y Elizabeth Zott ya está en la lista de esos personajes memorables nacidos del mundo de las series.

Lecciones de química /Apple TV+ / 8 episodios

Creador: Lee Eisenberg, basada en la novela de Bonnie Garmus

Intérpretes: Brie Larson, Lewis Pullman, Kevin Sussman

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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